Cabo Verde produce diarrea, por @ArmandoMartini

Cabo Verde produce diarrea, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Un colombiano convertido en diplomático venezolano, al estilo James Bond, Agente 007, atacado por innobles mosquitos, soportando inmerecido calor e irónicamente sobrellevando hambre por mala comida, esperando su caja Clap y el dictamen que producirá La Dama Ciega de la Justicia en Cabo Verde. Se encuentran alerta gobiernos y parlamentos de Brasil, Estados Unidos, Europa, Venezuela y Colombia, también pendientes los ciudadanos de principios y valores, que aguardan deseosos, impacientes por la magnífica noticia que sería la extradición del mafioso al servicio del castrismo e intereses no tan castristas.

No es la descomunal cantidad de dinero robado y mal habido, que el censurado dispone en abogados para dilatar lo que parece su destino definitivo, una Corte Federal de Justicia, y la reclusión penitenciaria, en la cual habrá interrogatorios intensos y convenientes tratos que podrían reducir sentencias suficientes para terminar su existencia en una cárcel estadounidense. No es tan simple, es un asunto polémico, controversial, complejo; lo que el bandido recluido en una isla en medio del Atlántico, conoce y pueda revelar.  

Confesiones que producen diarrea, contorsiones y espasmos en sectores de la sociedad venezolana y colombiana. Contenerla es un reto, hacerlo requiere grandes cantidades de medicamentos costosos que no están dando el resultado esperado. La justicia no mira personas, sino hechos.





La expectativa del mundo libre, democrático, es por las acciones punitivas que de sus declaraciones puedan derivarse, y en Venezuela, revelaciones que conduzcan al desmoronamiento del régimen, que angustian tanto, que causan ataques de pánico a quienes dentro del castrismo venezolano y sus adversarias cercanías puedan ser denunciados. 

Son muchos los involucrados con el ilustre recluido, -disgustado por mordeduras de bichos e imposibilidad de atender su dieta alimenticia balanceada-; todos serán objeto y formarán parte del expediente; un punto clave de la investigación, lo recibido por concepto de “honorarios”. Las complicidades saldrán a la luz pública, nada quedará oculto, a pesar de los esfuerzos de hipócritas que, asombrados de pulcritud, se sienten ofendidos cuando se le abre los ojos a la ciudadanía, e impúdicos invocan campañas de difamación contra la delincuencia. 

La ceguera cómplice, ha llegado a tal nivel en su capacidad de corrupción y destrucción que el país se les ha quedado pequeño. Cuando no se tiene dinero se anhela; cuando se posee se quiere más, sin darse cuenta que lo demasiado, como lo muy poco, es una peligrosa maldición. Los adinerados por esfuerzo, trabajo duro y honesto, desconfían, temen trampas, estafas y engaños. Los sinvergüenzas ricos por asalto, corrupción, tramposos y estafadores ellos mismos, han empezado a temer no sólo descubran sus tramoyas y vagabunderías, sino las bloqueen o quiten por decisiones judiciales. Hoy día, detectados, vigilados, con la justicia al acecho, pueden comprar en efectivo casi cualquier cosa, pero no tienen cómo pagarse una copa de vino o un café, sus cuentas están sitiadas, congeladas, confinadas en las bóvedas bancarias donde fueron confiadas para gastos futuros que no podrán realizar.

Pactos bajo cuerda, conversión de encubridores corruptos en testigos, negociación de testimonios en marcha, algunos lo han hecho, otros en proceso. El quejoso de Cabo Verde tendrá su chance si quiere algún día disfrutar la luz del sol. Porque si sus costosos empecinados jurisconsultos lograrán sacarlo de la mazmorra, seguirá siendo un fugitivo y tendrá que permanecer en una Venezuela tormentosa, en la cual conviven pandillas que pedirán cuenta y preguntarán, exigiendo respuesta, ¿dónde escondiste los reales, quien los tiene? Podrá responder con la verdad, pero no siempre le creerán. Debe pensar -y es de temer- que su vida cambió para siempre, Estados Unidos ya no es el enemigo, sino el único refugio.

En la impropia complicidad son muchos los partícipes e implicados, demasiadas transacciones; el prisionero es solo la punta del iceberg, de un tinglado de corrupción que se gestó durante años, para servir a la dictadura con turbios negociados. La extradición a los EEUU es un éxito para el mundo decente y un terremoto de alta intensidad para los indecentes que conforman la sociedad política venezolana, por eso tiritan de miedo, tiemblan sin control. Cuando el delincuente vocalice, armonice en diferentes tonos y melodías, corra la cortina de confidencias, será la hecatombe, para los beneficiados; de allí aquella desfachatez: hemos recibido dinero de empresarios que negocian con el régimen; demostrando el ocaso de la institucionalidad y venezolanidad, entrampadas en la delincuencia, por acción u omisión. 

El delincuente internacional y sus asociados hacen lo imposible, presionan con el Foro de Sao Paolo, naciones africanas, países no alineados, internacional socialista y demás alimañas comunistas, comprando conciencias para evitar la extradición a los EEUU; tarea que resultará muy difícil. Los calambres son recurrentes, con lo que pueda decir, muchos serán señalados. Que asuman su responsabilidad, enfrenten la justicia y se logre contener a los corruptos de esta podredumbre que existe en sectores venezolanos.

 @ArmandoMartini