Nos vienen a la memoria las bravuconadas de Chávez, hace veinte años, cuando se ungía como reivindicador de nuestros indígenas y vengador de las matanzas que atribuía “al genocida Cristóbal Colón y sus huestes de ex presidiarios”. Su promesa de dignificarles la vida sufrió rápido la amnesia adjunta a su charlatanería. Han reaparecido enfermedades endémicas controladas en el pasado, como malaria y sarampión, la mortalidad infantil, en el caso de los Yanomami, ya alcanza a 50% de los niños antes de los tres años, Pemones y otras etnias de Guayana sufren los abusos de la fuerza militar y son victimas de la irracional explotación minera, Waraos huyen a Brasil espoleados por el hambre y las condiciones insalubres…
En 2015, la reacción de estos pueblos se plasmó en elegir a la Asamblea Nacional a los tres indígenas representantes de partidos de oposición. Para evitarlo en la próxima elección, el CNE oficialista, arbitrariamente, les ha eliminado a los indígenas el Constitucional voto secreto y lo ha reemplazado por elección a mano alzada, en asambleas controlables por el oficialismo. Esa es la única respuesta que puede dar esta dictadura a la miseria indígena.
En la mitología pemona, los terribles espíritus malignos de Mariwitón y Tramán Chitás habitan en lo alto del Kerepakupai Vená. Los chamanes de los Yukpas descubrieron que su domicilio real está en Miraflores.