El socialismo y su grupo criminal, se encargó de arrebatar a los venezolanos todo medio de independencia que generaba calidad de vida en nuestras familias. Desde expropiaciones hasta controles en la economía fueron arrebatando el bienestar y paz a muchos hogares en el país. Venezuela dejó de ser un lugar de vida para convertirse en uno de muerte por estar bajo el peor sistema del mundo; el sistema creador de pobreza difundido e instaurado por Hugo Chávez.
A pesar de conocer la resistencia del venezolano y su deseo en no dejarse arrebatar lo suyo, muchas personas decidieron mantenerse en el país y reinventarse para contrarrestar los embates del socialismo. Nunca hemos estado bien, pero el ingenio, convicción y amor por Venezuela encendieron una llamarada libertaria por la vida, apostando al trabajo a pesar de las nefastas condiciones que hoy atravesamos en el país.
El tiempo en pandemia y socialismo se convierte en un arma letal. Hablar sobre la urgencia en resolver o recuperar las condiciones mínimas para que la sociedad vuelva a la vida, amerita de temple y convicción, sobre todo, ética. Esta enfermedad (socialismo) avanza todos los días, no sabemos cuánto más nuestro cuerpo pueda seguir resistiendo, por lo que se hace necesaria una acción contundente que elimine por completo al mal que nos asesina a diario.
Para la libertad, necesitamos fuerza; para combatir las mafias y execrar a quienes trajeron el mal, es necesaria una fuerza superior que abra las puertas al bien y erradique las peores pestes que pudiera sufrir la región en manos de los bandidos de la izquierda; para terminar la batalla necesitamos una vacuna de fuerza por la libertad.