De miles de fans en YouTube al repudio: Los influencers que adoptaron un niño con autismo en China y luego “lo devolvieron”

De miles de fans en YouTube al repudio: Los influencers que adoptaron un niño con autismo en China y luego “lo devolvieron”

Myka y James Stauffer con sus cinco hijos – Nakova (8) y Jaka (6) y los varones menores Onyx (1), Huxley (5) y Radley (4), antes de que devolvieran al pequeño que habían adoptado en China tres años antes (Instagram)

 

Esta es la dolorosa historia de un niño abandonado dos veces en su vida. La primera, cuando nació en China. La segunda, cuando los influencers norteamericanos Myka y James Stauffer, que lo habían ido a buscar a su país natal tres años antes, lo “reubicaron” con otra familia en mayo 2020. El niño padecía autismo, era el cuarto hijo del matrimonio y había cumplido los 5 años.

Por infobae.com





Una familia exitosa en la web

Myka Bellisari nació el 2 de junio de 1987. Su madre tenía 16 años cuando la tuvo y Myka nunca supo quién fue su padre biológico. Cuando terminó el secundario estudió para ser enfermera. Además de ejercer su profesión, abrió un canal de YouTube donde comenzó a cosechar seguidores hablando sobre cómo perder peso.

En el 2012, cuando tenía 25 años, en una aplicación de citas online llamada OkCupid, encontró a James Stauffer. Se conocieron, se enamoraron y se mudaron juntos a Indianápolis. Myka quedó embarazada enseguida. Se casaron en 2014 y, a instancias de su marido, dejó la enfermería. James con su trabajo como ingeniero ganaba tres veces más que Myka como enfermera. Empezó a vender ropa por eBay y, en su tiempo libre, se lanzó con un nuevo canal en YouTube utilizando el apellido de su marido.

Fanáticos de la vida digital, la pareja encontró un filón redituable en promocionar lo que bautizaron en su blog The Stauffer Life (que era algo así como el estilo de vida de los Stauffer). También crearon un canal de cocina al que denominaron Meals with Myka & James (Comidas con Myka y James) y un canal de juguetes, Stauffer Pony Palace.

Todo marchaba viento en popa, mientras sumaban nuevos hijos a la familia y reclutaban seguidores. Myka, habilidosa blogger y vlogger, empezó a dedicarse a esto tiempo completo. Filmaban y subían a Internet todo lo que hacían: el crecimiento de los chicos, cuando perdieron un bebé, sus emociones cotidianas, los nuevos tests de embarazo, sus desayunos, la limpieza de la casa…

Sus seguidores se empezaron a multiplicar. Los Stauffer habían comprendido la dinámica de la web y ya palpaban lo que podía otorgar en términos económicos ese mundo virtual. James estudió, entonces, las palabras SEO (palabras clave) para titular mejor sus posteos y aprendieron a sacarle el jugo a las herramientas digitales.

El éxito llegó acompañado de sponsors. Las marcas los querían tener: se habían convertido en una atractiva y simpática pareja norteamericana dedicada a la crianza de sus hijos. Perfectos en la estética, se mostraban como unos super padres. El día de Myka arrancaba en la cama al despertarse, cuando se maquillaba, cuando vestía a los chicos, cuando cocinaba… Un reality familiar perfecto.

En el 2016, Myka ya había tenido a sus tres hijos mayores (Nakova, Jaka y Radley) y los escolarizaba en su casa. James había creado, además, su propio canal sobre autos que grababa en el garaje.

Fue ese año que decidieron mudarse a Ohio. Y, como todo lo que hacían, eso también lo subieron a la web. Ya sabían muy bien que los nuevos embarazos, los bebés y las mudanzas ayudaban al crecimiento de la audiencia que precisaban para monetizar el emprendimiento digital.

Intimidad pública

Myka y James le habían relatado a su mundo web que les gustaría tener entre seis y siete hijos. Un día Myka empezó a contar a sus seguidores que, en realidad, ella deseaba adoptar. Pero reconoció que James no estaba del todo convencido. En vez de hablarlo en privado, como lo haría cualquier familia, Myka escribió en las redes: “¿Podrías, por favor, considerar en tu corazón la posibilidad de adopción? (…) Solo pensalo porque es realmente importante para mi”.

Hacer pública la intimidad de la pareja tenía eco entre los admiradores de su estilo de vida. Y, por supuesto, Myka convenció a James.

