Un ataque a la libertad de expresión: Caso CNN en Español por Robert Carmona-Borjas

Un ataque a la libertad de expresión: Caso CNN en Español por Robert Carmona-Borjas

Es lamentable que algunos medios de comunicación de importancia global, que generan la noticia y modulan la opinión pública, no actúen de la manera que le impone la ética profesional, es decir, que no se ajusten a las reglas de la imparcialidad y la independencia. Y me refiero a CNN en Español (CÑÑ) que lamentablemente desde hace años ha mostrado una parcialidad inconcebible a favor de tendencias políticas que en nada favorecen los derechos humanos, la democracia y el Estado de Derecho.

En momentos electorales en los Estados Unidos algunos medios de comunicación y las redes con sus influencias se afinan para torcer el rumbo de las cosas e imponer criterios que en definitiva puedan obligar al ciudadano a tomar posiciones que a lo mejor no son las mejores o no son las que ellos hubieran elegido si hubiesen tenido la oportunidad de acceder y analizar una visión menos sesgada o contraria a la presentada por determinados canales.

La cadena CNN en Español ha mostrado estos últimos tiempos una burda parcialidad inconveniente que desmejora su imagen como centro de noticias, más cuando ellos se hacen llamar “la red de noticias más confiable.” La Cadena CNN rompe simplemente la imparcialidad y eso es evidente en el formato en Español dirigido a la comunidad Hispana y a ello me refiero y por experiencia propia, aunque no quisiera que cualquier revisión sea personal, sino más bien, dirigida a lo general.





La política de un canal o un medio de comunicación depende primordialmente de la directiva de estos. Los analistas, periodistas y otros comunicadores de CÑÑ suelen seguir la línea editorial de su versión en Inglés, aunque a veces esos mismos ejecutores muestran menos independencia que la versión original del canal mismo, conducta que tolera o permite su directiva quizás de manera interesada, lo que es impropio en el contexto de los medios de comunicación básicos a la libertad de expresión y al derecho a ser informado veraz y oportunamente.

Periodistas famosos de CÑÑ en el área latinoamericana han mostrado esa parcialidad. Uno de ellos, prestigioso en el medio, quien durante 16 años fue el presentador principal y símbolo de CNN en Español, así como su corresponsal principal en Washington, D.C., se decía ser un periodista “independiente,” sin embargo, esa posición distaba mucho de la falta de acuciosidad por mostrar la otra cara de la versión oficial del régimen bolivariano en materia de derechos humanos, libertad de expresión, democracia y estado de derecho, para resumir. Incluso existe evidencia que muestra que a pesar de este periodista haber grabado entrevistas que podían desde hace casi dos décadas alertar a la comunidad internacional del inicio de la estampida de venezolanos en busca de asilo político en el exterior, estos hechos jamás los publicó el canal. De igual forma el tono inquisidor que usaba para cuestionar a los entrevistados que denunciaban hechos de corrupción o violaciones a los derechos humanos en Venezuela, se divorciaba completamente del tono indulgente que usaba en las entrevistas de los personeros del régimen chavista. Ese estilo o línea de rigor periodístico cambió diametralmente cuando al salir de CÑÑ se convirtió por más de 10 años en periodista estrella y su corresponsal en Washington, DC del canal TeleSur, canal que no es más que la fachada mediática de un proceso de destrucción política que acompañado por las redes sociales manipuladas se muestra como una verdadera amenaza a la democracia y a sus valores.

Otros periodistas de CÑÑ mostraron igual conducta de indulgencia hacia el régimen totalitario de Venezuela, cambiándola solo cuando sufrieron en carne propia el desprecio y violaciones a sus propios derechos humanos y a los de su equipo de producción, no distintos al trato que por décadas recibe cualquier otro periodista o medio de comunicación nacional o internacional que ose exponer el genocidio que perpetra el régimen en contra del pueblo venezolano. Ese es el caso de una periodista estrella del Canal, de larga trayectoria en CÑÑ, de quien por muchos años la gran mayoría de los venezolanos percibió que favorecía abiertamente al chavismo, al dictador Hugo Chávez Frías, pero después, una vez cuestionada por el mismo régimen al que se acercaba, por no haber seguido una línea más dura, cambió de opinión y se presentó como una defensora de la democracia. Esta periodista estuvo cerca de Chávez hasta que el régimen la rechazo. Desde ese día decidió cambiar, como muchos otros.

Y así, otros famosos comentaristas y analistas de CÑÑ que por años también fueron siempre favorables al chavismo y cuando digo chavismo no me refiero a la política local de Venezuela de manera simple, me refiero, a la contrapolítica que busca minar la democracia occidental y atacar los principios fundamentales de la democracia, de los derechos humanos, del Estado de Derecho, que por años occidente ha mantenido enarbolados.

