David Mendoza Yamaul: “Nada Sagrado”

“Nada Sagrado” se tituló el primer libro que leí sobre literatura Zen. Recuerdo que lo cargaba para arriba y para abajo en un morral de lona. Cuando había que esperar yo pelaba por mi librito. Debo confesar que en aquel entonces me maravillaba por aquello que según yo (eso entendía) era el Zen. En uno de aquellos cuentos un discípulo le preguntaba a su maestro “maestro qué es el Tao” y el maestro en su lecho, me lo imagino moribundo, débil con la voz quebrada y temblorosa venida de ultratumba misma “el Tao es el Tao”. El estudiante, luego de segundos, estupefacto, le replicó incisivo pero humilde, bastante atolondrado y consciente de su ignorancia, además necesitado de sacar del último aliento del maestro la verdad liberadora y unificadora del universo “maestro, qué es el Tao verdadero” A lo cual el maestro respondió “el Tao verdadero es el Tao verdadero”. Ahí habrán quedado aquellas palabras resonantes (me imagino). El maestro finalmente estiró la pata con la misma elegancia que todos aquellos otros que la estiran sin saber qué es el Tao y sin siquiera importarles. Lo asombroso ocurrió luego: el estudiante miró a sus compañeros totalmente confundidos y de pronto cambió el gesto (también me imagino) y gritó “entendí” a lo cual sus compañeros le interrogaron “y entonces, dinos, qué es el Tao” “el Tao es el Tao” “Y qué es el Tao verdadero” “El Tao verdadero es el Tao verdadero”. Así se volvió el sustituto de su maestro.

Parece el discurso político del gobierno

La verdad no es nada grato para mí comparar las locuras discursivas del gobierno con el Zen. Sin embargo, en el aspecto misterioso de lo que vendrá me lo recuerda. El misterioso futuro labrado, hermoso paraíso en el cual no hay necesidad ni desigualdad. Un paraíso sin hambre. Y si uno pregunta ¿Cómo se va a lograr construir ese paraíso sin hambre? “haciendo lo que tengamos que hacer” ¿Y qué es, en qué consiste lo que se tiene que hacer? “en hacer lo necesario”. Si uno voltea para los lados verá a los discípulos bastante cohesionados, una verdadera secta iluminada de adoración. Ahí no hay realmente ideología. No entienden mucho pero están llenos de fe.





La fe mueve montañas

El tema de la fe en la política está hermanado al tema de la verdad. Si yo soy patriota ¿Qué son mis adversarios? Si yo soy la verdad, si soy “el pueblo” ¿Qué son mis detractores? Si represento los más altos intereses de la nación ¿Qué representan mis detractores? Eso no es democracia. La democracia no es solamente tener derecho a poner un papelito en una caja o poder decir algunas cositas de vez en cuando. La democracia no está representada solamente en la forma de elección del gobierno, ella también está representada por una ética democrática y por una estética democrática. Cualquier intento electoral bajo los mecanismos y circunstancias actuales es más de lo mismo. Esta realidad es la más conveniente para el gobierno: si no hay condiciones electorales, las fuerzas democráticas del país se enfrentan a la misma disyuntiva presentada en las elecciones presidenciales express, que terminaron de acabar con las formas democráticas del país. Participar a pesar de las circunstancias y legitimar un parapeto electoral, o no participar y seguir estirando la cabuya para provocar un cambio de condiciones y circunstancias, que no sabemos cuándo ni cómo se van a lograr es una decisión complicada. Lo que sí es cierto, es que mantener la fe de la mayoría que quiere un cambio es una tarea muy difícil, mientras del otro lado los acólitos del gobierno son menos, pero rebosantes de fe. Ahora mismo no hay condiciones mínimas para una elección ni de junta de condominio en el país. Sin embargo, ahí está el fantasma de la barrida de la Asamblea Nacional, y con ella un golpe muy duro para las fuerzas democráticas. Estamos en puertas de una noche muy negra.

“El hambre es Inmortal”

En medio de la celebración del Centenario del Natalicio de Aquiles Nazoa, en un grupo de poesía por Whatsapp, dos de sus participantes mandaron su versión sobre la anécdota de la inmortalidad del hambre atribuida a Aquiles Nazoa. El primero fue mi papá “Antonio Mendoza: Carlos Nazoa (tío de mi mamá) le contó un día que Aquiles le había pedido recoger el dinero que le debían los libreros. Carlos risueño (según mi papá) le contó burlonamente a Aquiles que uno de sus deudores se quejó alegando que él (el librero) “le había matado muchas veces el hambre a Aquiles” a lo cual Aquiles respondió “¿Y es que ese ***** no sabe que el hambre es inmortal?

Entrada la noche otro participante del grupo “Fruto Vivas”: Micaela de Nazoa le contó a él (a Fruto) que una señora en El Guarataro le dijo que le había matado el hambre a los Nazoa, a lo cual ella respondió que eso era falso porque “el hambre de los Nazoa es inmortal”.

No es posible hablar de Aquiles Nazoa y no referirnos al hambre que vive el país. Pan y circo (uno de sus trabajos) con el poema de la gallina o el Nocturno del Poeta y la Arepa, o esta frase que les acabo traer. Tengamos hambre de vida, de solidaridad, de libertad y democracia, de conocimiento y acabemos con esta hambre de tripa rota y bilis que azota al país. Hambre vergonzosa e injustificable ni con el más descocado y distorsionado cuento zen.