San Telmo, el barrio argentino que llora a Quino y consuela a Mafalda, su vecina más ilustre

Escultura de Mafalda en el barrio de San Telmo, en Buenos Aires, Argentina. 30 de septiembre 2020. | Foto: Cecilia González / RT

 

Las flores comenzaron a rodear hoy a Mafalda, quien, como siempre, permanecía sentada en la banquita colocada en la esquina de Chile y Defensa, el tradicional barrio de Buenos Aires en donde ella es la vecina más ilustre.

Por Cecilia González / RT





Los ramos fueron una forma de acompañarla después de que se confirmara la muerte de su creador, el artista Joaquín Salvador Lavado, mejor conocido como Quino, en una triste jornada que enlutó a la cultura argentina y a los fanáticos de su obra alrededor del mundo.

Hace once años, Quino estuvo en San Telmo para inaugurar esta escultura de Mafalda, la niña rebelde, la preguntona interminable, la filósofa infantil preocupada por la humanidad y la paz mundial. La dejó con su vestido verde, peinada con su inconfundible moño en la cabeza y sentada en esa banca en la que, desde entonces, se forman largas filas de turistas para fotografiarse con ella.

Más tarde se sumaron Susanita y Manolito, dos de los amigos con los que compartió aventuras durante la década en que Quino publicó la tira, desde 1964 hasta 1973. Y ahí se quedaron los tres niños como figuras centrales del Paseo de la Historieta, que el gobierno de la Ciudad instaló alrededor del barrio con personajes de otras populares historietas.

Pero nadie es más célebre que Mafalda. Por eso, cuando se supo que Quino había muerto en Mendoza, a 1.200 kilómetros de Buenos Aires, esta esquina se convirtió en el punto natural de encuentro de sus admiradores.

“Con Mafalda aprendí a leer”, dice Maru, una joven veinteañera que llega en bicicleta y, protegida con cubrebocas, se acerca a dejar un ramo de fresias amarillas en la banca que, al mediodía, ya está rodeada por fotógrafos y camárografos de medios argentinos y extranjeros.

Porque la noticia de la muerte de Quino tiene repercusión internacional. Y cómo no. Si las tiras de Mafalda se han publicado en decenas de países y en más de 30 idiomas. Hasta en chino.

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