El aeropuerto casi desconocido que vive un boom en medio de la pandemia

El aeropuerto casi desconocido que vive un boom en medio de la pandemia

Foto: AFP

 

 

En una extensísima llanura en el este de España, el aeropuerto de Teruel presume de ser rentable sin necesidad de pasajeros. Se dedica a almacenar, mantener y reciclar aviones, y desde que la pandemia bloqueó en tierra los aparatos, la demanda se ha disparado.





Bajo un sol rutilante, unas 100 aeronaves reposan en este insólito aeropuerto, la mayor plataforma de Europa dedicada a estos servicios. Entre los aparatos hay nueve Airbus A380, el avión más grande de pasajeros, y un Boeing 747.

Los motores están cubiertos con lonas rojas, para evitar que entre suciedad o aniden aves, y con sus chalecos amarillo flúor y herramientas en mano, los empleados trabajan en verificaciones, reemplazos de piezas o engrases.

“Tenemos un alcance global”, asegura a AFP el director del aeropuerto, Alejandro Ibrahim. Las aerolíneas clientes son numerosas: Air France, Lufthansa, British Airways, Iberia, Avianca, Etihad, China Eastern…

Los responsables del aeropuerto aseguran que desde su apertura en 2013 no habían visto tantos aviones aquí, y calculan que en un mes podría alcanzarse el tope de capacidad, unas 125 aeronaves.

A título comparativo, en marzo, antes de que la pandemia de covid-19 desencadenara cierres de fronteras y cancelaciones masivas de vuelos, había 78.

“El servicio que le estamos dando a nuestros clientes, que son las compañías aéreas y empresas de leasing, se ha intensificado, por esa necesidad tan importante que hay ahora de mantenimiento y estacionamiento de larga estancia con personal especializado”, subraya Ibrahim.

– Mantener y reciclar –

Si bien la gestión del aeropuerto depende de un consorcio público, los servicios prestados corren a cargo de Tarmac Aerosave, una empresa privada con instalaciones en las ciudades francesas de Tarbes y Toulouse, además de Teruel. Entre las tres puede recibir hasta 250 aparatos.

En la ciudad española tiene una concesión de 80 hectáreas, que incluye la campa para estacionar los aviones y dos hangares, uno de ellos de 6.000 m2 para aparatos de fuselaje ancho.

Los trabajos son minuciosos: el solo estacionamiento implica tareas diarias, semanales, mensuales o hasta semestrales, para que el avión, “cuando se quiera volver a su estado normal de vuelo, esté en condiciones de poder hacerlo”, explica frente a un Airbus A340 cuatrimotor Pedro Sáez, director general de Tarmac Aragón, la rama local de Tarmac Aerosave.

Fuera del hangar pueden verse también al menos cinco aviones sometidos a reciclaje, un servicio que permite recuperar “el 94% del peso del avión para su uso, otra vez, en la industria aeronáutica”, explica Sáez enumerando los elementos reciclados: motores, tren de aterrizaje, computadores, mandos de vuelo, aluminio, acero, titanio…

“Vienen a ser una media de unas 1.500 ó 2.000 piezas las que se aprovechan”, apunta.

– Un negocio en crecimiento –

El aeropuerto de Teruel fue concebido desde su inicio para fines industriales, aprovechando el abundante espacio disponible, en un altiplano a 1.000 metros de altitud, y un clima seco y soleado favorable para la longevidad de los aparatos.

También ayuda una despoblación en la zona que, si algo bueno tiene, es que “es un sitio no congestionado para el tráfico aéreo, con lo cual es fácil el acceso de los aviones”, detalla Ibrahim.

En 2020 el director espera un 24% más de ingresos en Teruel, que propone tarifas más competitivas para el estacionamiento que un gran aeropuerto comercial al uso.

Las perspectivas son tan positivas que en los dos próximos años se prevé una inversión pública de 25 millones de euros para, entre otras cosas, construir un nuevo hangar con capacidad para dos A380, y ampliar el espacio para depósito. “Llegaremos a más de 350 aeronaves” de capacidad, incide Ibrahim.

“Se puede ir creciendo”, coincide Pedro Sáez, confiado en que siga habiendo “una fuerte demanda” de los servicios de Tarmac, empresa participada por el consorcio europeo Airbus y las francesas Safran y Suez.

En un futuro, Alejandro Ibrahim no descarta traer pasajeros, pero sería una actividad “residual”, en un aeropuerto orgulloso de haberse encontrado del buen lado ante el abrupto parón del turismo inducido por el coronavirus.

“No los teníamos antes, no los tenemos ahora, y por eso no nos afecta el tráfico que no hay actualmente de pasajeros”, resume.

AFP