José Romero: ¿Obligarán las llamas del dragón a humanizar el capitalismo?

José Romero: ¿Obligarán las llamas del dragón a humanizar el capitalismo?

Antes de entrar en materia, es obligatorio diferenciar entre el pueblo chino y el régimen chino, siendo el caso que este artículo se enfoca en las terribles acciones de los líderes comunistas chinos.

A fin de contextualizar, debemos decir que en la cultura del pueblo chino jamás se ha sabido lo que es la libertad, porque pasaron de ser gobernados por férreas dinastías, para luego, entre el siglo XIX y más un tercio del siglo XX convertirse en colonia principalmente inglesa, situación que fue cambiando luego de que Japón fuese vencido y finalizara la II Guerra Mundial, pues China entró en una guerra civil entre facciones, una pro occidental liderada por Chiang-Kai-Shek y otra de milicianos comunistas al mando de Mao Tse Tung ( o Mao Xedong) quien prevaleció y proclamó el nacimiento de la República Popular China el 01 de Octubre de 1949. Lamentablemente, de nuevo el pueblo chino quedó sometido bajo una dictadura, pero esta vez experimentarían atrocidades nunca antes vistas, cuyo peor ejemplo lo representa la “revolución cultural” que, para sintetizar, se encargó de confiscar todas las propiedades privadas, que en aquel entonces estaban representadas principalmente por las tierras, sus medios de producción y, por supuesto, infraestructura y productos. Como era de esperar, a estas acciones surgiría resistencia, para lo cual se creó la Guardia Roja, integrada principalmente por jóvenes fanatizados que iniciaron a lo largo y ancho del país la persecución de todos quienes fueran acusados de enemigos del Estado, apaleándolos, encarcelándolos, humillándolos públicamente, confiscando sus bienes y sentenciándolos a trabajos forzados, cuando no a la simple ejecución. Todo lo cual sirvió para imponer el “maoismo”, una exacerbada cultura a la personalidad de Mao, seguida por la aplicación de dogmas y prácticas de las teorías comunistas cuyo resultado fue la debacle en la producción de alimentos (proteínas, cereales, lácteos, hortalizas, frutas) que significó la muerte por inanición de más de 30 millones de chinos, lo que se conoció, muchísimos años después, como la hambruna ocurrida entre 1959 y 1961, ya que en China fue un secreto bien guardado, hasta el punto que hoy en día muchos ciudadanos chinos desconocen de esta tragedia.

Es sumamente importante que el lector sepa que, aunque los líderes comunistas fundadores han muerto, el régimen permanece. Es decir, los chinos siguen sometidos al comunismo, solo que ahora los nuevos líderes idearon una perversa fórmula: Convertir en semi-esclavos a los ciudadanos, que son obligados a laborar extensas jornadas bajo terribles condiciones, con unos salarios miserables y sin derecho a queja.  A eso hay que sumar la disponibilidad de servicios, infraestructura y transporte controladas total o mayoritariamente por el Partido Comunista Chino. Concluyendo la receta con la aplicación masiva de piratería, es decir, copiando cualquier producto sin respeto a derechos de patentes, marca comercial o de autoría.





Nada de esto habría servido de nada, de no ser porque los responsables de los mercados capitalistas mundiales, conociendo perfectamente la estrategia y terribles mecanismos aplicados por los chinos, les permitieron ingresar capitales y productos a sus mercados. Sin embargo, esta forma de hacer negocios amenaza con ser su propio verdugo, porque los responsables de acoger a los chinos ahora ven que no pueden competir contra unos capitales y bienes producidos por un régimen que usa esclavos, irrespeta patentes y cualquier otra legislación contra la piratería de marcas y diseños comerciales. 

Ojo, con todos sus errores, creo que el sistema capitalista luce como el que ofrece mejores perspectivas para el desarrollo humano, siempre que se agregue a la ecuación el factor ético, donde sí importen el respeto al ser humano y a las leyes. Aparentemente, se aprendió por las malas que no todo vale, porque la relación costo/beneficio no ofrece ganancias, así que será paradójico exigir una ética de negocios porque, de no hacerlo, es malo para los negocios.

De manera que no es un planteamiento utópico el que los mercados mundiales, al menos los de los países democráticos y desarrollados, impidan a países como China y a otros que manifiesten conductas infames respecto al trato de las personas y las leyes, seguir comportándose como si nada de esto importa mientras inundan los mercados con sus oprobiosos productos, servicios y capitales.

Tal vez este frenazo generado por la pandemia sirva para poner a reflexionar a los líderes mundiales y que vean que toda acción genera una reacción, que no hay acciones sin consecuencias. Sobre todo, cuando está por saberse si realmente China está detrás del Covid19, su dispersión, y que, de ser así, demostró un absoluto desprecio por la vida humana, no solo de sus connacionales sino la de todo el planeta. Que no se puede seguir volteando hacia otro lado mientras existan regímenes ricos a costa de mantener a sus pueblos en la miseria, sin libertad ni democracia. Que es una gran hipocresía que los comunistas usaron como bandera luchar contra la explotación del hombre por el hombre y ahora lo hacen ellos mil veces peor. Pero, aun así, les damos la bienvenida a sus capitales, productos y servicios.

Ahora el dragón está suelto y amenaza a todo el mundo con sus llamaradas. Habrá que ver cómo se controla y, de paso, se humaniza el capitalismo, por el propio bien de su existencia, porque “es bueno para los negocios”.