Tomada la decisión, en julio de 2016, subieron un video anunciando sus planes. En contra de los consejos de las agencias y de los especialistas, detallaron la adopción internacional que intentarían concretar. Myka decía que estaba ansiosa, que quería abrir sus corazones para ver “qué tiene Dios guardado para nosotros”. Se enfocaron en China. Un país que ya entonces estaba revisando sus protocolos de adopción internacional y empezaba a exigir más a los aspirantes a padres. Por ello, los Stauffer, tendrían que elegir entre dos opciones: niños que tenían afecciones no demasiado severas y niños que padecían algo mucho más serio que implicaría mayores cuidados. Si bien al principio ellos escogieron la primera opción, después -no se sabe por qué- pasaron a la segunda.

Myka miró cientos de fotos de chicos que esperaban ser adoptados… Hasta que uno de ellos captó la atención de la pareja. Llamaron a la agencia donde les comunicaron que ese niño, al que luego llamaron Huxley, tenía “algo que podría ser un tumor cerebral”. Los Stauffer llevaron la ficha médica de Huxley a su pediatra, quien habría desaconsejado la adopción.

Pero Myka estaba decidida y así se lo hizo saber a sus followers: “No importaba en qué estado estuviera, nosotros sabíamos, sin dudas, en nuestra mente, que lo amaríamos (…) si hay algo…, mi hijo no es retornable”.

Dinero, China y clics

Fue por ese entonces que la pareja solicitó a su audiencia dinero. Pidió 5 dólares, a cada uno de sus seguidores, para poder solventar los temas que conllevaba la adopción de Huxley. Según diría luego Myka, a la policía de Ohio, juntaron solamente 1.900 dólares. La adopción internacional les había costado más de 40.000 dólares.

En octubre de 2017, Myka y James junto con sus tres hijos biológicos, viajaron a China para buscar al nuevo integrante de la familia.

El video del viaje de adopción de Huxley, de 2 años y medio, tuvo más de cinco millones y medio de visualizaciones. Era un éxito total en la web. La música, el primer encuentro, las reacciones, todo estuvo perfectamente documentado. Huxley estaba en el centro neurálgico de la cámara que registraba la vida de los Stauffer.

Luego vendrían la primera Navidad, la relación con sus hermanos, Huxley jugando, Huxley y más Huxley.

También estaban su salud, su pronóstico y sus peleas con la comida. Myka lo contaba todo. O casi todo.

Ese primer año con Huxley, sumaron medio millón de suscriptores. Para mayo de 2020, tenían ya 700 mil y habían realizado unas 127 grabaciones. Desde 2014 Myka sumaba, entre todas sus cuentas, unos 74 millones de vistas. Su marca se expandió y pasó de ser un canal de lifestyle familiar a uno de una familia con necesidades especiales. Relataron a su comunidad digital que Huxley había sido diagnosticado con un nivel tres del espectro autista, el más severo. Myka comenzó a dar entrevistas para hablar del cuidado de niños con autismo.

En un artículo sostuvo: “Mi hijo me ha enseñado a amar completa e incondicionalmente, sin importar las circunstancias y sin excepciones”.

Los anunciantes y los clics aumentaban a la par de la facturación.

Auge y caída en la vida real

En el 2018, los Stauffers dieron un salto cualitativo en su forma de vida. Se compraron una casa construida en tres niveles, en un excelente vecindario en el norte de la ciudad de Columbus, por 670 mil dólares. Su nuevo hogar tenía varias chimeneas, un gigante salón en el sótano con un bar con barra incluida, baño y cocina. En la platnta baja, el living ostentaba un techo a doble altura con enormes ventanales de vidrio y arañas colgantes. En el segundo piso, estaban los dormitorios: el de las chicas era doble y con baño en suite; el de Huxley estaba separado del de Radley y la master suite era para la pareja. En un video de 15 minutos Myka mostró su nuevo hogar, metro por metro, sin olvidar mencionar las marcas que la auspiciaban. Además, adquirieron una camioneta Range Rover y un Mercedes Benz.

La web claramente les daba rédito. Compartieron el éxito con su club de seguidores y sugirieron que podrían adoptar otro hijo en Uganda o Etiopía. Pero pocas semanas después, Myka anunció que estaba embarazada de su quinto hijo. Sus lágrimas y su test fueron, por supuesto, grabados y subidos.

El lunes 24 de junio de 2019 nació Onyx y fue nota en la famosa revista norteamericana People que reprodujo las palabras de Myka a su bebé: “Te amamos Onyx Trey Stauffer, bienvenido a este loco y lindo mundo. Te prometemos darte lo mejor que el mundo tenga para ofrecerte y serás amado como nunca antes”.

Pero del otro lado de la pantalla, las cosas no eran tan maravillosas como pretendían aparentar. Los problemas reales habían empezado a surgir y dejarían en evidencia que ellos no se habían preparado para semejante tarea de educar a un niño con espectro autista.

