Guido Sosola: Érase el partido ético

Guido Sosola: Érase el partido ético

Guido Sosola @SosolaGuido

Los partidos con propósitos de duración, hicieron del nacimiento un contraste. Distintos a los existentes, procuraron la buena conducta de sus integrantes.

Sólo los sinceró la dura prueba del ejercicio del poder o de las cuotas de poder que dispensaban las municipalidades y legislaturas, sucumbiendo, pues, por benedictinos que se creyeran, el presupuesto nacional por siempre fue una tentación inevitable. Hubo individualidades o, mejor, personalidades que lograron sobrevivir intactos, cuales cátaros, a la fiesta de los excesos petroleros.

El proceso cubano subió los decibeles de la llamada Guerra Fría y cobró una mayor importancia la pedagogía doctrinaria en las organizaciones con aspiraciones históricas, procurando impermeabilizar el techo. Empero, sobreviviendo la democracia representativa, a la postre, los propios institutos de formación decayeron, mal administrando sus recursos, y toda la casa se cayó por el torrencial aguacero de dislocación de los principios y valores que únicamente sirvieron de vistosa fachada.





El presente año, en apenas mes y medio, está abarrotado de eventos que hablan de las inconsistencias de los partidos opositores (viejos y emergentes) que, a modo de ilustración, concursan en las empresas públicas del exterior y hasta en una comisión técnica que se presume rigurosa, específica y especializada para manejar nada más y nada menos que $ 20 millones del denominado Fondo de Litigios, por no citar lo que ocurre con las entidades oficialistas que, de un modo u otro, muerden el erario público, por ornamentales que fuesen. Huelga hacer la crónica de las transacciones que desembocaron en una directiva diferente a la encabezada por Guaidó en la Asamblea Nacional, pero no fallará el futuro historiador al hurgar las circunstancias de los partidos dominantes de la escena que aportaron nombres para la subasta, añadida una novel fracción parlamentaria que prácticamente quedó vaciada, comenzando por su jefe, un diputado traidor que antes, el 4 de enero, todo lo refieren, despachó un discurso incendiario contra la dictadura en una reunión vespertina o nocturna, no precisamos, del G-4.

Érase la escuela ética de los partidos que, mal que bien, trató de sostenerse, fuere el que acunó a Vinicio Carrero, el que soportó la tempestad del Sierra Nevada o el que aún no explica – espectral – el monto de los reales que recibió y manejó la guerrilla de los sesenta. Hay un desplome monumental de estos otros partidos y sus relacionados, aún en curso, que, irritando a no pocos, fuera y dentro del país, siguen flaqueando a Guidó, olvidando que el Partido Liberal Amarillo trató de sobrevivir en el XX, como sus equivalentes se esfuerzan por hacerlo en el presente siglo.