Simón Rodríguez y la política, por William Anseume

A Simón Rodríguez se le reconocen debidamente múltiples facetas. Fue de esos estupendos hombres geniales que abundaron en nuestro siglo XIX. Generalmente destacan de él sus cualidades pedagógicas en métodos adelantados y observaciones valiosas todavía hoy para la transmisión del conocimiento. Se le recuerda grandemente por haber sido maestro de Simón Bolívar, así como se indica su ascendiente para la determinación del eximio militar caraqueño en procura de la libertad de América. Una de sus aristas intelectuales menos frecuentada o conocida, digo de Rodríguez, es la de analista político. Tal vez por sus desencuentros en ese sentido con el mariscal Antonio José de Sucre en Bolivia. Una anécdota en ese sentido recrea cómo le sirvió Rodríguez a Sucre en alguna oportunidad una comida en bacenillas, por ejemplo. Lo que manifiesta supremamente el poco entendimiento que entre ambos hubo. La faceta de Rodríguez elaborando planteamientos político-filosóficos es de cuidado, sobre todo en estos momentos tan difíciles de nuestro acontecer nacional.

Su definición del término política merece delicada atención. Vislumbremos, además, el uso de la representación gráfica tan particular en la escritura de este sabio caraqueño:

“En el arte de gobernar como en otros,
Política
es saber tomar las medidas
que piden las circunstancias,
para asegurar el buen éxito
de una empresa…TRATANDO
CON HOMBRES
manejo, intriga, maniobra, artería… no son condiciones de la Política”.





Bastaría esta cita para elaborar un tratado acerca de lo que nos ocurre en Venezuela, entre otras cuestiones por continuar permanentemnte desatendiendo la sola definición planteada por el maestro estupendo. Primero aquello de atenerse a las circunstancias. Justamente por no interpretar bien nuestro acontecer y responder adecuadamente a ello, como es debido, estamos, de este modo, tan entrampados todos. Luego, su reconocimiento de que la política no es trampa, ni viveza criolla, ni salidas a traición, dice mucho de su talante humano y del de la política. Algunos partidos venezolanos y en especial sus más altos liderazgos deberían detenerse con suma preponderancia a auscultar sólo esta mínima reflexión.

El otro aspecto que deseo resaltar de este interesantísimo enfoque que a la política le otorga Simón Rodriguez es el de la adecuación a la realidad y las formas variadas, diferenciadas, por la libertad y, posteriormente, por su sostenimiento. Son absolutamente distintas. Son hasta enfrentadas:

“Tan impropio habría sido, el otro día, el disputar la INDEPENDENCIA con escritos-como ahora, el discutir un código a balazos”.

Distingue con claridad cuando se amerita la fuerza de cuando el uso del discurso, el razonamiento y la opinión.

Los fundamentos políticos establecidos en nuestra memoria escrita, por los grandes autores que precedieron la fundación de la nación deben ser cuidadosamente revisados para evitar deslices que nos sigan sumiendo en este letargo, en esta inercia, en este injusto alargamiento de una situación ciertamente insostenible desde donde se le observe. Tal vez vuelva en otras distintas ocasiones sobre el maravilloso pensamiento político de Simón Rodríguez. Los invito a una profunda revisión de esas ideas, todo un legado espiritual.