Griselda Reyes: Sigamos el ejemplo de los estudiantes

Griselda Reyes: Sigamos el ejemplo de los estudiantes

En Venezuela, a partir de la aprobación de la Constitución de 1999, votar dejó de ser un deber para convertirse sólo en derecho. La anterior Carta Magna indicaba que el voto era un derecho, pero también una obligación de los ciudadanos venezolanos.

Si bien no quiero entrar en un debate en torno a la exigencia o no de votar, siempre pensaré que en la medida en que una persona tiene responsabilidades – además de derechos – con su país, con su nación, en esa misma medida adquirirá más conciencia ciudadana porque entenderá el poder que tiene en sus manos. Los funcionarios son circunstanciales, pero el voto como instrumento de expresión popular, es permanente.





Insistir en la necesidad de organizarse, participar, votar y defender los votos que se emitirán en las elecciones parlamentarias – las cuales serán convocadas en cualquier momento –, no es un capricho. Es exhortar a la conciencia ciudadana, para que cada uno haga lo que esté a su alcance como ciudadanos, para rescatar el pluralismo y la gobernabilidad en Venezuela.

Venezuela está a la buena de Dios. Está en manos de gobernantes que no gobiernan y que, por el contrario, fomentan el desorden, la anarquía y la anomia para garantizar su permanencia en el poder. Un país absolutamente dividido, es el sueño feliz de quienes desde hace más de 20 años nos dominan por el hambre, la miseria y la necesidad. Pero es la pesadilla de quienes intentamos un cambio de gobierno y de modelo para hacer de Venezuela una nación próspera y libre.

¡Cómo nos ha costado la unión! Cada quien hala para su lado, mientras los venezolanos desesperados claman la salida de Nicolás Maduro y del modelo socialista que representa.

Desprendernos del Parlamento no puede ser, bajo ningún concepto, una opción para inducir el cambio. La Asamblea Nacional, esa que en 2015 logró contar con 112 diputados de oposición que le dieron la mayoría calificada, no puede caer de nuevo en manos del chavismo.

Y para rescatar ese Parlamento tenemos que fomentar la participación electoral. Que cada ciudadano vote, no por candidatos impuestos a dedo por partidos políticos, sino por líderes regionales que conocen de cerca la realidad de cada entidad federal; por dirigentes que entiendan la necesidad de respetarse y reconocerse unos a otros.

Por supuesto siempre habrá muchos que digan “Yo no voto con este CNE, ni mientras Maduro esté en el poder”. Respeto la opinión de quien así cree que puede propiciar un cambio de modelo, pero no la comparto. Los actuales diputados a la Asamblea Nacional fueron escogidos por este mismo CNE y bajo el mandato de Nicolás Maduro; los cuatros gobernadores de oposición que nos quedan, fueron escogidos por este mismo CNE; los 26 alcaldes de oposición que nos quedan resultaron electos en comicios organizados por este CNE.

Desde nuestra organización Acción Ciudadana en Positivo (ACEP), hemos planteado la necesidad de unirnos en una alianza perfecta no solamente para definir una plataforma de candidatos, líderes natos de sus regiones, sino también que en paralelo las organizaciones políticas y sociales que se una en esta alianza podamos exigir, presionar y negociar condiciones elementales, básicas, mínimas, para acudir a las parlamentarias de 2020.

Y los venezolanos tenemos muchísimo que aprender de los estudiantes universitarios. Las universidades públicas, autónomas, que aún no están bajo el control del PSUV, han peleado a lo largo de estos años por conservar sus espacios y por evitar, a toda costa, que el chavismo penetre en los gobiernos y cogobiernos estudiantiles.

“Como gata panza arriba” luchan los estudiantes cuando hay elecciones internas. Hoy, precisamente, la Universidad de Los Andes (ULA) está llevando a cabo el proceso para escoger sus autoridades estudiantiles. Sus instalaciones y comunidad universitaria han sido blanco de ataques por parte de grupos armados identificados abiertamente con el partido de gobierno como los Tupamaros.

Es normal, que en cada casa de estudio surjan movimientos y dirigentes estudiantiles independientes, o también identificados con los partidos políticos tradicionales. Y es normal que estos muchachos, que no están contaminados por la politiquería, logren alianzas entre ellos para derrotar a quien trata de imponer un pensamiento único.

¡Imagínense si los estudiantes de la ULA no acudieran a las elecciones porque “el chavismo va a hacer trampa o porque los tupamaros sembrarán la violencia y el terror”!

Los jóvenes son irreverentes por naturaleza y frente a los hechos de violencia, de injusticia, del atropello sistemático de los derechos humanos por parte del desgobierno de Maduro, se han rebelado. Muchos de ellos han salido a las calles a combatir y, desafortunadamente, hoy sus cuerpos yacen bajo tierra; otros han sido apresados y torturados injustamente por los cuerpos de seguridad del Estado venezolano; otros, han optado por abandonar las aulas de clases por efectos de la crisis humanitaria compleja; los menos, han marcado distancia y se han ido de Venezuela, buscando oportunidades en otros lados.

Pero la gran mayoría que decidió quedarse en sus casas de estudios, acuden a ellas a instruirse, salvando todos los obstáculos impuestos desde el gobierno central; y son ellos los que defienden y seguirán defendiendo la universidad, su autonomía y el derecho que tienen a recibir educación de calidad.

Los estudiantes han entendido que sólo a través del voto, impedirán que el pensamiento hegemónico de Nicolás Maduro y el PSUV, se imponga en las instituciones académicas de enseñanza superior e investigación. Los estudiantes saben que la abstención no es la vía.

Sigamos el ejemplo de los estudiantes. Seamos rebeldes. Asumamos nuestro compromiso ciudadano con Venezuela. Asumamos las elecciones parlamentarias de 2020. Organicémonos, movilicémonos y votemos para escoger a los nuevos integrantes de nuestra Asamblea Nacional.

@Griseldareyesq