Jorge Ramos: Sin latinos no hay Casa Blanca

Jorge Ramos: Sin latinos no hay Casa Blanca

Cada cuatro años, sin excepción, los dos principales partidos políticos de Estados Unidos tratan de enamorar a los electores latinos para que voten por su candidato a la presidencia. El objetivo es claro: sin latinos no hay Casa Blanca.

Por el NYT





Es un ritual predecible y, muchas veces, cargado de cinismo y ambición política. Es como si el Partido Republicano y el Partido Demócrata nos redescubrieran cada cuatro años para, luego, olvidarse de nosotros hasta la siguiente elección. El espectáculo es tan obvio y desvergonzado que hasta le han dado un nombre: el síndrome de Cristóbal Colón.

Y conforme crece el número de votantes hispanos, el proceso de convencimiento se ha hecho mucho más sofisticado. Lo que comenzó con el candidato pronunciando unas palabritas en español —Ronald Reagan dijo unas cuantas palabras, entre ellas “muchas gracias”, en un discurso dirigido a latinos a menos de dos meses de las elecciones de 1984— pasó a convertirse en promesas muy específicas, como la que hizo Barack Obama antes de las votaciones de 2008, cuando dijo que presentaría al congreso una reforma migratoria en su primer año de gobierno (algo que, finalmente, no cumplió).

Históricamente los latinos han votado más por los demócratas que por los republicanos. Y en esta elección, Joe Biden tiene el 66 por ciento de la intención de voto de los hispanos frente a un 24 por ciento para Trump, según una encuesta de Latino Decisions de mediados de agosto. Si Trump no logra aumentar el número de votantes latinos, es muy posible que pierda la reelección. Pero independientemente de quien gane el 3 de noviembre, el futuro es hispano.

En 2020, el ritual está en todo su apogeo. El presidente Donald Trump presume que, antes de la pandemia, los hispanos tuvieron los índices de desempleo más bajos de la historia. Y como parte de los eventos de la Convención Nacional Republicana, Trump participó en una ceremonia de naturalización en la Casa Blanca con cinco nuevos ciudadanos para demostrar su compromiso con los inmigrantes.

Pero esto contrasta con un gobierno que durante los últimos años ha atacado constantemente a los inmigrantes: según algunas organizaciones ha separado a más de 5000 niños de sus padres en la frontera, puso a algunos de esos menores en jaulas, intentó sin éxito el terminar con el programa que protege a más de 700.000 dreamers y recientemente volvió a referirse a los inmigrantes como “asesinos” y “violadores”. No extraña que uno de los cinco nuevos ciudadanos estadounidenses de la ceremonia en la Casa Blanca —el boliviano Robert Ramírez— no quisiera decir si votaría por Trump. “Voy a votar”, dijo en una entrevista, “pero mi voto es privado”.

Los demócratas también prometen. Y mucho. Su candidato presidencial, el exvicepresidente Joe Biden, prometió lo que millones de inmigrantes latinos han estado esperando por décadas. “Esta es mi promesa para ustedes”, escribió en un tuit. “En mi primer día enviaré una propuesta al congreso para que haya un camino a la ciudadanía para los dreamers y para los 11 millones de indocumentados que fortalecen nuestra nación. Hace mucho debió hacerse”.

El gobierno de Obama-Biden no cumplió con su promesa y, además, deportó a más de tres millones de indocumentados en ocho años de gobierno. La nueva promesa de Biden es fundamental para corregir un error del pasado y recuperar la confianza de los latinos. Pero levanta sospechas entre los que creen que el Partido Demócrata da por seguro el voto de los latinos.

Tanto Biden como Trump tienen razón en tratar de atraer a los votantes latinos; ellos podrían escoger al próximo presidente de Estados Unidos. Este año habrá 32 millones de votantes hispanos elegibles para votar, más que nunca y, por primera vez, más incluso que los votantes negros, según el Pew Research Center.

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