Un venezolano tiene que trabajar más de siete meses para comprar ocho alimentos

Personas hacen fila para pagar sus compras en un supermercado, el 16 de mayo de 2020, en Caracas (Venezuela). EFE/ Rayner Peña

 

En Venezuela se necesitan más de siete salarios mínimo o pensión de 400.000 bolívares para adquirir una canasta alimentaria mínima de ocho productos, compuesta por un kilo de carne, de pollo, de harina de maíz precocida, de arroz, de pasta y un kilo de queso blanco, además de un litro de aceite y un cartón de huevos.

Por Carlos Seijas Meneses / talcualdigital.com





De acuerdo con el Observatorio de la Canasta Alimentaria de la fracción parlamentaria de Primero Justicia, en Apure un venezolano que gane salario mínimo necesita ahorrar por siete meses y 19 días para tener los 2.875.000 bolívares (12,01 dólares a una tasa promedio de 239.365 Bs./$) que se requieren para cubrir la cesta. Este estado es el más barato para alimentarse, lo que no significa que la situación alimentaria de su población sea mejor que la del resto del país.

En Nueva Esparta, que por tercera semana consecutiva se mantiene como el estado más costoso para alimentarse de las 19 entidades monitoreadas, se necesitan 11,54 salarios mínimo, es decir, más de un año de trabajo, para adquirir la cesta que cuesta 4.617.000 bolívares, unos 19,29 dólares al tipo de cambio promedio utilizado por el observatorio.

Entre el estado llanero y el insular hay una diferencia de 1.742.000 bolívares, debido a que en los precios de Apure no inciden los altos costos de transporte de los alimentos, sobre todo de la proteína animal, como en Nueva Esparta.

Por ejemplo, mientras que en San Fernando un kilo de carne de res cuesta 560.000 bolívares, en Margarita tiene un precio promedio de 1 millón de bolívares, casi el doble; y mientras que un apureño paga 400.000 bolívares por un kilo de queso blanco, un neoespartano tiene que desembolsar 1.200.000 bolívares.

«Que en ningún estado del país con un salario mínimo se pueda comprar un solo rubro de proteína animal, como carne o pollo, refleja la situación de precariedad de los hogares venezolanos», afirma el diputado José Guerra.

En Venezuela 79,3% de la población no tiene cómo cubrir la canasta de alimentos, mientras 96% de los habitantes se encuentra en situación de pobreza, de acuerdo con la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2019-2020 presentada el pasado 7 de julio.

Variación porcentual de los precios totales de las canastas del 20 de julio con respecto al 13 de julio

 

«El régimen es incapaz de darle un apoyo correcto y suficiente al venezolano. Ha mostrado su imposibilidad de paliar la gravísima situación en cuarentena», sostiene la diputada a la Asamblea Nacional (AN) por el estado Portuguesa María Beatriz Martínez. «En otros países los Estados han incrementado el gasto público para ayudar a sus ciudadanos, aquí en Venezuela no hay posibilidades con el régimen de Nicolás Maduro de hacer lo mismo porque, por un lado, las reservas están en el suelo, y por el otro no tenemos manera de acceder a financiamiento extranjero».

La Asamblea Nacional ha insistido en la implementación de un plan de apoyo al hogar venezolano que incluye una transferencia directa de 100 dólares al 100% de la población «sin ningún tipo de manipulación ni de manejo oscuro».

«Los bonos de hambre de Maduro buscan la humillación de la dignidad humana del venezolano para poder controlarlo con el hambre», dice la diputada.

Señala que si se suman los bonos que han recibido los pensionados desde que Nicolás Maduro decretó el estado de alarma el 13 de marzo hasta mediados de julio daría un total de solo 1.124.000 bolívares, que son apenas 4,68 dólares en cuatro meses de cuarentena.

La canasta que calcula la parlamentaria, la de Portuguesa, aumentó 3,78% entre el 13 y el 20 de julio al subir de 4.449.000 a 4.617.000 bolívares en 7 días.

Martínez explica que la merma en la oferta de algunos productos por la sostenida caída de la producción en Portuguesa, donde se cultivan fundamentalmente maíz y arroz, ha elevado los precios de estos alimentos.

«Lamentablemente hemos visto una poca producción en Portuguesa por las dificultades que tienen los productores para trabajar, entre ellas falta de insumos, de acceso a crédito y escasez de gasolina. Antes no solo nos autoabastecíamos de arroz sino que éramos exportadores. Había bastante disponibilidad en el mercado».