Y ¿Si la cura es peor que el virus?

Un trabajador de la salud lleva a un paciente en camilla desde una ambulancia en el hospital Pontchaillou de Rennes durante una operación de transferencia de personas infectadas con la enfermedad por coronavirus (COVID-19), desde el Hospital de la Región de París a Britanny, Francia, 1 de abril de 2020. REUTERS / Stephane Mahe

 

De acuerdo con expertos consultados por La Voz de América el remedio puede ser peor que la enfermedad. En especial porque si no se usa de la forma correcta puede servir para propagar con más rapidez el virus y crear otras crisis cuando todo esto pase.

Por Lenny Castro / voanoticias.com





David Alfaro, investigador medioambiental que trabaja para la ciudad de Houston, explicó a la VOA que romper algunos protocolos sanitarios parece temerario en este momento, en especial cuando cada medio e institución nos recalca su importancia, pero dice que vale la pena también reflexionar sobre los efectos colaterales de seguir los lineamientos sin pensar si lo que hacemos es lo correcto o aplica a nuestra realidad.

¿Qué efectos secundarios traerán mis acciones? ¿La forma en que estoy aplicando los protocolos es la correcta? ¿No será más dañino el método de prevención que el propio virus? ¿Estoy pensando en los demás cuando me armo de guantes y luego los tiro a la calle para no llevar la contaminación a mi hogar?

Alfaro afirma que en muchas ocasiones la clave es “informarse para tomar medidas efectivas”, por ejemplo, dice que ha visto personas usar guantes en el supermercado y con los mismos guantes que han tocado todas las superficies abrir una bolsa de bocadillos y llevárselos a la boca; en otros casos, las personas que los usan toman su celular y se lo llevan al oído o se tocan la cara con ellos.

Los trabajadores médicos se pusieron sus equipos de protección antes de trabajar el 27 de marzo de 2020, en la unidad para pacientes infectados con coronavirus COVID-19 en el Hospital Erasme en Bruselas. (Foto por Kenzo TRIBOUILLARD / AFP)

 

Hay algunos que con esos mismos guantes que hicieron las compras conducen el auto y están los que después de hacer todo eso, no los tiran a un recipiente adecuado, sino que lo dejan en las calles.

Alfaro recalca que, “no solo es tomar la medida por tomar, sino saber por qué se está tomando“, y no solo seguirla porque los demás lo hacen. Lo mismo puede aplicar para el uso de las máscaras, no sirve de nada portar una que no sea la adecuada o usarla de forma incorrecta.

Efectos colaterales
“Si bien mucho se habla del efecto positivo que va a tener sobre el medioambiente el paralizar todo, hay otros efectos (en menor o mayor escala) que vienen a tener su impacto negativo sobre éste como es la generación de todos estos desechos que surgen a raíz de las medidas preventivas”, aseguró el investigador medioambiental.

Al hacer referencia a esos desechos el experto va más allá de los generados por los centros de salud para combatir el virus.

Están también los que usa una sola vez la población para protegerse, los que ahora generan las comidas a domicilio (quienes actualmente han aumentado el consumo y oferta de empaques), el aumento de ventas en línea que también genera más desechos de distintos tipos, entre otros.

Cuando hay un respirador disponible por cada cinco víctimas del nuevo coronavirus que lo necesitan, el triaje se emplea para decidir quién accede a él. (REUTERS/Yves Herman)

 

“… Hay una falta de conciencia ambiental”, citó Alfaro quien también agrega que, buena parte de esos desechos – serán procesados dependiendo la legislación de cada estado – pero otros, como esos guantes que la gente tira a la calle o empaques, cuando vengan las lluvia serán arrastrados a alcantarillas, pueden causar inundaciones y “muchas veces irán a terminar a los océanos”.

Pero el problema no termina allí, Alfaro asegura que mucho de este material desechado, como el plástico, terminará integrándose a los elementos del ambiente.

El experto cita como ejemplo de esto un estudio del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina, de Alemania, realizado en 2019 en colaboración con expertos del Instituto de Estudios sobre las Nieves y Aludes de Suiza.

Este estudio determinó que el plástico que se encontraba en los océanos se degrada y luego llega al hielo. El material termina siendo consumido por todos los animales de la región, desde peces a pájaros marinos y mamíferos, muchos de los cuales después son consumidos por los humanos.

¿Qué viene después?

Alfaro señaló que algunos de esos desechos como los guantes (dependiendo del material con que están hechos) tardaran entre 5 y 30 años en desaparecer. “Y si bien es cierto, el punto específico no es cuánto tiempo tardará en degradarse, sino qué tanto porcentaje de estos desechos está siendo manejado adecuadamente y si se está tratando en las mismas cantidades que se producen”.

Video VOA

En 2019 la organización británica Verisk Maplecroft, determinó por medio de una investigación a nivel mundial que Estados Unidos es el país que más desechos produce por persona en el mundo, tres veces más que la media global y, además, es una de las naciones desarrolladas con la menor capacidad de reciclaje.

¿Por qué la falta de conciencia y empatía?

Volviendo al ahora y a los comportamientos que contribuyen a la expansión del virus, surgen varias preguntas, como: ¿Por qué frente al coronavirus algunos grupos se protegen a sí mismos y pareciera que no piensan en los demás? ¿Por qué no piensan que el bienestar colectivo es lo único que puede ayudarnos a mantenernos sanos? ¿Por qué si se les pide acatar una cuarentena se niegan?

Según Carol Custodio, licenciada en psicología con maestría en administración pública, “son comportamientos de gente que entra en ansiedad. Que se aprenden y copiamos (…) el temor a enfermarse limita la capacidad de ver las consecuencias de nuestro comportamiento”.

Por lógica si todos tenemos acceso a productos de limpieza hay menos riesgo de la propagación de contagio, pero si se acapara eso no pasará. Si mantenemos la distancia social hay menos probabilidad de contagio.

Un claro ejemplo, de que muchas veces la lógica no se usa, es lo que pasó en Miami o Nueva York y en muchas otras ciudades del mundo entero, donde la gente joven se volcó a las calles, a las playas y a los parques, sin importar que, si bien algunos de ellos no eran grupos de riesgo [en ese momento] iban a convertirse en portadores.

Hay países en América Latina donde en clara rebeldía comunidades enteras salen a las calles, realizan fiestas cada noche en pleno estado de excepción y atacan a las autoridades cuando se presentan. Bolivia es un claro reflejo de ello, donde muchos grupos han declarado que el coronavirus es un invento.

“Hay diferentes percepciones de la realidad, están los que se vuelven paranoicos y los que lo toman con indiferencia “, explicó Custodio a la VOA, y agregó que es “la forma cómo procesan la información que recibimos” y ahí, dijo, “tiene mucho que ver la forma en que cada uno ha sido educado”.

Además, de acuerdo con los expertos, están los efectos psicológicos que genera el concepto de la cuarentena – voluntaria o forzada – donde hay un coctel de estrés, confusión, ansiedad y en muchos casos ira.