El mérito instaurará la República Por Andrés Segovia @ReporteroAndres

Valera,Trujillo | Aún en los infaustos tiempos de secuestro que corre Venezuela es lamentable notar como todavía se desmeritan los problemas estructurales que llevaron a la desinstitucionalización de las Fuerzas Armadas.

La larga tradición de la bota militar criolla quedó solapada -más no aplacada- durante el período del interludio democrático (1958-1998). Mientras en esa etapa de La Gran Venezuela abrumadoramente se daba la libertad por algo ya dado por la providencia -craso error-, en el fondo de los cuarteles muchos descontentos y arbitrariedades todavía se estaban cometiendo avivando a “las botas”.Molestias y miserias acumuladas sin respuestas en ese mundo tan difícil de entender por los civiles.

El arribo de la República debía significar que el apego y el respeto de ellos no se debe a personalidades, sino a las instituciones y allí estuvo el primer problema a comprender por los uniformados y los de paisano.





Por eso preliminarmente son resaltables dos cosas sobre el borrador de Ley de Ascensos Militares respaldada por miembros de las Fuerzas Armadas ya retirados, como el Coronel Ángel Bellorin -principal redactor, con toda una dilatada cadena de exigencias legítimas- junto y respaldo por la tenaz Fracción parlamentaria 16 de Julio.

Primeramente, el poco interés por el proyecto en las esferas parlamentarias próximas al Interinato que, por ser más entendidas y tener las mayores responsabilidades, deberían preocuparse por un acercamiento a las Fuerzas Armadas distinto al fallido.

Y segundo, yéndonos a la profundidad, ésta iniciativa expone como desde antes del régimen socialista estos ascensos surgían también con arbitrariedades “dedocraticas” totalmente ajenas a la profesionalización militar.

Si los miembros del ejército no se nombran apegados a los planteamientos de la Constitución sus leyes y normas, muchos de ellos no tendrán – y no tuvieron- cortapisas en apegarse al mandato de algún hombre o proyecto personal.

Así aparece Hugo Chávez en 1999 haciendo, como primeras acciones, sin permiso del Senado de la República un ascenso de 33 oficiales. Comenzaba de ese modo una abierta politización de lo militar que repercutió en la militarización de la política y ,por ende, la toma por la fuerza de la nación.

A modo de inciso es bueno preguntarse si existen los “soldados institucionales” (grupo de tamaño maleable del que hablaba mucho una señora que tomó fama siendo comentarista militar) o si estos son reales, pero unas rara avis que buscan de verdad mantenerse en apego a la Constitución y las leyes todavía cuando el entorno cuartelario es mayoritariamente contrario a ello.

Cualquiera sea el caso, esos hombres serían el bastión moral con el que tiene que trabajar codo a codo el demócrata. Eso en lugar de brindar amnistías o perdones sin nada a cambio como lo ha intentado torpemente el parlamento y el Interinato.

Para conseguir soldados verdaderamente institucionales hay que ofrecer incentivos para la construcción de instituciones sólidas que puedan respetar estos uniformados y también penalizar a quienes usando un uniforme no se apeguen a ello.

No se puede seguir viendo al militar como alguien simplemente obediente a políticos, padrinos, tipos “picos e’ plata”, entre más; es necesaria la construcción de marcos transparentes y meritocráticos para que se conformen como un cuerpo delimitado por su respeto marcial a las instituciones de la República, no más, solo así se restaurará y preservará una nación de libertades.


Andrés Anthonio Segovia Moreno, Coordinador Regional de Vente Venezuela en Trujillo. Licenciado Cum Laude en Comunicación Social ULA (2016), Diplomado en Gestión Pública de la ULA-Nurr (2016)