Los barcos que Calígula usó para sus orgías, Mussolini los sacó del fondo de un lago y Hitler terminó quemándolos

Los barcos que Calígula usó para sus orgías, Mussolini los sacó del fondo de un lago y Hitler terminó quemándolos

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El emperador Calígula, dentro de sus sueños, cumplió uno. Tener un enorme barco que superara en lujo al que Arquímedes diseñó para el tirano Hierón de Siracusa o al que navegaba al mando de Ptolomeo IV. Quería demostrar que la grandeza del Imperio Romano superaba y por mucho a del Antiguo Egipto de los faraones.





Por: Clarín

Cumplió su sueño por multiplicado. Construyó dos naves para navegar por el lago italiano de Nemi, que tiene 167 hectáreas de superficie y una profundidad máxima de 33 metros. Uno lo utilizaba para funciones religiosas y el segundo para sus famosas orgías.

El que se usaba para funciones religiosas, servía para cubrir las apariencias. El lago estaba dedicado a Diana Nemorensis, y era considerado sagrado.

Cada mediados de agosto, en el lago de Nemi se celebraba la Nemoralia, un festival religioso al que se llegaba en procesión desde Roma con guirnaldas de flores y frutas que se arrojaban al agua. Ese día no se trabajaba y la medida incluía a los esclavos.

En el año 40 de nuestra era, Calígula colocó en el lago sus dos imponentes barcos. El que usaba para sur orgías se llamó Siracusa y medía 73 metros de largo por 24 de ancho. Estas dimensiones superaban a cualquier barco de madera construido hasta el siglo XIX. Las carabelas de Colón no alcanzaban los 20 de largo. El Santísima Trinidad de 1769, el barco más famoso hasta la batalla de Trafalgar, tenía 63 metros de largo.

Los barcos de Calígula eran puro lujo. El Siracusa estaba decorado con mármoles y mosaicos romanos, sus habitaciones estaban hechas con pan de oro, poseía baños con incrustaciones de piedras preciosas, y hasta tenía jardines con árboles y vides.

El otro barco, Prima Nave, medía 70 metros de largos por 20 de ancho y mantenía el lujo del anterior, pero estaba dedicado a Diana Nemorensis.

El escritor Suetonio los describió así 2000 años atrás: “Calígula construyó sus naves con árboles frutales, termas, pórticos y triclinios. Los remos están cubiertos de piedras preciosas, y usa las naves para banquetes, danzas y conciertos”.

Eran tan adelantadas a su época que contaban con dos cosas jamás vistas en alguna nave de aquellos tiempos: bombas de achique y un sistema de cañerías de plomo que proporcionaban agua caliente.

Pero un año después, en el 41 de nuestra, Calígula fue asesinado en su palacio por sus pretorianos, cuando tenía 28 años. También mataron a su esposa Cesonia y a su hija pequeña, a la que rompieron la cabeza a golpes. Fue una venganza horrible y brutal contra aquel emperador megalómano que gobernó casi 4 años.

El asesinato de Calígula condenó también a sus barcos. Como era típico, ante la desaparición de un emperador, todas sus pertenencias debían desaparecer. A pesar que los lujosos barcos sólo tenían un año de vida, fueron vaciados de todas las cosas de valor que tenían y luego fueron cargados con miles de kilos para que quedaran en el fondo del lago.

Hubo intentos de acercarse a los barcos. En 1477, el cardenal Próspero Colonna intentó traerlos a la superficie, pero estaban a 18 metros de profundidad y no poseían los elementos necesarios para la tarea. Sólo consiguieron dañar las naves.

A mediados del 1535 una nueva expedición, organizada por la aristocracia romana y a cargo del ingeniero Francesco Demarchi, se sumergió y saqueó todos los bronces y mármoles de los barcos para engalanar las mansiones de las familias ricas de Roma.

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En 1827, el arqueólogo Annesio Fusconi se sumergió usando una campana pero únicamente consiguió rescatar algunos pedazos y dañar una parte del armazón.

Los antiguos romanos no imaginaban, que casi 2000 años después del hundimiento, alguien tendría la idea de sacar a flote esas naves. Y ese hombre fue Benito Mussolini.

