Retratos de una Venezuela culturalmente machista: La lamentable “normalización” del acoso

Retratos de una Venezuela culturalmente machista: La lamentable “normalización” del acoso

Foto: El Universal

 

 

Desde hace más de un año Gabriela González ha recibido de forma insistente mensajes en sus redes sociales por parte de un chico con el que tuvo en algún momento una relación. Al no sentirse cómoda con cómo iban marchando las cosas con él, prefirió evitarlo por un tiempo. Mientras él más insistía, había algo que no le inspiraba confianza, a pesar de eso accedió a salir con él una vez para hablar y aclarar algunos temas que quedaron sin resolver.





Publicado originalmente por Sarah Barrios en EL UNIVERSAL

Notó una actitud ansiosa por parte de él, y lo que parecía ser un reencuentro, terminó en un forcejeo por obligarla a tener relaciones sexuales con él. No podía reaccionar, simplemente estaba paralizada, no podía creer lo que estaba pasando.

Al llegar a casa no tuvo el valor de comentarle a nadie como se sentía, no solo se sentía adolorida, humillada, usada y traicionada por alguien en el que antes confiaba. Pensando en las veces en las que le decía que se detuviera, y que él nunca escucho.

A partir de ese día, él no paró de escribirle; persistió durante días, buscó otras cuentas de Facebook para lograr hablar con ella. Gabriela accedió por última vez a hablar con él para ver que tenía que decir en su defensa. Para su sorpresa la única justificación que tenía era que todo ocurrió por “ser insegura y por no tener autoestima”.

“Me escribía amenazándome con que si hablaba difundiría nude´s (fotografías de carácter íntimo o de desnudes) y videos míos. Decía que me relajara, que no era para tanto. Me contaba lo que hacía con mis fotos, y que yo tenía la responsabilidad de lo que me hizo. Vivimos cerca, y cuando me ve en la calle mantiene su mirada en mí, afortunadamente no he estado sola en esas ocasiones, pero siento miedo”, comentó González.

Por otra parte, una profesora anónima de una universidad en el interior del país tenía varias semanas con una situación poco usual con un estudiante. Múltiples mensajes de texto e intentos de acercamiento ya no pertenecían al comportamiento usual de un alumno dedicado.

Cierto día ella recibe un mensaje en el que el muchacho mencionaba que “sus senos estaban más grandes”, despertando un sentimiento de alerta en aquella docente que no vio más remedio que notificar a las autoridades de la universidad, que afortunadamente me brindaron el apoyo y la atención necesarias para arreglar el problema.

“El muchacho entraba a mi oficina, me esperaba a dentro de la oficina, caminaba detrás de mí en los pasillos de la universidad, descaradamente me veía de pies a cabeza, haciéndome sentir lo más incómoda posible delante de mis compañeros de trabajo y estudiantes. Me morboseaba de forma espantosa, y yo por guardar la figura de profesor trataba de disimular y de no darle importancia, aunque la verdad es que me hacía sentir como un pedazo de carne, y eso no podía seguir tolerándolo”, declaró.

Lee la nota completa en EL UNIVERSAL