María Corina Machado, por Juan Pablo García

María Corina Machado, por Juan Pablo García

Ya muchos años atrás, coincidimos con ella en una Asamblea Nacional difícil, dura y peligrosa, bajo dominio absoluto del chavismo. Ir a cada sesión, era medirse literalmente en un hemiciclo violento, más allá de las palabras. La oposición aparecía siempre arrinconada, a la defensiva y, algo más que los síntomas, ya estaba precursoramente picada por los alacranes. Hubo quienes nos aseguraban como una minoría y apostaban por una convivencia por entonces sutil. Pero surgió una voz corajuda que se hacía sentir más allá del hemiciclo que le respondió al todopoderoso Hugo Chávez para escándalo de no pocos señoritos de la propia oposición. El verbo de María Corina Machado le daba un sentido a las grandes mayorías ciudadanas que se sabían decisivas y una brújula política a quienes, desde el fondo del corazón, estuvimos, como lo estamos, dispuestos a luchar sin desmayos. Ella, además, era el objetivo militar del régimen y lo supimos pronto, cuando la agredían físicamente y, en lugar de quejarse y de apocarse, se empinaba sobre las circunstancias adversas con una gran valentía. Fueron muchas sus iniciativas y logros que impulsó a través de La Movida Parlamentaria a la que nos incorporamos con afán y arrojo.

Prontamente, nos identificamos con el mensaje y el testimonio de María Corina y fuimos ampliando las coincidencias. Recuerdo muy bien que colegas parlamentarios, como mis hermanos Omar González y Luis Barragán, crecientemente confluimos en el respaldo a la líder y lo conversábamos con frecuencia y, sin ante acordarlo, respaldábamos sus posturas decididamente. No olvido el papel de José Manuel González, siempre cordial, que nos alentaba, como ella también lo hacía en nuestro trabajo parlamentario. En distintos momentos, con la espontaneidad de una arraiga convicción de lucha, nos afiliamos a Vente Venezuela y adquirimos un novedoso sentido del compromiso político e ideológico, siguiendo el ejemplo de la Machado. Crecimos juntos en aquel parlamento tan accidentado y riesgoso, reafirmando a partir de 2016 un camino que hemos andado con esfuerzos y sacrificios, desprendimiento y emoción.

Digo esto, no por fácil reminiscencia cuando los retos actuales son inmensos, sino por la satisfacción de identificarme con una líder que cada vez más se agigantan, mientras que otros se arredran y hasta entregan al régimen. La situación de la Venezuela de los días que cursan, requiere de un liderazgo innovador, valiente y también de profundos planteamientos. Hay la inmensa posibilidad de una ruptura histórica que, yendo más allá de los circunstanciales actores del presente, supere al país rentista, caldo de cultivo para el mesianismo militar y los abusos indecibles del socialismo hecho a punta del Estado Criminal. María Corina representa esa ruptura tan urgente y cuenta con las cualidades de conductora y de estadista para llevar el barco a buen puerto. Intransigente si de principios y de valores tratamos, transparente en sus procederes, firme en sus determinaciones, clarísima en sus orientaciones. Como ha ocurrido en otras etapas históricas del país, surge la brújula que nos llevará al futuro deseado: María Corina. De ello, tampoco hay duda alguna.