El 30 de septiembre de 1926, el pueblo italiano se enteraba que “Mussolini dispuso que se emprendan los trabajos necesarios para drenar el lago Nemi, en el fondo del cual reposan, desde hace dos mil años, a 25 metros de profundidad, dos galeras de recreo que pertenecieron a Calígula”.

Y así se lo explicó al pueblo cuando habló en la Sociedad Histórica Romana: “Siempre que se han hecho esfuerzos, durante los últimos cinco siglos para penetrar en el misterio de las galeras imperiales que yacen en el fondo del lago Nemi, todos aquellos que veneran el nombre de Roma y rinden culto a su antigua grandeza, han sentido palpitar sus corazones, presa de una emoción infinita. Y es lógico que así sea. Esos bajeles sumergidos son algo más grande y significativo que dos meros barcos del siglo primero”.

Y para dar a entender que era sí o sí, el Duce le dijo al ministro de Instrucción Pública, Pietro Fedele: “Y ahora a trabajar. Pero recordar que si no logran recobrar las galeras, deben prepararse a hundirse junto a ellas en el lago”.

Una de las naves estaba a 50 metros de la orilla y 20 metros de profundidad. La segunda, a 20 metros de la orilla y 12 de profundidad.

Se contrató una empresa milanesa y entre 1928 y 1929, se mandó a drenar el lago con una increíble bomba hidráulica. Se extrajeron 40 millones de metros cúbicos de agua que fueron canalizados hasta el mar a través de viejos acueductos romanos.

Y salieron a la luz los dos barcos, pero el barro que quedó después de vaciar el lago comenzó a dañar las naves. Tuvieron que llenar nuevamente el lago, pero Mussolini no cesó en sus intentos.

En 1932 con un plan más organizado, se pudieron sacar las dos naves además de haber descubierto una tercera, más pequeña. Se solicitó asesoramiento al Museo de Oslo, especialistas en la conservación de barcos vikingos, y siguiendo el consejo escandinavo se usó un alquitrán vegetal diluido en solventes.

Los barcos estaban en gran estado a pesar del paso del tiempo y hubo sorpresas científicas. Cada metal y aleación usada en los buques estaba perfectamente adaptada a los estándares actuales de calidad alemanes.

En enero de 1936 se inauguró el Museo delle Navi Romane (Museo de los barcos romanos). Así, durante algunos años, se pudieron observar en su interior las magníficas naves del emperador Calígula.

El edificio fue construido sólo para conservar las dos embarcaciones. Hasta que llegó la fatídica noche del 31 de mayo de 1944, cuando una escuadrilla estadounidense bombardeó la zona ocupada por los alemanes. En su retirada y por orden de Adolf Hitler, los soldados de la Wehrmacht incendiaron el museo.

El fuego lo consumió todo. El edificio y su preciado contenido. Sólo se salvaron algunas maderas carbonizadas, algunos elementos de bronce y las piezas que habían sido enviadas a Roma: ancla, tuberías de plomo con el nombre de Calígula, porciones de mosaicos y de pavimentos con incrustaciones de mármol, cuatro columnas de mármol, cerámicas, ladrillos, decoraciones de arcilla y monedas.

En 1953 el museo, tras ser reconstruido volvió a abrir sus puertas, pero de manera simbólica, ya que los barcos no existen más.

Calígula que en realidad se llamaba Cayo Julio César Augusto Germánico y fue apodado Calígula (“pequeñas botas”, en latín) porque ya de niño acompañaba a su padre en las campañas militares, construyó sus dos barcos por placer, sin saber que creaba una leyenda.

Benito Mussolini los rescató del fondo del lago 1900 años después por política.

Y Adolf Hitler los destruyó en un par de horas por venganza al pueblo italiano.

Y hoy, 2020, las autoridades de Nemi, con pocos recursos, siguen buscando la tercera nave, la que según el gobierno de Mussolini estaba en el fondo del lago pero no fue rescatada.

Después de 2000 años, las naves de Calígula siguen dando que hablar…