En FOTOS: Así viven los migrantes venezolanos la cuarentena por coronavirus en el mundo

 

El equipo de La Voz de América le solicito a cinco inmigrantes venezolanos que envíen un relato de cómo están viviendo esta cuarentena y estas son sus historias.





lapatilla.com / Con información de VOA

Diversas son las actividades que llevan a cabo los venezolanos en que actualmente residen al rededor del mundo durante sus períodos de confinamiento por el coronavirus, una pandemia que ya se propagó en más de 154 países.

“El pasado 15 de marzo y como todos los domingos salí a hacer mis compras semanales, pero noté que esta vez el ambiente estaba tenso. A la entrada del supermercado estaban regalando guantes y mascarillas (…) Al entrar al supermercado noté que el precio de los productos de larga duración habían [sic] subido de precio notablemente, pero no lo asocié inmediatamente con la situación actual. Al ver que la mayoría de familias compraban enlatados, productos de larga duración y proteína congelada supe que el pánico del COVID-19 ya había llegado a Emiratos Arabes Unidos, y decidí hacer lo mismo”, relató a la VOA, Nestor Mercado, sommelier venezolano que emigró en 2018 a los Emiratos Árabes Unidos. “Al regresar a mi trabajo el martes 17 me encontré con la triste noticia de que el restaurante donde trabajo había tomado la decisión de cerrar las puertas para sumarse a las medidas preventivas”.
“Desde entonces evité salir a la calle, trato de seguir mi horario habitual, me siento en mi escritorio a hacer cursos en línea y adelantar algo de trabajo”, agrega Mercado.
“Salí a caminar a la playa para despejar mi mente. Para ese entonces había dejado de ver las noticias porque me estaban afectando mucho, así que no estaba al tanto de todos los decretos que el Sheikh de Dubai había implementado. Me multaron con 800 dólares por estar en la playa pública y exponerme al virus”, relata el joven sommelier.
Sobre su rutina diaria, el venezolano comentó: “yo personalmente empecé a ir a los supermercados luego de la medianoche porque hay menos personas y los anaqueles están reabastecidos”.
Carlos Peña, es un periodista venezolano que vive desde hace 3 años en Chile con su mamá y su perrita. “Mi día a día cambió radicalmente. Aunque en Chile no existe aún cuarentena total, afortunadamente en mi trabajo tomaron la decisión de que todos estemos conectados desde la casa”, comenta a la Voz de América.
Sobre su rutina, indica que: “desde el lunes 16, me despierto y me conecto al computador. Trabajo en una agencia de comunicaciones, así que mantenemos reuniones constantes con compañeros y clientes para alinear las estrategias y acciones a seguir con las marcas durante la contingencia. Ese fin de semana antes de comenzar el aislamiento, fui al supermercado y compré comida e insumos suficientes para un mes aproximadamente; a pesar de todo aún habían [sic] muchas cosas en los anaqueles y los precios no se incrementan por la crisis”,
“Además del teletrabajo, tengo una lista infinita de películas y series por ver. Solo salgo un par de minutos al día para pasear a mi perra muy cerca del edificio, pero ya comienzo a tener miedo hasta de esta acción, así que probablemente deje de hacerlo muy pronto”, comenta Peña sobre cómo se distrae durante la cuarentena.
“Tengo la sensación de que los días son mucho más largos, y al menos acá no tenemos ninguna idea de cuándo volveremos a la oficina y a la normalidad. Mi mamá siempre se queda en casa, pues por su edad debe cuidarse más que yo, igual al salir y volver a la casa, cumplo con todo los protocolos que se deben hacer de limpieza”, apunta Peña,
Sobre su madre, indica que: “Ella está tranquila, pero todos estamos con ansiedad, pendientes de las noticias. Igual dice que hay que rezar”.
Jofran Subero salió de Venezuela siendo Comunicador Social y lleva 1 año y 4 meses con su pareja en España “Lo primero que se me vino a la mente al presentarse esta situación fue esa frase criolla que usamos los venezolanos “tanto nadar para morir en la orilla“, cuando nos referimos a tanto esfuerzo que hacemos por algo y al final no sirve de nada”, explica Subero a la VOA.
