¡Sin apuro y a conveniencia! Por @ArmandoMartini

¡Sin apuro y a conveniencia! Por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

No tienen que invadirnos, ¿para qué? ya nos derrotaron. Sin agua ni electricidad en los hogares, industrias, centros de salud, casi incomunicados, sin gasolina, seguridad ciudadana, una economía destartalada y la moneda inservible, ¿de cuál invasión hablan? Ningún imperialismo tiene nada que hacer, basta con dejar que fermentemos. Y de eso se encarga el castro-madurismo político, represor, corrupto aferrado con uñas, dientes y bolsillos al poder.

Venezuela esta empobrecida, devastada, por un sainete de revolución embustera, vejatoria de Leyes y Derechos Humanos. Los imperialistas no precisan afrontar discusiones frívolas, desafiar críticas ni soporíferos discursos insinceros, teatrales, propios de la diplomacia; tampoco los gastos que significan despliegues de fuerza. Es suficiente presumir naves por el Caribe que cumplen compromisos de control, vigilancia y entrenamiento. Dejando a los venezolanos enfrentar una pandemia que crece sin parar tanto como se deteriora el poder adquisitivo. La venezolanidad se desvanece, disipa frente a nosotros, a veces impotentes de controlar.

La cacareada invasión no es decisión militar, es política. ¿Invadir Venezuela? Analizando el contexto geopolítico, la crudeza económica, el desespero social, la realidad de la política exterior; es evidente, resalta, las hay menos complejas y a menor costo que igualmente repercutirían en la depauperada Venezuela actual.





Embestir a Venezuela no es tanto la invasión como tal, que no es usual ni como en décadas pasadas con el desembarco de ejércitos, equipamiento y ocupación del territorio. Estados Unidos, si no el único es de los pocos países con capacidad para hacerlo, tendría que destinar soldados, oficiales y funcionarios para controlar casi un millón de kilómetros de territorio, casi treinta millones de personas que pueden oponerse o apoyarlos, pero deben ser vigiladas, controladas y, en el caso venezolano, sanadas, alimentadas, iluminadas, surtidas, atendidas.  Y todo, a días de navegación desde la costa del Caribe estadounidense. Las embarcaciones dispuestas contra el tráfico de estupefacientes que deambulan por los límites marítimos correteando y capturando narcos, hasta donde se conoce, no poseen los implementos ni herramientas. 

Cuba, a 90 millas de Estados Unidos distancia menor a la que debió cubrir el mítico Granma, -yate que transportó desde México a Fidel Castro a las costas cubanas en 1956-. Con una jefatura nonagenaria y los más jóvenes septuagenarios, que, hasta ahora, más allá de flamantes guayaberas, no han demostrado mucho para seguir después de la siembra de Raúl Castro, o mañana, -con los opresores comunistas éstas son circunstancias difíciles de calcular-, como lo saben tanto rusos como imperialistas concentrados en el tenebroso Departamento de Estado. Las cubanas, son fuerzas armadas y políticas expertas en infiltraciones, asesorías de represión, pero, con más derrotas que victorias en combates de verdad.

Pero si la Casa Blanca, prefiere dejar que los cubanos continúen profundizando su agonía, hay otra posibilidad, más lejana, pero cercana a aquella Panamá narcotraficante, despótica, arbitraria del general machete en mano Manuel Noriega, que terminó muriendo en una cárcel, enjuiciado y sentenciado. ¿Quién en sano juicio defendería al corrupto, seductor de niñas, enfermo dictador nicaragüense y su cogobernante esposa peor que él? Nicaragua es presa realizable, igual que las anteriores, pero más cómoda y menos riesgosa, fruta podrida como la Venezuela socialista, arruinada cada día más, pero más extensa en territorio y necesidades básicas.

Superada la alcabala electoral del 3 de noviembre, se abre un panorama amplio de acción, cuyos detalles no se discuten en Managua, La Habana y Caracas, sino en Washington, Londres, Bruselas, Moscú y Pekín, este último, gobierno comunista, pero impulsador de la iniciativa privada y fuerza exportadora, lo que cuenta para ellos, es comerciar y cobrar; entrega de petróleo y garantía de pago de las acreencias. Y para consolidar sus pretensiones necesitan, -aunque alardeen lo contrario- aprobación, pacto, sonrisa de Donald Trump y su equipo. 

Y si por ingratitudes e infortunios de la vida llegara a triunfar Joe Biden y sus demócratas divididos e izquierdizados, sería una desgracia, tendrán otras prioridades, la libertad y democracia tardarán en llegar, y el socialismo en el hemisferio occidental alargara su existencia. 

Estos escenarios militares históricos están siendo evaluados tanto en la sede del Comando Sur, en Florida, como en los reforzados salones de Fuerte Tiuna. Es importante recordar, que los tiempos han cambiado, y la que iba a ser “la madre de todas las batallas” nada llegó a parir. El imperio militar gringo no mandó tanques a enfrentarse en el desierto, sino aviones con equipos electrónicos que boicotearon los centros de comunicación y comando iraquíes, a diferencia del dron que hace unos meses enviaron al corazón de Irán. 

Una invasión es cosa seria, pero hay que analizarlas históricamente, por aquello de la cultura militar, conocimiento de la realidad y pragmatismo castrense.

@ArmandoMartini