Mireya Segovia: De tanto “todo a su tiempo” se nos va la vida

El tiempo del que a diario se habla en Venezuela, en las calles, llenas de desidia y con una esperanza con una “calma desesperada”,  cobra vidas a diario,  ya no se sabe determinar a ciencia cierta, que es lo que mata a diario a los venezolanos, si el virus, Covid 19, o el hambre, o la desconfianza de ver cada día un futuro truncado, sin posibilidades, sin poder  salir adelante.

El tiempo transcurre y, aun cuando pareciera ser lento, solo vemos un “tiempo perdido” que difícilmente nuestros jóvenes podrán recuperar. La tristeza embarga cada rostro, cada actitud evidencia que, de tanto “todo a su tiempo”  “se nos va la vida”, no llega esa ansiada Libertad,  o muy sinceramente, la vemos lejos,  y se ve agotada la espera “Libertad” y, por Dios, nos desesperamos a medida que el tiempo transcurre.

La economía de Venezuela está en caída libre. La hiperinflación, los cortes de luz y la escasez de alimentos y medicamentos, están expulsando a millones de venezolanos fuera del país, pese a las circunstancias de restricciones y prohibiciones por la pandemia.





Tanto la inseguridad, como la ausencia total de servicios básicos, van a la par de una hiperinflación galopante, sin precedentes y sin forma de detenerla, lo cual hace que todos los venezolanos, busquemos  afanados una forma de sobrevivir es nuestro mayor objetivo. Ir donde el dinero tiene valor, donde puedas sentirte satisfecho (a) pese a tener que trabajar duramente, no importa, pero es esperanza de vida.

Profesionales en su mayoría, ven cercenados la posibilidad de poder ejercer alguna función en nuestro país. Venezuela es una “Bodega Gigante” donde cualquier cosa, se vende o se hace para conseguir el “pan nuestro de cada día”. Hasta cuándo podremos soportar esta pesadilla.

Hace unos meses atrás, el venezolano podía entender y superar que los productos básicos como la harina, el aceite, por nombrar cualquier de los tantos necesarios, o los artículos de aseo personal y del hogar, eran difíciles de obtener para los más pobres, pero ahora, es otra realidad… son imposibles de obtener,  la hiperinflación galopante es absurda, imposible de poder superar.

Hoy hay una profunda brecha que separa a los que tienen dólares en Venezuela de los que no tienen. Las cosas siguen siendo difíciles en Venezuela para quienes, por una u otra razón, siguen o se ven imperiosamente obligados a mantenerse en el país.

Los precios siguen su escalada a pesar de los esfuerzos del venezolano por querer sobrevivir, no hay salario alguno que se ajuste a las posibilidades de vida, esto es una irrazonable realidad que país alguno en el mundo haya podido vivir tanto tiempo.

Los compradores permanentemente se enfrentan a estantes vacíos en los supermercados y, en la mayoría de los estados de Venezuela, la falta de agua, es un problema latente y constante, los  cortes de luz, con pérdidas millonarias  de electrodomésticos y enseres que no podrá, ningún venezolano,  volver a comprar, nunca más;  y todo esto, por una acelerada indiferencia y abandono de las instalaciones de los servicios básicos, problema que se traduce en   una   falta de inversión en la que  la infraestructura de Venezuela se ve cada  vez más desmoronada y sin esperanzas de un esfuerzo por reconstruirla

Lo cierto de todo, es que,   en “todo a su tiempo” se nos va la vida, en el “tiempo de Dios es perfecto”, en el “estamos cerca”, en el “amanecerá y veremos”, Venezuela pierde vitalidad, fuerza, energía, se hunde  lentamente en un holocausto producido por un narcoterrorismo, que no da tregua ni pierde tiempo en generar las consecuencias mas nefastas para cada familia venezolana.

“Dios Mio” ten piedad y Misericordia de todos quienes ansiamos una pronta Libertad.