La nueva era: Oportunidad, desafío y transformación (I) por Rosana Sosa

La nueva era: Oportunidad, desafío y transformación (I) por Rosana Sosa

El mundo se mueve a pasos insospechados. Estamos en días decisivos. La crisis económica mundial provocada por la pandemia ha promovido cambios disruptivos en toda la cadena de valor de los sectores asociados a la demanda energética mundial.

La demanda de petróleo podrá caer más de un 11,2 % en 2020 de continuar la pandemia lo que elevará los inventarios comerciales de petróleo de la OCDE a 233 mill b/d; por encima del promedio de los últimos 5 años.

Los problemas suscitados por la incapacidad de almacenamiento podrían amenazar con la repetición del escenario de riesgo sistémico de abril del 2020, cuando el precio del West Texas cotizó en negativo ($-37,63%), enfrentando una dicotomía del uso del contango para paliar la realidad de precios, pero acentuando la problemática de la capacidad real de almacenamiento.





Esta distorsión ha suscitado una transformación acentuada en todos los planes estratégicos de las grandes empresas petroleras a nivel mundial y muy especialmente en los programas económicos y diseños de políticas públicas de los gobiernos.

La trascendencia de esos cambios, aunados a la visión geopolítica estratégica, y las distintas realidades macroeconómicas, así como los resultados que se deriven de las elecciones en USA en noviembre de 2020, definirán el camino de las fuerzas económicas a nivel mundial y sus aliados.

Es un ajedrez en cuyo desenlace se encuentra el futuro de la humanidad, una transformación del capitalismo y el comienzo de una nueva era.

El devenir histórico

Toca a cada región del hemisferio posicionarse en una estrategia clara, que podrá regir el destino de sus habitantes hasta el 2050, a fin de colaborar o no con el objetivo de 0 emisiones, propiciando estratégicamente la reducción de Co2 en el uso de fuentes como el carbón, el petróleo y el gas natural (que representan el 80% del consumo de energía actual), y orientándose al cumplimiento de la más ambiciosa meta del Acuerdo de París.

Los hechos avanzan claramente y pareciera que existen algunas visiones contrapuestas que definen escenarios distintos:

Una amplia gama de actores importantes en Estados Unidos mantiene una visión estratégica que sostiene quela energía fósil va a permanecer en el corto, mediano y largo plazo, en virtud de que existe una alta dependencia que señala el compromiso en los planes por mantener la producción de petróleo y gas.

Esa perspectiva se basa en que los tres combustibles: petróleo, gas y carbón suministran hoy más del 80 % del total mundial de la energía, consideran la crisis una variable a ser superarada, en el mediano plazo.

El petróleo crudo sigue representando el 31,6 % del suministro total de energía mundial, el gas el 22,8 % y el carbón (con China influenciando) el 26,9 %. El mayor ascenso entre las renovables en el período: 2005 y 2018 lo representa el sector eléctrico que ha crecido un 9,4 %.

A pesar de ello, la apuesta del escenario de desarrollo sostenible para ellos sigue siendo un escenario en el que el petróleo y el gas sumen más aportes de energías, incluso en 2040.

Los hechos contrastantes

No obstante, basándonos en la actualidad económica, las dos principales empresas de EE. UU. (Exxon Mobil y Chevron) sumaron perdidas de US $ 9.300 millones como consecuencia del impacto Covid 19 sobre la demanda petrolera.

Solo entre abril y Junio: Exxon Mobil perdió US $ 1.080 millones, con una caída del 53 % en sus ventas. Por ello, anunció un plan para reducir 30% su gasto de capital y 15% sus gastos operativos.

Chevrón perdió en ese mismo período US $ 8.270 millones.

En Estados Unidos en agosto al menos 36 empresas declararon su bancarrota, asociadas al fracking, sector muy apalancado por más de 10.000 mill de $ de cada uno de los colosos financieros como JP Morgan Morgan Chase, JP Morgan Citigroup y Wells Fargo.

De hecho, el 31 de agosto EXXON MOBIL salió del Down Jones.

De igual forma el Fondo soberano noruego sacó de su cartera a las inversiones petrolíferas y el peso de las inversiones petrolíferas en la bolsa estadounidense ha pasado del 8 % en 2014a poco más del 2 % en la actualidad y solo alcanza un 2,8 % en el conjunto de las bolsas mundiales en el día de hoy, ya el gigante de las renovables NextEra alcanza a Exxon en capitalización bursátil.

Es por ello, que las principales transnacionales petroleras europeas (Royal Dutch Shell, BP, TOTAL, ENI y REPSOL) han reconfigurado su visión estratégica basada en el compromiso hacia la producción de energías limpias como motor de las nuevas inversiones; en el marco de un nuevo plan de negocios, que den paso progresivamente al uso y adaptación de las renovables en los planes de transición presente y futuros.

Shell garantiza los planes de transformación energética como parte de su sostenibilidad futura y lo demuestra mediante la aceleración en su desinversión en activos petrolíferos upstream ,dando mayor fuerza al gas y las renovables. Siguen en marcha otros proyectos como la primera fase del Arrow Energías Surat Gas Project en Queensland, Australia del cual se estima generará hasta 90 mil millones de pies cúbicos de gas anuales. También en Julio 2020 anunció la construcción de un gran parque eólico en las costas de los países bajos. En cuanto a sus asociaciones estratégicas sostuvo un acuerdo con BP para expandir el negocio de carga de vehículos eléctricos y entre los planes de Shell Energy se encuentra el objetivo de convertirse en la eléctrica de mayor tamaño en la década de los 30.Junto con ENI sus objetivos en operaciones y ventas los convierten en los más ambiciosos para alinearse en el Acuerdo de París, al combinar reducciones de intensidad con el objetivo de reducir sus emisiones en 80 % para 2050.

