“Nunca me pondría una vacuna de la que no tengo información”

Una fotografía proporcionada por el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF) muestra muestras de una vacuna contra la enfermedad del coronavirus (COVID-19) desarrollada por el Instituto de Investigación de Epidemiología y Microbiología de Gamaleya, en Moscú, Rusia, el 6 de agosto de 2020. Fotografía tomada en agosto 6 de febrero de 2020. Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF) / Folleto a través de REUTERS

 

«Yo nunca me inocularía la vacuna rusa; no me pondría una vacuna de la que no tengo información». La viróloga del Centro Nacional de Biotecnología Isabel Sola, codirectora del grupo que más tiempo lleva trabajando en coronavirus en España, no se lo piensa antes de contestar a la pregunta de ABC. Su respuesta es contundente: falta información para valorar científicamente un hallazgo del que no hay ningún dato, a diferencia de lo que ocurre con el resto de vacunas en desarrollo en el resto del mundo. Todos los laboratorios que trabajan en una vacuna contra el covid, incluso los de China, han ido compartiendo sus resultados para que la comunidad científica internacional pudiera juzgar. «Sin información, no me puedo creer nada, aunque eso no excluye que pueda funcionar maravillosamente», asegura.

Por abc.es





Con el mismo escepticismo contesta Vicente Larraga, otro de los científicos españoles involucrados en la búsqueda de un escudo protector contra el actual enemigo número uno del mundo. «No se conocen ni porcentajes de protección, ni seguridad. No hay ninguna información de las diferentes fases de desarrollo de la investigación. ¿De verdad, han presentado una vacuna?».

Demostrar seguridad y eficacia

Las vacunas experimentales se diseñan en laboratorios y se prueban en animales de investigación. Pero después deben demostrar que son seguras y eficaces en personas. El primer ensayo en humanos se denomina fase 1 e incluye a un grupo pequeño , incluye a unas decenas de voluntarios. Esta primera etapa sirve para conocer que el fármaco es seguro. En la fase 2, se amplía la muestra a cientos de personas para seguir estudiando los posibles efectos secundarios y calcular la dosis eficaz y más segura. La fase 3 ya incorpora a miles de participantes para saber si realmente funciona.

Todas estas etapas son requisitos imprescindibles para garantizar no solo la eficacia, sino la seguridad de la población. Este proceso suele prolongarse durante cuatro o cinco años. «Por mucho que se acelere todo este proceso por la urgencia de la pandemia no podría tenerse una vacuna con mínimos de seguridad antes de dos años», asegura Sola.

Combinación de adenovirus

Además de la palabra de Vladimir Putin, lo único que ha trascendido de la vacuna rusa es que utiliza una combinación de dos adenovirus -virus similares a los que provoca el catarro común-como vectores. Si fuera así, la vacuna utilizaría un adenovirus (un virus similar a los que provoca el catarro común) como vector. «Es lo único que se puede decir hoy sobre Sputnik-V, que es una vacuna basada en un adenovirus y no es información oficial. «He intentado buscar información científica del fármaco y no he encontrado nada», confesaba el investigador de la Universidad de Zaragoza, Carlos Martín, quien recuerda la cita del «padre» del concepto de calidad total. «En Dios confío, todos los demás deben traer datos».

Los recelos de la OMS

La Organización Mundial de la Salud (OMS) también desconfía del anuncio del presidente ruso. Este organismo da la bienvenida a todos los avances en la investigación y el desarrollo de una vacuna frente al coronavirus pandémico, aunque pide cautela.

«Se debe acelerar la investigación de vacunas siguiendo los procesos establecidos en cada paso del desarrollo, para garantizar que cualquier vacuna que eventualmente entre en producción sea segura y efectiva. Cualquier vacuna pandémica segura y eficaz será un bien público mundial, y la OMS insta a un acceso rápido, justo y equitativo a dichas vacunas en todo el mundo».

Alemania es escéptica

El ministro de Salud alemán, Jens Spahnon, dijo el miércoles que se mostraba escéptico de que Rusia se convirtiera en el primer país en otorgar la aprobación regulatoria a una vacuna Covid-19, y dijo que era clave tener un producto seguro y probado en lugar de ser el primero.

«Para tener confianza en una vacuna de este tipo, creo que es muy, muy importante, incluso durante una pandemia, realizar correctamente los estudios, las pruebas relevantes y, sobre todo, hacerlas públicas. El problema es que sabemos muy poco sobre ella como Las autoridades rusas no están siendo muy transparentes», dijo.