Yoel* observa los alrededores de un boulevard al este de Caracas. Es vendedor en una zapatería pero la pandemia de COVID-19 también lo ha convertido en una suerte de centinela.
Por El Pitazo
“Todo el mundo pa’ dentro que se vienen los pacos (sic)”, avisa por una radio que saca de su bolsillo. De inmediato, una decena de comercios cierra sus puertas a la espera que se retire un grupo de agentes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) para volver a tener sus santamarías entreabiertas.
Además de la zapatería de Yoel, otros comercios dedicados a la venta de ropa, artículos deportivos e incluso tecnológicos, todos excluidos de los sectores priorizados para laborar durante las semanas radicales del plan 7+7, se suman a esta modalidad de venta escondida para eludir las restricciones que impone la cuarentena por el coronavirus.
A mediados de marzo pasado cuando se registraron los primeros casos de COVID-19 en el país, el gobierno de Nicolás Maduro prohibió abrir negocios a excepción de los dedicados al expendio de alimentos, medicinas, y otros productos y servicios calificados esenciales. Aunque en junio anunció un plan de flexibilización escalonada con periodos de confinamiento estricto, en los cuales los comercios no priorizados deben permanecer cerrados.
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