La agonía de Elie, que busca a su padre desaparecido en el puerto de Beirut

La agonía de Elie, que busca a su padre desaparecido en el puerto de Beirut

EFE/EPA/WAEL HAMZEH/Archivo

 

Cuando Elie supo que su padre Ghassan estaba en los silos de trigo del puerto de Beirut en el momento de la explosión del día 4 de agosto, empezó a buscarle sin contar con la ayuda de las autoridades. Hasta ahora no conoce su paradero, pero mantiene la esperanza de que no esté entre los más de 170 muertos.

“Estamos completamente perdidos”, señala a Efe Elie Hasrouti, de 35 años, en su modesto hogar del barrio cristiano de Sin el Fil, en el este de Beirut, donde los iconos religiosos se mezclan con las decenas de fotografías familiares.

Su vivienda no fue destrozada por la devastadora explosión del puerto pero desde entonces Elie vive en vilo: recibe llamadas de amigos y de otras personas que tratan de localizar a su padre, y no saben ni dónde ni a quién acudir.

EL DÍA DE LA TRAGEDIA

El día de la catástrofe, Elie estaba a 30 kilómetros del puerto. Pensaba que su padre estaba en casa: “No podía imaginar que estaría en el lugar de la explosión en ese momento”, afirma.

Su padre, Ghassan, de 59 años, llevaba trabajando 38 años en los silos del puerto, explica mientras sostiene una de sus fotografías.

“Ha trabajado durante toda la guerra civil (1975-1990). Solía estar ahí cuando había ataques”, señala Elie, que subraya que en el puerto había hasta refugios subterráneos.

“Era muy seguro”, recuerda y niega con la cabeza al pensar en la deflagración, que según las autoridades fue provocada por 2.750 toneladas de nitrato de amonio que llevaban almacenadas seis años en el puerto sin custodiar.

Ghassan se encontraba en la oficina de administración de los silos, junto a otros seis empleados, cuando “el desastre” ocurrió a las 18.08 hora local, asolando el puerto y los barrios de alrededor.

Unos minutos antes, Elie había recibido un mensaje de su padre preguntándole por el arreglo de su coche. Aún no ha leído la respuesta.

SIN INFORMACIÓN Y CON FRUSTRACIÓN

“Estamos buscando información a través de amigos y amigos de amigos. Esto es así desde el primer día”, dice el ingeniero de telecomunicaciones y percusionista que está haciendo un doctorado en París.

“Llegamos a la conclusión de que mi padre no estaba en el hospital”, afirma Elie, que lamenta que ninguna autoridad se ha puesto en contacto con la familia hasta el momento.

También ha preguntado por el ADN, pero “no hay ningún lugar al que ir o ser informados” para que los familiares se sometan a las pruebas y cotejar los resultados con los restos de las víctimas.

“Nos dijeron que las operaciones de rescate empezarían a las 04.30 de la mañana del día siguiente”, 5 de agosto, pero según Elie tardaron más de 45 horas en dar comienzo.

Si bien el Ministerio de Salud informó de que había decenas de desaparecidos después de la explosión, esta semana ha dejado de contarlos y desde hace varios días cifra los heridos en más de 6.000, sin ofrecer más detalles.

Una fuente militar aseguró hoy a Efe que hasta el momento han sido contabilizados “unos 30 desaparecidos”.

El Ejército libanés y equipos de rescate de diferentes países trabajan aún en la zona cero para recuperar cadáveres de debajo de los escombros, aunque la misión para encontrar supervivientes se dio por finalizada el pasado domingo.

“Es realmente frustrante. No están al nivel de este desastre”, apunta Elie.

ESPERANZA Y RABIA

“La esperanza siempre está, no tenemos ninguna confirmación ni resultados concretos” sobre la suerte de Ghassan.

También hay rabia. Elie acusa a las autoridades de usar a los empleados del puerto como “escudos humanos” porque estos ignoraban lo que estaba almacenado en el puerto.

“Nadie lo sabía”, indica en referencia a su padre y sus compañeros. Sin embargo, el presidente del Líbano, Michel Aoun, reconoció que supo de la existencia de una “gran cantidad” de nitrato de amonio dos semanas antes del suceso.

“No son humanos. Nos están matando de nuevo”, agrega.

La familia ha empezado a buscar ayuda legal para tomar medidas ante la desaparición de Ghassan, aunque aún no ha asimilado su posible pérdida.

Elie explica que solían convivir con la muerte pensando que nunca les tocaría: “Pensábamos que éramos superhéroes, que no resultaríamos heridos por nada. Pero todo el mundo es vulnerable, y los libaneses cada vez más”. EFE

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