Son muchos los ejemplos que podríamos traer acá. No puedo obviar sin embargo la posición del canal CÑÑ ante los acontecimientos en Honduras en 2009, primero el silencio cómplice ante el golpe de Manuel Zelaya Rosales y la tentativa de golpe de Zelaya que flagrantemente violaba los Artículos 239 y 322 de la propia Constitución de la República de Honduras, entre otros; luego una reticencia para exponer hechos de corrupción aún impunes dentro de la administración del gobierno de Zelaya, quien ha demostrado ser un aliado incondicional del régimen chavista, como entre otros fueron los hechos de corrupción que aún se mantienen impunes, de su exministro de la Secretaría de la Presidencia Yani Rosenthal a quien casi una década después, el Fiscal del Distrito Sur de Nueva York, Joom H. Kin, acusó formalmente por los delitos de Lavado de Dinero, por los cuales fue condenado a prisión.

Lo mismo pasó con el sobrino de Manuel Zelaya, el exgerente general de Hondutel Marcelo Chimirri, a quien el Departamento de Estado el 24 de enero de 2008 le negó el privilegio de entrar a los Estados Unidos bajo la Proclamación Presidencial 7750, emitida bajo la autoridad de las leyes americanas, incluyendo el Párrafo 212 (F) en base a la Ley Acta de Inmigración y Nacionalidad, el cual se refiere al involucramiento en casos serios de corrupción pública. El canal nunca favoreció con verdadero empeño esta lucha que debilitaba la democracia en Honduras. Lo cierto es que la independencia del medio y su imparcialidad en estos aspectos han resultado en estos casos deplorablemente cuestionables.

Ahora bien, en el caso de la política interna de los Estados Unidos esa misma “discrecionalidad ambivalente” pareciera inclinarse a favorecer posiciones de “izquierda.” No es difícil ver en la cobertura de los análisis políticos que ciernen sobre la elección presidencial estadounidense tal postura. Es difícil dudar que no se renueve esa parcialidad expresada por CÑÑ y uno pudiera afirmarlo cuando observa que sus periodistas o productores parecieran solo aceptar en pantalla, de manera exageradamente habitual, solo a analistas políticos que presentan una visión maniqueísta dicotómica en favor de la candidatura demócrata frente a la republicana. Y, para denotar un aparente equilibrio, invitan a analistas o comentaristas políticos que defienden la tendencia contraria, pero con la salvedad que a estos si los rotan con muchísima mayor frecuencia que a los analistas que pareciera, por la frecuencia en aparición, ser parte del personal fijo de CÑÑ, lo que refleja desigualdad de acceso y discriminación, aspectos delicados en el tratamiento de la noticia auténtica.

Es lamentable que a semanas de la elección presidencial de los Estados Unidos el canal siga manteniendo una posición parcializada. No se trata de definir si una candidatura es más conveniente o no para los americanos, es mostrar lo que realmente dicen, sin manipulación, sin mala intención. Lo objetivo, tan necesario en la noticia, pierde vigencia ante un subjetivismo peligroso.

En los años 70-80 se discutió un nuevo orden informativo internacional y se lograron ciertos avances que no cristalizaron porque las grandes cadenas de información se opusieron, haciendo un daño enorme a la veracidad y la legalidad de la información. No por ello se descartaron los principios fundamentales que deben regir el ejercicio del periodismo, entre ellos la imparcialidad y la independencia, la no discriminación y la igualdad en el acceso a la noticia y a su tratamiento. Los estadounidenses, el mundo, el elector, el ciudadano de a pie exige información auténtica, sin manipulación, sin control.

Es muy lamentable que el Canal CÑÑ, con un prestigio construido en la independencia y la lealtad a la información, permita la presencia constante entre sus analistas y comentaristas e invitados hispanos solo o mayormente a personas familiarizadas con una marcada tendencia política, tal y como ocurre en los programas de opinión como “Choque de Opiniones” y “Directo USA” en CÑÑ.

La pérdida de la independencia, de la ecuanimidad, de la vocación, produce un daño enorme a la población y la consecuencia es un rechazo a mediano plazo. El mundo hoy está siendo manipulado no solo por las grandes cadenas que pierden objetividad y dejan de ser meramente informativas, sino por las redes sociales que a veces parecen incontrolables y que grupos inescrupulosos forman las mega tendencias para generar una determinada opinión lo que es grave y que, de la minoría, por su propia técnica, se convierten en mayorías, de verdades a falsos positivos que todos aceptan por el acorralamiento de los medios o la supremacía de la mala información.

Las tendencias desinformativas que vemos en las redes y los medios, de lo que algunos parecieran no percatarse, buscan minar la democracia, sus valores, la civilización judeocristiana, y ello para imponer un nuevo orden basado en principios rechazados por la mayoría.

Hay un juego que a veces parece que no entienden o que no quieren entender o que simplemente por ignorancia o comodidad dejan de lado, sin importarle el efecto nefasto que produce en la sociedad la desvirtuación de la notica y su acomodo a esquemas ideológicos o políticos contrarios al orden actual. En todo caso, la desinformación o la tergiversación de la realidad mediante el secuestro de los medios y la exclusión de analistas de opinión diversas crea un daño enorme al sistema y favorece a quienes desde afuera luchan por acabarlo.

Sin medios auténticamente independientes e imparciales, honestos en sus actuaciones, la noticia seguirá siendo manipulada y la información desvirtuada en perjuicio del ciudadano común objeto de la influencia que como en un laboratorio se construye para marcar tendencias políticas o de cualquier naturaleza.

@CarmonaBorjas