La complicada gran familia Maradona: Tres mujeres, cinco hijos y demasiados reproches

Maradona con su exmujer y sus dos hijas – Foto: Archivo

 

Mary presumía de haber sido la primera novia formal de Diego Armando Maradona. Guardó silencio cuando el Pelusa se fue con Claudia Villafañe y la nueva pareja empezó a ocupar las «tapas» de las revistas rosas y amplios espacios de la prensa deportiva y de información general. Mary era la adolescente que le daba buena vida al Pelusa cuando jugaba en Cebollitas. El efecto era recíproco, reconocería hace unos años en entrevista con ABC: «Éramos compañeritos», comentaba. Mary se tragó el orgullo tras el abandono, «nunca le pedí ni le reproché nada. Éramos muy jóvenes», recordaría sonriente. Ella, abrió «una peluquería» y dejó a Diego en su memoria, «con buen recuerdo porque conmigo nunca se portó mal», aseguraba. La historia de Mary, quizás, es la única ausente de reproches. Las otras que protagonizaron sus mujeres, parejas e hijas incluidas, forman una ensalada agridulce de denuncias, insultos y hasta acusaciones de malos tratos.

Por ABC





Con Claudia Villafañe, la mujer que le acompañó y le ayudó en los años más duros de la adicción de Maradona a las drogas, empezó de lujo pero terminó en los tribunales y con un clima de mezquindades y miserias por dinero o quizás, por celos. Aquel matrimonio, celebrado un 7 de noviembre de 1989, se hizo por todo lo alto. Había centenares de invitados pero entonces no existían los «celulares» y las imágenes que se filtraban eran las que ellos querían. Fidel Castro, el presidente Carlos Menem, un joven Mauricio Macri y un Alfredo di Stefano en plena forma, estaban entre los elegidos.

Una boda de dos millones

El convite se celebró en las instalaciones del histórico Luna Park, sede de combates de boxeo, de convocatorias históricas y de conciertos de los grandes de la música. El mismo lugar donde Liza Minelli, Frank Sinatra y hasta el Papa Juan Pablo II encontraron allí un público incondicional de fieles y fans.

El bodorrio costó dos millones de dólares de la época. En la ceremonia no podían ser testigos porque eran muy niñas pero Dalma y Gianinna ya correteaban entre los bancos de la iglesia del Santísimo Sacramento de Buenos Aires, mientras su madre recorría la alfombra roja. El vestido de novia, de Elsa Serrano, la diseñadora favorita del poder en los 90, pesaba como una roca. 1.500 piedras preciosas, 800 cristales y varios kilos de brillos de fantasía lo alfombraban. Para coronar la testa de la mujer que se sentía en ese momento como una reina, se cosió una especie de vincha (cinta o diadema ancha) que sujetaba el velo. Champaña, caviar, puros, buen vino y lo que el paladar más exquisito pidiera estaba en las mesas.

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