Estados Unidos en la escena del mundo frente a China.

Las decisiones en materia de política energética representan para Estados Unidos complementar sus políticas públicas con una alianza europea o dejar que China los siga superando, en términos de intercambio comercial con Europa.

En un contexto, en que el producto mundial registraría su mayor contracción desde la Segunda Guerra Mundial, una caída del PIB superior al -5,2 % la economía de China estará a finales de este año, incluso mejor que antes de la pandemia, lo que ayudará a recortar de forma importante la distancia de PIB con los países avanzados, y dicha tendencia ha mejorado con el covid 19.

Con una visión estratégica trascendente, China ha abastecido al mundo en lo peor de la pandemia, ello le ha permitido producir y exportar todo lo que las economías afectadas no podían generar porque se encontraban en el confinamiento. Se demuestra con una estadística contundente: según IHS Markit, las exportaciones chinas supusieron el 20% del total global entre abril y junio, siete puntos porcentuales más que en el mismo periodo de 2019. “La economía del ‘gigante asiático’ será más grande (mientras que la del resto de países se contrae con fuerza)” subrayan.

China es la única economía del G20 que registra un crecimiento de las exportaciones en el segundo trimestre del 2020 (+9,1%), mientras que el resto cae en 17 .7%.

Solo las exportaciones en agosto aumentaron un sólido 9,5% en términos interanuales (en dólares), las exportaciones chinas han venido de la mano de un aumento del 38,4% interanual de las ventas de dispositivos médicos y del 11,8% en los bienes electrónicos. Los datos oficiales publicados el 13 de octubre por la Administración General de Aduanas muestran que, tras elevarse en el citado 10 % interanual, los intercambios de China con el resto del mundo se situaron en 3,07 billones de yuanes (453.872 millones de dólares, 384.832 millones de euros).

Agencias de calificación de riesgo tales como Fitch sitúan el avance del PIB en 2020 entre un 2,5 y un 3%. El Fondo Monetario Internacional vaticina un crecimiento del 1,2% para el conjunto de 2020, Moody’s lo eleva hasta el 1,9%, y esas previsiones podrían revisarse al alza en los próximos meses.

Incluso Alemania depende de la recuperación de su demanda interna en el consumo de automóviles dada su enorme exposición a las exportaciones de automóviles y manufactura.

Pareciera consolidarse la idea de que Estados Unidos, con su errática política internacional, ha dejado de ser un país de dominio global, y los espacios, están siendo ocupados por China.

China domina las exportaciones mundiales sumando unos 2,5 billones de dólares, cantidad similar a la de Estados Unidos y surge como el potencial ganador de esta pandemia.

Europa se ha convertido en el mercado hacia el que mira China para compensar la caída de los intercambios comerciales con EE. UU, Y recientemente las exportaciones desde China superan a las de Estados Unidos con Europa.

Frente a esta coyuntura, China también ha trazado una línea estratégica de negocios en materia energética, “Petro China, propiedad de la empresa estatal China National Petroleum Corporation, reportó una reducción de 13.9% en sus ingresos durante el primer trimestre de 2020 respecto al año anterior, en total 71.9 mmd. El trimestre cerró con 1.8 mmd de pérdidas totales, una baja en las ganancias de 183.3% respecto al año anterior. No obstante, en sus negocios de exploración y producción, PetroChina generó 413.9 millones de barriles, un incremento de 6.1% respecto del año pasado, esto gracias al aumento de inversión y una mayor capacidad de producción hechas antes del periodo de ajuste por los bajos precios en el mercado. En el mismo segmento aumentaron las ganancias operativas 3.9% (689 millones de dólares).

Lo más importante es que la corporación asiática ha puesto en marcha un programa de acción orientado al desarrollo de energías “verdes” y de bajo carbón, aunado a una transición digital de sus operaciones, con lo cual la Unión Europea eleva sus objetivos de reducción de CO2 y China y sus principales empresas petroleras se alinean a la inversión en no renovables; dentro de sus planes de acción y de negocios a corto, mediano y largo plazo.

Las elecciones norteamericanas…un hito decisivo.

La transición energética será una de las mayores transformaciones estructurales de la historia y tanto el candidato demócrata Biden como el Republicano D. Trump deben realinear su política internacional en el marco de la defensa y el compromiso con el Acuerdo de París, y contribuir al pacto verde si persiguen fortalecer la posición de los Estados Unidos frente a China.

De no hacerlo la política exterior de China permitirá su consolidación hegemónica y el siglo de China será el XXI, tal como refiere el filósofo Lao-Tse que nos recuerda el periodista Eduardo Olier en su reportaje del economista.es del 15/04/2020: “el líder hábil somete a las tropas enemigas sin pelear; captura sus ciudades sin ponerles sitio; derroca su reino sin largas operaciones en el campo“.

Ese desenlace tendrá consecuencias inequívocas en la aceptación de un modelo comunista bajo el cual las acciones y conductas del individuo vienen diseñadas por los líderes del partido gobernante, y, en el que hacer corresponder los valores Occidentales de la democracia en la praxis y los derechos fundamentales del hombre en libertad, quedará como parte de la historia.

Sin duda: Estados Unidos está perdiendo esta batalla y con ella los demócratas del mundo: Quizá hará falta recordar a W. Churchill “En la guerra, resolución; en la derrota, desafío; en la victoria, magnanimidad y en la paz, buena voluntad“.