Pedro Carmona Estanga: Los éxitos de la UE

Pedro Carmona Estanga: Los éxitos de la UE

Pedro Carmona Estanga

La UE ha sido hasta el presente el esquema de integración más exitoso de la historia. Su creación se debe a líderes visionarios de la postguerra como Schuman, Monet, De Gásperi y Adenauer, considerados padres de la integración europea, quienes impulsaron este gran proyecto desde sus bases: la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (1952), hasta la ambiciosa etapa de Unión Económica y Monetaria en la cual se encuentra en el presente, ello bajo la convicción de que la integración permitiría restañar las heridas dejadas por dos guerras mundiales en menos de medio siglo, y que jamás pudieran repetirse tan devastadores episodios bélicos entre hermanos europeos.

De la Europa de los seis: Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, fue ampliándose a partir de 1973 a la Europa de 9, de 12, de 15, hasta incorporar en 2004 y posteriormente a países de la Europa Central y del Este, que hicieron el tránsito exitoso del comunismo a la democracia y a la economía de mercado, requisitos sine qua non de pertenencia a ese club. Las bases de la Europa comunitaria se han sentado en la supranacionalidad (decisiones que emanan de fuertes órganos centrales), y en la gradualidad, gracias a lo cual ha podido avanzar desde lo meramente sectorial en sus inicios, hacia las etapas de libre comercio, unión aduanera, mercado común y unión económica, amén de importantes aspectos de unión política como la justicia, la libertad, la seguridad, la libertad, la solidaridad, y la seguridad, ya que la Carta de los Derechos Fundamentales: derechos civiles, políticos, económicos y sociales, son jurídicamente vinculantes para las partes.

Bruselas, 1965
Siendo aún un joven diplomático dedicado a los temas del comercio exterior y las relaciones económicas internacionales, tuve la fortuna de formar parte durante casi tres años de la Misión de Venezuela ante las Comunidades Europeas en Bruselas, como antes se llamaban, experiencia que marcó mi vida para siempre. De una parte, porque me permitió vivir profundamente a Europa, estudiar, ver de cerca el desarrollo evolutivo de la integración europea, y a sentirme identificado con ese magno proyecto, e inspirarme en él en algunas de las luchas por la lenta y difícil integración latinoamericana, a las cuales dediqué buenos años de mi vida productiva.





Muy dolorosa ha sido la separación del Reino Unido de la UE a raíz del Brexit, error político de David Cameron en 2016, ya que en 1975 el pueblo británico se había pronunciado favorablemente mediante referéndum a la adhesión, pero se jugó una carta buscando acrecentar su poder, creyendo que el Brexit no triunfaría, pero perdió y se le devolvió como un boomerang, obligando a su renuncia, y a los difíciles episodios que finalizaron este año con la formalización del retiro de ese país, y la apertura de un período de transición durante 2020, hasta llegar a la total desvinculación. Los halcones del Brexit, entre ellos el actual Primer Ministro Boris Johnson y Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) se regocijan ante una decisión donde todos pierden, tanto el Reino Unido como la UE, pero que polariza a su país, ya que ni los jóvenes, ni la ciudad de Londres, ni Escocia ni Irlanda del Norte acompañaron la decisión, la cual alienta a los independentistas escoceses e irlandeses. No sería extraño que en un futuro la Gran Bretaña termine convertida en la pequeña Inglaterra, y que los efectos del retiro de empresas y bancos, que ya es notorio, afecten más su economía. El futuro del Reino Unido pende ahora de acuerdos de libre comercio con la UE y con los EE.UU., temas que por la pandemia podrían demorarse.

Si pudiésemos hacer en una cápsula un balance de logros de la UE, escogería los siguientes: a) Es el único proceso en el mundo que ha alcanzado la etapa de la Unión Económica y Monetaria; b) El único en perfeccionar las cuatro libertades: bienes, servicios, capitales y personas; c) Exhibe los mayores avances en la armonización de políticas y estándares; d) Es la única zona que ha adoptado una moneda común, con alto nivel de supranacionalidad (Banco Central Europeo); e) Ha afianzado su política exterior, de defensa y seguridad comunes, alcanzando gravitación mundial, aún en medio de situaciones de crisis; f) Destina ingentes recursos a la reconversión de sectores y al apoyo a la regiones atrasadas de algunos países miembros; g) Gracias a la eliminación de barreras, el comercio entre sus países miembros (intracomunitario), supera en promedio el 60% de su comercio exterior total; h) El papel de la Comisión y del Banco Central Europeo ha sido clave en el rescate o apoyo a países en crisis como la del 2009, o como la derivada de la actual pandemia del COVID-19.

A este tema quiero dedicar unas líneas en esta entrega, por su trascendencia histórica, y porque supera con creces el triste episodio del Brexit, dejando fuera en su autoaislamiento al Reino Unido. En efecto, tras maratónicas sesiones de cuatro días, los líderes de la UE alcanzaron un acuerdo en torno a la operación financiera más importante de la historia mundial, mucho mayor que la del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa en la postguerra. De una parte, la inversión para el funcionamiento de la UE y para la recuperación de los efectos devastadores de la pandemia será del orden de dos billones (millones de millones) de euros, de los cuales 750.000 millones se dedicarán a la reconstrucción solidaria de las economías más perjudicadas por la pandemia, entre ellas Italia y España. De ese último monto, 390.000 millones serán subvenciones a fondo perdido y los restantes 360.000 millones se distribuirán en forma de créditos a muy bajas tasas de interés. Quizás, lo más audaz e innovador, es que fortalece el espíritu integrador de la Europa comunitaria, refuerza la capacidad de la Comisión Europea para recaudar sus propios ingresos sin afectar sus presupuestos, amén de que un 30% de los fondos deberán dedicarse a apoyar los objetivos del cambio climático, y se incluyen ciertos condicionamientos al respeto al Estado de Derecho, del cual recelaban regímenes de ultraderecha como Hungría y Polonia. Además, por primera vez en la historia, se recurre a la figura de una deuda conjunta, común y solidaria de los 27 países miembros. Fue determinante el papel jugado por los países pivote de la UE: Alemania y Francia, y las cesiones hechas por los países llamados “frugales” o “austeros” como Holanda, Dinamarca, Suecia y Austria y Finlandia, que se inclinaban por un paquete de menor dimensión, y reclaman descuentos en su contribución a los presupuestos europeos.

Falta aún la aprobación de estos acuerdos por parte del Parlamento Europeo, pero existen pocas dudas de que le imparta su bendición. En lo personal, califico este logro como un hito más en los pasos históricos cumplidos por la UE, como lo fueron antes el Tratado de París, el Tratado de Roma, el Tratado de creación de la Euratom, el Acta Única Europea, el Tratado de Maastricht y el Tratado de Lisboa, instrumento este que unificó todos los textos y por ello es denominado el Tratado de la Unión Europea. De otra parte, el acuerdo infunde aliento político a la UE para retomar una senda que permita resolver problemas pendientes, conjurar las amenazas de movimientos nacionalistas o euroescépticos asociados a la ultraderecha europea, y recuperar los tres años de intensos esfuerzos que fue necesario dedicar a la negociación del Brexit. Me sumo así al entusiasmo que causa este trascendente paso, el cual ayudará a la recuperación de le economía de occidente tras la pandemia. Ojalá que los latinoamericanos nos inspiremos en la firme voluntad de integración y cooperación de nuestros hermanos europeos, a quienes nos unen tan importantes lazos históricos y comerciales.