Luis Barragán: Del esperpento usurpador del estado Miranda

Luis Barragán: Del esperpento usurpador del estado Miranda

Luis Barragán @LuisBarraganJ

La entidad federal sufre de todos los males, como el resto del país. Por mucha que sea la cercanía a Caracas, en esta larga era del abusivo fortalecimiento del poder central, Miranda es tratada como una lejana provincia de ultramar, excepto el lugar de residencia de los capitostes del régimen que lo prefieren, por supuesto, debidamente envasado al vacío.

El esperpento de la usurpación, es deliberadamente indiferente a la suerte de los mirandinos de la costa o de la montaña, de las áreas rurales o urbanas, de caseríos, pueblos y ciudades. Un particular gobierno de las mafias, explica a un estado otrora prometedor y pujante, pues, al circuito conformado por la gobernación y las alcaldías, se suma la convivencia interesada con los grandes capos de la delincuencia cada vez más organizada que ejercen un creciente control territorial para asombro de propios y extraños.

Particular circuito por el que, ahora, se pasean los candidatos originales del oficialismo a las fraudulentas elecciones parlamentarias que se avecinan, o dicen avecinarse, turnándose amablemente con la mala copia de los candidatos que vacían de contenido el propio término de oposición. Caso éste que luce peor al exhibirse sin vergüenza, aunque todos los sepamos como el fruto podrido de partidos violentados y de una fácil y reciente facturación.





La Miranda empobrecida, deteriorada, miserable, desescolarizada, violenta, la que muere de hambre y de mengua y, además, arrinconada por el Covid19, ha retrocedido a la premodernidad, en un ambiente de severa represión política y de censura pública. Sus sectores medios y populares, estoicamente indóciles, la han visto derrumbarse en veinte años de un socialismo que sólo apostó por atizar los resentimientos, incluso, étnicos que no encuentran cabida ni profundidad, de acuerdo al deseo de los usurpadores, hábiles demagogos que habitan, despachan y también se recrean en los sectores más exclusivos y seguros de la entidad.

Otro futuro merece el estado Miranda, pero – lo sabemos – no llegará, si no llega a toda Venezuela, porque no es tratamos de la mera circunstancia de los malos gobernantes: versamos sobre un sistema perverso. Y éste, indolente y desvergonzado, tuvo y tiene por objetivo permanente, el de desmoronarlo hasta el último rincón.