“La llegada del COVID-19 a España nos obligó hacer una pausa en nuestras vidas tanto en lo laboral como en lo personal. Al principio pensaba que podría ser algo pasajero, pero los días fueron cambiando, la situación fue agravando los números de contagio, los muertos aumentaban y siguen aumentando sin parar, la preocupación se nota en la calles , supermercados y sin duda en nuestros hogares”, comenta Subero sobre la situación en la nación europea.
El comunicador confiesa a la VOA sus principales dudas por la situación. “Muchas preguntas pasaban por mi mente ¿Cuándo podremos hacer nuestras vida normales?, ¿Cómo vamos a cubrir todas las facturas de casa ?, ¿Cómo ayudar a mis padres en Venezuela? Pero lo primordial era cumplir todas las medidas sanitarias para que no se siguiera propagando el virus”.
“Los días en casa van pasando, la rutinas han cambiado. Ahora nos tomamos el tiempo para ordenar parte de la casa, leer con tranquilidad , desempolvar los juegos de mesa, llamar a nuestros familiares en Venezuela, saber cómo están, preguntarles si están tomando las medidas necesarias para estar a salvo porque para ningún venezolano es secreto que contamos con un sistema de salud que está hecho pedazos”, confieza Subero.
“En el trabajo me hicieron un ERTE, que es expediente de regulación temporal. Permiten a las empresas suspender durante un tiempo la relación laboral con sus trabajadores. Esta expresión administrativa y sus siglas, desgraciadamente, se van a hacer muy famosas en los próximos días y semanas. Consisten, básicamente, en que la empresa, después de haber negociado con la plantilla, suspende los contratos de todos sus empleados o de parte de ellos durante un periodo limitado. En este tiempo los trabajadores se van al paro y cobran la prestación que les corresponde. Una vez finaliza ese tiempo, los trabajadores vuelven a sus puestos de trabajo”, explica el comunicador.
Sobre el día a día, relata que: “como parte de nuestra rutina de cuarentena no puede faltar a las 8:00 de la noche salir a nuestras ventanas a darle aplausos a todos los médicos y enfermeras que trabajan contra este terrible virus”.
Daleska Salas, es una enfermera que tiene 2 años radicada en Perú con su novio, su mamá y su hermana “Soy diabética, soy más vulnerable a este virus. Lo primordial para mí era conseguir guantes y tapabocas, lo cual me costó muchísimo conseguir. Trabajo con una paciente psiquiátrica. Durante este periodo debo cuidarla durante 3 días seguidos y luego es cuando puedo regresar a mi casa. Es una persona muy ansiosa y no es fácil quedarse con ella tantos días. Eso te afecta psicológicamente y muchísimo más en este momento, estando con ella fue cuando me enteré que el país había entrado en cuarentena”.
La enfermera comenta a la VOA que: “Durante esta cuarentena nos hemos visto afectados económicamente, pues antes que esto comenzara éramos 4 personas que dábamos ingreso a la casa, ahora solo somos dos”.

“Lo que más me preocupa es conseguir mi insulina. Gracias al carnet de extranjería y al seguro podía adquirirla en un hospital a un costo mucho más bajo que en una farmacia, esto cambió con la llegada del coronavirus. En los hospitales sólo están recibiendo emergencias, esto agrava aún más nuestra situación económica, ya que los costos de mi tratamiento ahora son el triple de costosos [sic]”, afirmó.
Recuerda que “lo primero que hicimos cuando escuchamos que ya habían [sic] más de 100 casos en el país, fue ir al supermercado a comprar comida y abastecernos lo suficiente para poder pasar todo este tiempo”.

Sobre su tiempo en casa: “Nuestra rutina ha cambiado por completo. Todos pasábamos el día trabajando, ahora todos debemos estar en casa, lo cual genera más gastos, ya ni siquiera podemos sacar a pasear al perro, te pueden llevar detenido”. “Pasamos el tiempo, jugando, viendo películas, haciendo actividades para que está situación no nos afecte más”.