¡Perturbador! Fukushi Masaichi, el doctor que coleccionaba tatuajes de presos muertos (FOTOS)

¡Perturbador! Fukushi Masaichi, el doctor que coleccionaba tatuajes de presos muertos (FOTOS)

 

El mundo está lleno de gente dispuesta a cualquier cosa y en lo que se refiere a los tatuajes, más aún. Así, si ya existe una empresa que te ayuda a retirar tatuajes de tus familiares fallecidos, años atrás ya había quien los coleccionaba.





Por: Neoteo

El japonés Fukushi Masaichi (1878-1956) es el fundador de la considerada como mayor colección mundial de tatuajes arrancados de cadáveres. Médico de profesión, comenzó a interesarse por los tatuajes cuando supo que la tinta inyectada en la piel acababa con las lesiones dérmicas provocadas por la sífilis.

Curiosamente, él nunca se animó a tatuarse algo en el cuerpo, pero eso no le impidió contactar con gente que, allá por los comienzos del siglo XX, tenía estos dibujos en su cuerpo. A la vez, mostró su interés por el ‘irezumi’, el arte japonés de tatuar. Así, entre entrevistas e ‘irezumi’, terminó acudiendo a autopsias en las que extraía trozos de piel de los cadáveres tatuados.

Masaichi tenía muy buena relación con sus futuros pacientes, quienes estaban totalmente de acuerdo en preservar lo que tenían bajo su ropa. Incluso se dice que el médico llegó a pagar a algunas personas para que se terminaran un tatuaje que él guardaría años después.

 

 

El catálogo incluye 2.000 tatuajes y 3.000 fotos. Estas, por desgracia, se perdieron durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de todos los años pasados, muchos de esos tatuajes han llegado todavía hasta nuestros días. ¿Cómo? Masaichi los guardó en un refugio antiaéreo a comienzos de los años 40. De esta manera pudieron sobrevivir al conflicto bélico. Años antes, en un viaje académico por Estados Unidos, un camión lleno de ellos desapareció en Chicago y nunca más se volvió a saber de ellos.

 

 

La fama de esta colección fue tal que de su colección se realizaron reportajes en la estadounidense y prestigiosa revista ‘Life’. En ellos se exhibieron los mejores ejemplares, en fotografías que pueden herir la sensibilidad de algunos y que, desde luego, no dejan indiferente a nadie:

La colección pasó a manos de su hijo, Katsunari, quien también fue médico y que tampoco se hizo tatuajes en su cuerpo. Él preservó la colección de su padre y también investigó en este pictórico arte.

En la actualidad, este peculiar conjunto artístico se puede visitar en la Universidad de Tokio, que los tiene guardados en 105 cuadros. No está abierta al público, pero el departamento médico permite visitas de doctores e investigadores mediante cita previa.