La otra cara: “El terror anda suelto” Por José Luis Farías

La otra cara: “El terror anda suelto” Por José Luis Farías

Al filo del mediodía del jueves 12 de marzo, Nicolás Maduro con voz grave y cara de pésame, rodeado de militares, le metió el pie al acelerador del terror. Aunque lo negó, nadie se chupó el dedo. La sospecha estaba confirmada. Quizás lo planificó así, con ese desprecio por la gente que le es tan propio.

La rueda de prensa tuvo algo de show, se tomaron todas las precauciones posibles con los comunicadores sociales asistentes por si alguno de ellos estaba contagiado, para enfatizar que “hasta ahora no han llegado casos de coronavirus a Venezuela”, pero que suspendería por 30 días los vuelos procedentes de Europa, Colombia y Panamá “para proteger a nuestro pueblo”. El miedo cundió.

Al día siguiente, Delcy Eloyna, encargada por el régimen para atender la pandemia, confirmó la existencia de dos casos de coronavirus, una señora de 41 años de edad que estuvo en EE.UU, Italia y España y un señor de 52 años procedente de España. Un día después, el sábado 14 de marzo, Jorge Rodríguez admitió la existencia de ocho nuevos casos positivos de coronavirus. Mentís para Maduro.





Ese embuste no es verdad

En adelante todo ha sido medidas cada vez más drásticas de militarización y estado de alarma, que se irán expandiendo por el territorio como la única alternativa para hacerle frente a la mortífera pandemia.

El sistema de salud del país está totalmente en ruinas, colapsado, sin médicos, sin insumos, sin agua potable para cumplir con la más elemental de las normas preventivas sugeridas: lavarse las manos.

Quedaba claro que a lo expresado por Maduro, como a casi todo lo dicho por él, le calzaba la ironía popular: “ese embuste no es verdad, mi señor”.

Las epidemias no distinguen

En la antigüedad el terror a las pandemias echaba a la gente en los brazos de la magia y la hechicería. En Venezuela no sabemos adónde ir en caso de.

Las calamidades epidémicas podían durar décadas y cobrar la vida de millones de personas e igual que ahora nadie estaba a salvo.

La duración mundial del coronavirus no será muy larga, la tecnología actual y los avances de la ciencia permitirán encontrar una pronta respuesta y el mundo volverá a la normalidad. En Venezuela sus efectos serán demoledores.

La plaga de Antonina entre 165 y 180 después de Cristo, descrita por Galeno, el famoso médico griego de la época, como “grande” y de larga duración “con síntomas de fiebre, diarrea e inflamación de la laringe, erupción en la piel a veces seca y purulenta”, que los estudiosos modernos identifican unos como Viruela y otros como Sarampión, se estima que acabó con la vida de cinco millones de personas.

Los emperadores romanos Lucio Vero y Marco Aurelio Antonio de quien toma su nombre esta pandemia también fueron víctimas de ella. Por acá, Maduro y su pandilla podrán librarse del coronavirus, más no de sus terribles consecuencias económicas, sociales y políticas.

Nicolás el charlatán

La explicación al surgimiento de las pestes en el pretérito estaba asociado a la superstición y las curas se buscaban en la hechicería, conductas que desataron la burla del escritor sirio Luciano Samósata, llamado por Engels el Voltaire de la Antigüedad.

En los años de la Peste Antonina, Samósata fustigaba a Alejandro el charlatán quien distribuía versos para ser colocados en las puertas de las casas como medida de resguardo ante la epidemia.

Ante el coronavirus a Maduro no le cuesta nada hacer de charlatán y valerse de la superchería del radicalismo comunista internacional para repetir que fue un virus inoculado por las multinacionales de la salud para vender más medicinas.

Hay historiadores que ven en la peste Antonina un punto de inflexión que marcó el comienzo de la caída del Imperio Romano. Por estos predios el comienzo el fin fue el 6 de diciembre de 2015 con la victoria opositora en las parlamentarias, lo demás ha sido sólo ganar tiempo que ya le resta poco. No voy a decir que el coronavirus echará a Maduro del poder, aunque pudiera acelerar su fin.

Humor versus pandemia

En Venezuela la gente en una suerte de terapia colectiva para morigerar el creciente pánico, que vació los anaqueles de insumos para la protección del mortal virus, hizo uso del recurso del humor negro.

La proliferación casi inmediata de memes satíricos y chistes en las redes sociales sobre el coronavirus en Venezuela, a la par de la difusión de recomendaciones a guardar por la pandemia, fue la respuesta de la población a la declaración de Maduro que todo el mundo tomó como una confirmando de lo que ya era una sospecha general.

La multiplicación de la creatividad popular haciendo guasa de Maduro y su régimen es la prueba más contundente del escepticismo de los venezolanos ante la palabra del usurpador.

El humor regocija, divierte, sirve de descarga contra los tiranos, alivia los males del alma, nos venga de los sátrapas, pero no cura los virus de la pandemia.

En lo posible seamos ciudadanos

Lo ideal sería un paciente comportamiento ciudadano de aislamiento social y observación de todas las normas preventivas de contagio, mientras aparece una solución que borre la pandemia de la faz del mundo y ayude a esta tierra, una vez de gracia, a evitar una mayor desgracia.

Sin embargo, no será así porque quien vive del diario tendrá que seguir en la calle a todo riesgo para procurar su subsistencia y quien no tiene agua en casa debe salir a buscarla.

El cielo se puede llenar de clamores y oraciones, pero la imposibilidad de disponer de las condiciones mínimas de atención a los afectados por el virus, solo nos deja como recurso la determinación a seguir exigiendo la renuncia de Maduro para darle paso a la libertad y la democracia que nos permita enfrentar todos los males que nos golpean.