William Anseume: La universidad como estorbo

William Anseume: La universidad como estorbo

La dictadura no pudo hacerse de las universidades desde adentro, como fue su plan primigenio. No pudo con elecciones; luego buscó paralizar cualquier evento eleccionario. No lo logró con todas; estudiantes y profesores, por su lado, en varias muestras ejemplares, pudieron hacer comicios por encima de las limitaciones pseudo legales impuestas. No ocurrió así con las elecciones rectorales. Joya de la corona.

Al no poder controlarlas, el régimen modificó su plan en función de acabarlas: ahogo presupuestario, cero inversión, diáspora profesional provocada por los bajos salarios y la desprotección social. Tampoco pudo así.





Y allí siguen, molestosas, las universidades. Con autoridades con mandatos vencidos, a más de diez años de la última elección rectoral; sin presupuestos más allá de los paupérrimos pagos que no pueden llamarse sueldos, muy por debajo del rasero de la pobreza extrema.

Por ser agentes ideologico – discursivos permanentes, diarios; por tener el objetivo central de producir pensamiento crítico, de generar conocimiento que incluye, desde luego, la apreciación de la realidad económica, social, cultural y política, la universidad estorba constantemente a la tiranía, la adversa permanentemente. Y viceversa.

No pudiendo controlarla ni acabarla, el régimen despótico decidió ahora, adosado al “Plan de la patria”, generar un modo para apropiársela. Decidió tomarla, justificando su acción en un “Plan General de Rectificación, Cambio y Renovación como mecanismo estratégico para la reorientación estructural, filosófica y productiva de la Educación Universitaria”. Esto significa la expropiación de la universidad a los universitarios, para imponer criterios e ideología. Es un plan grueso, del cual las elecciones universitarias son apenas una mínima parte.

Pero tenemos que apreciar este entramado recio en su más profunda dimensión. Este accionar forma parte primordial de un plan mucho mayor, sostenido hace tiempo, que busca la fragmentación más filigránica del Estado, para alcanzar su pleno dominio. Han acabado las bases, los fundamentos del Estado: educación, trabajo, pero también familia, producción, cultura, Fuerzas Armadas, y todo ello en busca del control absoluto. Que nada se escape a sus manos, a sus desproporcionadas e insaciables fauces.

Lo han buscado, como vemos, con los intentos de posesión, del modo que sea, de la Asamblea Nacional. Lo seguirán perfilando con las universidades estorbosas a sus planes de perpetuación en el poder. Nuestra obligación como universitarios, como ciudadanos obligados constitucionalmente, está no sólo en denunciarlo, sino en hacer todo lo que esté en nuestro alcance, dentro y fuera del país, para evitar que se profundice la destrucción del Estado. Para ello, como apreciamos, la universidad es un elemento de suma importancia, como freno a este renovado totalitarismo. Tenemos la obligación todos, no sólo los universitarios, de defenderla a todo trance.