Olga Hidalgo de Curiel: La Iglesia es Madre y Maestra

Olga Hidalgo de Curiel: La Iglesia es Madre y Maestra

Sin ánimo de violentar grandes verdades de la fe y mucho menos exponer al desprecio público a quien me voy a referir que como ser humano tiene sus sombras y sus luces me atrevo a hacer este planteamiento. Los Laicos de hoy tenemos que ser dolientes y no indolentes, sentir el fuego del sol que calcina las espaldas del prójimo por esas calles de Dios, con todo y cuarentena, entre miserias y miserables, abusos de poder y de ser instrumento dócil en manos de demagogos y populistas; además, tener el coraje de decir en público lo que comentamos en privado para ser coherentes y auténticos. 

Vivimos un momento crítico en el cual es necesario el aislamiento social preventivo, para evitar que el ritmo del contagio se acelere. Perfectamente de acuerdo, pero difiero totalmente de las expresiones emitidas en las redes por un sacerdote de la comunidad que con un lenguaje soez y desconsiderado conminaba al pueblo coriano a cumplir con el aislamiento adornando su mensaje con una serie de palabras que no se compaginan con su alto ministerio eclesial; si era con el deseo de lograr cambio de actitud ante la situación gravitante que también se suma a nuestras calamidades de los últimos tiempos, son contraproducentes y anti-éticas porque esas expresiones groseras e insultantes que proceden de alguien que ocupa una representatividad invalorable solo logran el efecto contrario. Un Ministro de la Iglesia no puede dar rienda suelta a una terminología que degrada y ofende, que dice mucho de quien la expresa, máxime, si es un cura de almas; su representación es demasiado exigente por cuanto la Iglesia es Madre y Maestra.         

Benedicto XVI, en su obra “La Iglesia una comunidad siempre en camino, con claridad expresa refiriéndose al Magisterio de la Iglesia. Es tiempo de revisión, de rectificación y de apertura a la luz dinámica actual ante nuevos desafíos y nuevos retos; a verdades que tengan fundamentos y que la clave y la fuerza de la Iglesia radican en la fidelidad y la corrección”. Las expresiones banales y de circunstancia nada edifican, no anuncian que Cristo muerto ha resucitado para bien de la humanidad. Los Laicos somos un brazo motor de la Iglesia en movimiento, intentando lograr una espiritualidad que es la presencia de Dios en nuestras vidas, siempre incluyente sin falsas posturas; asumiendo una religiosidad que preserva creencias pero que no es beatería inconsistente que deforma  y aleja a quienes viven su fe sin estrepitosas maneras.   En estos momentos de confusión y caos hacen falta palabras que animen, que edifiquen capaces de motivar a cumplir mandamientos de Dios y Leyes Civiles que procuran el bien de todos. 





Desean palabras exentas de connotaciones vulgares y ofensivas.  ¿Será que el Señor Cura se comió el cuento que al Pueblo le gusta la vulgaridad y la chabacanería y que lo descalifiquen insultándolo?      

Cristo con su mensaje de amor enseñó al Pueblo con lección de dignidad y respeto.