Brendan Simms: “El enemigo principal de Hitler era el capitalismo”

En marzo de 1938, el expresidente americano Herbert Hoover se reunió con Hitler durante 40 minutos. Estaba en una gira humanitaria por Europa. Cuando regresó a su país, denunció que los nazis «desprecian tanto la vida como la justicia», pero defendió que Estados Unidos no se implicase en los conflictos europeos.

 

El historiador Brendan Simms traza una imagen nueva de Adolf Hitler. En una polémica biografía, asegura que sus principales enemigos eran el Imperio británico y Estados Unidos, no los judíos ni la Unión Soviética. A partir de esta premisa explica incluso el Holocausto.

Por Roman Leick en XLSemanal





XL. ¿En sus planes de expansión europea establecía una analogía con la conquista del Oeste americano?

B.S. Hitler veía las formidables inmensidades del continente norteamericano como algo sencillamente avasallador. Desde su perspectiva, el futuro pertenecía a los estados territorialmente grandes, siempre hablaba con admiración del coloso norteamericano y sus enormes riquezas. El motivo principal del poder de los Estados Unidos lo identificaba en la demografía, puesto que el continente lo habían abierto elementos ‘nórdicos’. Los nazis elaboraron planes para recuperar estos supuestos elementos raciales valiosos. Hitler se encontró ante la paradoja de que sus conquistas en favor de un ‘pueblo sin espacio’ finalmente llevaron a un ‘espacio sin pueblo’.

XL. Pero aquel espacio no estaba vacío…

B.S. Hitler estaba convencido de que se podía germanizar el territorio, pero no a las personas. Al principio se debatía entre los modelos británico y norteamericano de colonización: ¿razas sometidas como en la India o colonización de territorios vaciados mediante la violencia como en Norteamérica? Claramente acabó optando por el segundo. Sin embargo, con el transcurso de la guerra y obligado por la necesidad, puso en marcha un programa de asimilación que perseguía ‘germanizar’ a parte de la población eslava. La lógica de la guerra y de la expansión lo llevó a escalar el conflicto hasta que este terminó con la derrota ante los anglosajones.

XL. Con esta afirmación parece cuestionar el papel militar central que tuvo la lucha contra la Unión Soviética. ¿No fue el Ejército Rojo quien tuvo más peso en la victoria sobre el Tercer Reich?

B.S. Hitler invadió el Este mientras -y porque- tenía la vista puesta en el Oeste. Estados Unidos se había sumado a la lucha contra Alemania desde marzo de 1941, a través de sus programas de ayuda a los británicos. Para Hitler, el ataque a la Unión Soviética se hizo más apremiante que nunca como forma de romper el bloqueo británico y asegurarse los recursos del Este. La idea no era ganar la lucha de poder con la coalición angloamericana, sino sobrevivir a ella.

 

Con su libro sobre Hitler, Simms ha provocado una gran controversia al ‘racionalizar’ sus decisiones. «Yo no calificaría la visión del mundo de Hitler de racional. No lo era. Pero sí era coherente si la contemplamos conforme a sus premisas», aclara él.

 

XL. Sorprende que diga eso. Las derrotas nazis tuvieron lugar en el Este, Stalingrado se considera el punto de inflexión de la guerra. Tuvo que pasar bastante tiempo antes de que los aliados occidentales abrieran el segundo frente.

B.S. En el Este lucharon ejércitos formados por millones de hombres, pero el poder industrial, el poder de las máquinas, pesaba más que el número de efectivos en combate. La batalla determinante fue la batalla de la producción. Y, si se detiene en las cifras -aviones, submarinos, municiones, bombas volantes-, verá que la cuota principal del esfuerzo bélico alemán se dirigió a combatir a los angloamericanos.

XL. ¿Y las batallas de blindados en el Este?

B.S. Los panzer suponían una fracción pequeña del total de la producción bélica alemana. A partir de 1941, Hitler llevó a cabo dos guerras de aniquilación paralelas: una contra la Unión Soviética y la otra, que había empezado mucho antes, contra los angloamericanos y contra lo que él llamaba ‘el judaísmo internacional’, que acabó convirtiéndose en un genocidio.

XL. ¿Es posible que la lente bajo la que observa usted la Segunda Guerra Mundial sea una lente excesivamente británica?

B.S. Era el propio Hitler el que interpretaba el mundo desde una perspectiva anglocéntrica. Aprendió a temer y admirar su poder en la Primera Guerra Mundial. Durante mucho tiempo confió en llegar a un acuerdo para el reparto del mundo, pero no tuvo en cuenta que los británicos nunca permitirían que una única potencia -ya fuese Alemania o cualquier otra- dominara el continente. Su modelo y su enemigo eran los angloamericanos. Su proyecto del Tercer Reich era su respuesta a la supremacía de los británicos, de los estadounidenses y del capitalismo global.

XL. ¿Y el Holocausto?

B.S. El Holocausto va inseparablemente unido a su hostilidad hacia las altas finanzas internacionales, que a sus ojos habían matado de hambre y debilitado a Alemania durante y después de la Primera Guerra Mundial. En su concepción paranoica del poder del ‘judaísmo internacional’, el Holocausto fue un golpe preventivo contra la América de Roosevelt, a la que veía como su instrumento. Aquel que no esté dispuesto a hablar del anticapitalismo de Hitler haría bien en callar sobre su antisemitismo.