Juan Pablo García: ¡Vaya cura, caray!

Juan Pablo García: ¡Vaya cura, caray!

La Compañía de Jesús, a través de su Provincial, el padre Rafael Garrido, cumplió con su responsabilidad de aclarar las cosas: simplemente, no está de acuerdo con la criminalización de los venezolanos que tratan de reingresar a su país desde Colombia, como lo hizo el padre Numa Molina. Esto de tratar de “bioterroristas” e inculpar, pues, el comentario no ha sido aislado, al gobierno colombiano de urdir una conspiración de tamañas dimensiones, no es propia de un cristiano y, menos de un sacerdote. Que sea partidario el merideño de la anacrónica teología de la liberación, por ejemplo, es o puede ser natural en el seno de la comunidad católica, pero no lo es el fanatismo político que llega hasta sus últimas consecuencias del madurismo, insensato, atorrante, y que clama a los cielos en el contexto de la Venezuela que Chávez y Maduro hundieron en la catástrofe humanitaria.

Cierto, es difícil comprometerse con la verdad por los riesgos que acarrea, pero es necesario hacerlo aún más cuando se trata de un sacerdote. Y ¡vaya cura, caray! Indolente ante el hambre, las enfermedades y miserias de casi todo el país, pero muy bien cortejado por el mafioso mayor y las mafias que pretenden sepultarnos vivos. Que no simpatice con la oposición, está en su derecho, pero no sólo fue indiferente ante la muerte de centenares de jóvenes en la calle por la evidente y morbosa represión del régimen, pero Molina todavía va a Venezolana de Televisión (el canal robado a todos los venezolanos), a decir que vivimos en democracia. Hay de quienes, en medio de un apremio, se le acerquen a pedir ayuda porque Numa lo delata. ¡Es un agente de la usurpación clavado en el seno de la Iglesia! Entonces, ¿basta con una amonestación?

Quien reconstruya la vida de Molina por estos años, fácilmente deduce que le cayó en gracia a Nicolás y a la mujer, utilizando la Iglesia de San Francisco para oficiarle a ambos la misa que se les antoje. Si es que pretexta un trabajo pastoral en el seno del poder, ha fracasado porque ni de Cilia ni de su marido puede esperar una conversión. Además, quien debe esperar su propia conversión es Numa Molina, plácido al concurrir a cualquier sarao de Miraflores, a emplear los símbolos religiosos dizque para santificar a la pareja usurpadora y sus compinches, que son el poder mismo en mi sufrida patria.





Por lo menos, el padre Carlos Borges, adulante de Juan Vicente Gómez, era poeta. Numa, ha de ser un consumado delator de la feligresía que osa o alguna vez osó en confiar en él.¡Vaya cura, caray!.