Luis Barragán: Inusitada arma política, el coronavirus

Luis Barragán: Inusitada arma política, el coronavirus

Luis Barragán @LuisBarraganJ

Desde hace varias semanas atrás, los venezolanos hemos prestado atención a las iniciativas implementadas en otras latitudes ante la propagación del llamado coronavirus (COVID-19). Observamos las rápidas y organizadas medidas, por cierto, avisando de la propia existencia de un Estado, en contraste con un régimen que inicialmente intentó decretar la confianza que, simplemente, nadie le tiene.

Todos sabemos cuáles son nuestras condiciones sanitarias, la escasez y el encarecimiento de medicamentos, equipos médicos y complementos nutricionales, por no invocar el trauma de la energía eléctrica y el agua potable. Hay enfermedades que alguna vez superamos, volviendo bajo la rigurosa censura de la usurpación, sin que sepamos de cifras, tendencias y soluciones; e, incluso, desde la escuela de Medicina Luis Razetti (UCV), el estudiantado demanda la publicación del correspondiente boletín epidemiológico que revele las cifras reales para adoptar las medidas más adecuadas en torno al control y prevención del CIVID-19, ejemplificado un acto de responsabilidad ciudadana.

Absolutamente previsible, Tarek William Saab inculpa a la oposición por todo aquello del embargo y las sanciones y, seguramente, tratará de engordar la diligencia en la que se ha empeñado Maduro Moros ante la Corte Internacional Penal de la cual, por cierto, poco se sabe; por lo además, entendemos, el sector salud no ha sido afectado por las medidas adoptadas por otros países, pues, ha informado el presidente Guaidó sobre las vacunas de los Programas Especiales de Sarampión y Difteria de 2019 y 2020, implementados con fondos estadounidenses. O, un poco más creativo, Henri Falcón solicita una tregua y un diálogo nacional intentando darle sintonía política al sector que representa y compite con otros en una órbita indeseable para las grandes mayorías.





Le toca a la sociedad civil organizarse en todo lo posible para evitar el contagio, seguir las orientaciones de los especialistas y, definitivamente, confiar en Dios, anunciando otra y también distinta experiencia de supervivencia, en medio del marasmo humanitario. Acierta el diputado Omar González al exigir la inmediata protección para los médicos que cumplen con la más elemental responsabilidad de alertar respecto a la situación actual o eventual del coronavirus en Venezuela, pues, se disparan rápido los resortes de la (auto) censura y de la represión, como si bastaran para detenerlo o doblegrlo.

Mil veces comprobado, nadie duda del carácter malévolo de esta dictadura que calcula y jura las ventajas que puede obtener del asunto, comenzando por el siempre deseado toque de queda, parálisis, inmovilismo y resignación del país que lo rechaza y protesta, dándole ocasión para cualesquiera maniobras que despacha Miraflores, sin el menor rubor, y aún en las peores circunstancias. Luego, el COVID-19 funge como una inusitada arma política que está más acá, por su brutalidad, de las reflexiones suscitadas por la biopolítica y sus derivados.