Esta semana, el pretendido mediador Rodríguez Zapatero, declaraba que en Venezuela lo que ocurre es que “como en otros muchos países hay dos sectores, muy divididos, que tienen una lectura diferente de la historia, por lo cual no hay que ponerse de uno u otro lado”. Es su socarrona apreciación luego de “38 visitas a Venezuela “pagadas por la dictadura.
En infortunada coincidencia con el adocenado Zapatero, el Papa Francisco, sentenció el pasado viernes que “la Iglesia católica no se alinea con una u otra parte”, lo que hay que hacer es “rezar por todos los venezolanos que sufren”. No es sorpresa esta esquiva postura de Berdoglio. Evoca su visita a Cuba en 2015 cuando rehusó reunirse con quienes sufren los rigores de la satrapía castrista. Pero no se ahorró visitar al patriarca Fidel.
Afortunadamente, nuestros curas, y su máxima representación, la Conferencia Episcopal Venezolana, sí han tomado partido y lo hacen en defensa de la justicia y la libertad. Su valiente y perseverante prédica democrática les ha ganado la admiración y el respeto de los venezolanos.