Carlos Ochoa: El gran despertar de Venezuela

Carlos Ochoa: El gran despertar de Venezuela

El régimen ha utilizado todas las artimañas que han sido experimentadas en Cuba y en otros países totalitarios para intentar adormecer al pueblo de Venezuela, son prácticas que parten de una fuerza paralizadora muy importante que convierte a los ciudadanos en “muertos vivientes”, carentes de voluntad propia porque se les despoja del coraje necesario para enfrentar con vitalidad, ambición, interés,  la vida colectiva y la propia. Es obvio que un ser dormido no va a ir a ninguna parte, no va a producir ningún cambio porque está paralizado por el miedo, camina kilómetros gastando suela, se sube al transporte atiborrado con la mayoría de la gente sin máscaras sanitarias, hace las cola para el gas que no llega, duerme en su carrito tres y cuatro días   esperando llenar el tanque de gasolina en la estación subsidiada que nunca abre o en la dolarizada que siempre está esperando la cisterna que tampoco llega salvo en Caracas, regresa a su casa y no hay electricidad y en la mesa  poco o nada que comer porque los bonos, el salario o los dólares que le pagaron si por suerte tiene un trabajo no le alcanzan para llevar una vida sin tanto sobresalto ni miseria. La pregunta que muchas personas se hacen es porque soportamos tanta humillación y no le damos canalización a la indignación en el plano político. La respuesta a la interrogante de por qué los venezolanos no reaccionan a las penurias es simple, estamos sometidos por el miedo que el régimen ha ido perfeccionando para asustar a la vida,  confiscando la esperanza, la ambición y los deseos de cambio.

No basta preocuparse por el país, expresarlo con sentimiento, hacer una cadena de preocupaciones para ver si la situación mejora, eso no va a solucionar absolutamente nada sencillamente porque la preocupación nunca ha solucionado algo en ninguna parte, por el contrario mientras más nos preocupamos sin respuestas  colocamos más obstáculos en el camino del cambio.

Para poder erradicar la siembra oscura del miedo tenemos que entender que el camino del cambio pasa por el renacimiento de los deseos, tenemos que desear ardientemente  para que se produzcan los cambios que queremos, el deseo y el interés que le pongamos a nuestras vidas son los motivos que nos conducen al éxito. La desesperación y la preocupación no son deseos, estos son cantos lastimeros que no conducen al cambio, el deseo si porque si es verdadero y autentico deseo al no satisfacerse por no alcanzarlo se sufre y en ese sufrimiento se produce un estado de “ya no soporto más” y se logra cambiar por la acción del sujeto que decide luchar para dejar de sufrir porque llegó al límite del sufrimiento por no poseer lo que se desea. En la campaña electoral de 1983 en donde resultó electo Presidente Luis Herrera Campins se difundió una cuña por televisión que mostraba a una madre con su hija en brazos en la puerta de un rancho de Caracas, la niña se hizo famosa y el nombre de Aleida Josefina pasó a formar parte de la memoria popular del venezolano por mucho tiempo, el mensaje que caló positivamente en el subconsciente del venezolano fue: “esto no lo aguanta nadie”, era una negación utilizada como “si energético”, la clave era la doble negación, el “no” y el “nadie” que es muy diferente a una sola negación que no produce acción porque anula el deseo al crear un polo contrario.





Cuando la oposición legitima llama a no participar en la farsa  del 6 de diciembre tiene que tomar en cuenta que no puede hacerlo con la negación simple porque también  activa la afirmación, eso no lo entendió un venezolano con una mente bien amueblada y amplia experiencia política como Domingo Alberto Rangel, que en 1973 agrupó unos pocos voluntariosos de la ultraizquierda llamando a votar nulo, el “no votes” se transformó en un tsunami de votos para CAP que con el “si energético convertido en canción por Chelique Sarabia “ese hombre SI camina va de frente y da la cara” llegó caminando triunfante a Miraflores.

Para que se produzca el cambio tenemos que desaparecer el miedo y la preocupación transmutándola en confianza y esperanza, la convocatoria a la Consulta Popular tiene que ser un despertador de mentes adormecidas por la burundanga mediática y discursiva del régimen, tiene que avivar el fuego de los deseos por la libertad porque la vida de la nación y la nuestra se nos va en ello. ¡VIVA VENEZUELA!