Comer frutas se ha vuelto un lujo para las familias venezolanas

Comer frutas se ha vuelto un lujo para las familias venezolanas

Un puesto de frutas y verduras se ve en la calle en Caracas, Venezuela, 15 de marzo de 2019. REUTERS / Carlos Jasso

 

Las frutas dejaron de ser una prioridad y se convirtieron en un lujo. Sin embargo, el cambur se alza como el rey de las frutas en las mesas de los guaros, pues su precio lo hace más asequible y es el preferido de los niños.

Por María Betania Jordán | LA PRENSA de Lara

El kilo de esta fruta se consigue en mercados como el Terepaima en 20 mil bolívares, mientras que en fruterías del centro de la ciudad pueden llegar a costar 13 mil bolívares, por lo que las personas no fallan en comprarse un kilo de cambur, pues un kilo de lechosa pisa los 50 mil bolívares.





Hay frutas que la gente dice que salieron de sus prioridades, por ejemplo, las fresas alcanza los 180 mil bolívares el kilo, mientras que la unidad de piña se consigue en 80 mil bolívares. Los vendedores aseguran que lo que más llevan son los cambures y las demás frutas sólo de poquito en poquito, pero no con frecuencia.

El otro lado de la historia es el de las personas, pues sólo para los niños hacen el sacrificio de comprarle sus frutas para hacerles sus jugos para la escuela. “No es que se compra un kilo, yo a mi nieto le compro una sola guayaba y le preparo el jugo de una sola merienda, porque da dolor darle agua para que acompañe el desayuno”, dijo Zulay Cordero.

Cordero, quien admite que el presupuesto no alcanza para dar de comer frutas a su nieto todos los días, aseguras que el cambur es lo que compra con más frecuencia por su precio.

Alberson Graterol, quien tiene un puesto de frutas en el mercado Terepaima, dijo que el desafío que tienen es que no se dañe la mercancía ante las bajas ventas que tienen. Los vendedores de cambur del centro dicen que se venden como pan caliente, la gente los lleva para calmar el hambre y evitar comprar un almuerzo.

Se las ingenian

Los vendedores dicen que la estrategia que utilizan para que las frutas no se dañen es comprar menor cantidad, por ejemplo, Alberson Graterol dijo que si él antes compraba 100 unidades de piña, hoy solo compra la mitad, y aún así no hay garantía de que se vendan.

Agregó que a veces las vende más baratas porque se van poniendo feas y ya no tienen el mismo valor. “Igual la gente no compra mucho, a pesar que se pelan y se venden a mitad de precio, y así no genera ganancias”.