Amar con límites

De acuerdo al sitio Social Blade, el total de ganancias de los Stauffer, entre abril y mayo de 2020, habría sido entre 4100 dólares y 66.700 dólares entre los tres canales. Esto no incluía los ingresos por sponsors. De hecho, Myka había contratado a un manager para que manejara a las compañías que querían trabajar con ella.

Pero los logros económicos no se condecían con la vida intramuros.

Hacia enero de este año, los Stauffer estaban desbordados emocionalmente y abrumados por las dificultades para criar a Huxley. Sus seguidores ya habían notado, desde finales de 2019, que el pequeño había desaparecido de la mayoría de los videos familiares. Incisivos, habían empezado a preguntar. El matrimonio ponía excusas lógicas como, por ejemplo, que Huxley se tenía que ir a dormir más temprano por sus problemas de autismo. Pero las preguntas persistieron.

A medida que fueron pasando los meses, los internautas se pusieron más exigentes, querían respuestas. Mientras esto sucedía, los Stauffer ya habían comenzado a hablar con expertos y terapistas para ver qué podían hacer con Huxley… Hablaban de la posibilidad de disolver la adopción y de conseguir para él un nuevo hogar. Otra familia.

El 3 de mayo de 2020, las cosas se precipitaron. Apareció el primer post de una cuenta llamada Justice por Huxley (Justicia para Huxley). Allí, los seguidores de la pareja escribieron enojados: “Myka, nosotros estamos muy preocupados acerca de tu hijo… Borrar comentarios en Instagram y evitar nuestras preguntas por Huxley y para saber dónde está, es extremadamente preocupante y sospechoso. No pararemos hasta que tengamos #justiceforhuxley”.

Los Stauffer estaban en el ojo del huracán más feroz. La presión era tanta que, una semana antes de que Huxley cumpliera 5 años, la pareja rompió el silencio.

El martes 26 de mayo de 2020, Myka y James grabaron un video que duró 7 minutos 6 segundos al que titularon “Actualización sobre nuestra familia”.

Enfundados en remeras blancas, sentados en su cama y con caras compungidas, le explicaron a sus 717 mil suscriptores que la adopción había terminado. Myka empieza el video diciendo: “Este es, por lejos, el video público más duro que hemos tenido que hacer con James”. James refiere que, a veces, los procesos de adopción internacional no son lo transparentes que deberían ser y que los cuidados especiales para Huxley eran mucho más de los que les habían dicho que se precisarían. Llorando él dice: “Para nosotros ha sido muy duro (… ) nosotros no querríamos estar en esta posición (…) tratamos de ayudar lo más posible (…) Nosotros verdaderamente lo amamos”.

Myka lo toma de la mano y también llora. Luego, cuenta cómo fue el proceso para encontrar una nueva “familia para siempre para Huxley” y explica que “él está escribiendo, es verdaderamente feliz, lo está pasando bien y su nueva mami tiene un entrenamiento médico profesional”.

“¿Siento que fallé como madre? Sí, quinientos por ciento”, admite mientras sigue llorando, “… los últimos meses fueron lo más difícil que nunca pude imaginar”. Myka aclara que no contaron esto antes para salvaguardar el nuevo proceso de adopción y para respetar la privacidad de Huxley. Por Instagram también pide disculpas: dice que ha sido “naive, tonta y arrogante” y que no había estado bien preparada para lo que significaba un proceso de adopción. De todas formas, agrega que no se arrepiente de haber llevado a Huxley a los Estados Unidos, porque eso terminó por conducirlo a una familia que está más preparada que ellos para sus necesidades. Aun así, reconoce que Huxley ha “experimentado un trauma” con la disolución de la adopción.

Trascendió que los terapeutas le habían diagnosticado a Huxley un coeficiente intelectual por debajo de lo normal y que nunca podría ir a la escuela. Los Stauffer aseguraron que en China les habían dicho otra cosa: “… que tenía un tumor cerebral, pero que tenía un coeficiente intelectual normal y que no había retrasos”. James contó, además, que Huxley tenía treinta horas de terapia semanales. Esto, según dijeron después las autoridades responsables, era para prevenir una agresión severa de Huxley hacia sus otros hijos. Porque, según contaron los mismos Stauffer a la policía que investigó el caso, Huxley revoleaba sus juguetes y golpeaba a los otros niños. Ellos creían que esas explosiones intempestivas podían ser traumatizantes para el resto de los hermanos.

Apenas hicieron público el traslado de Huxley a otra familia, el universo de sus fans estalló. Al instante miles de sus fans dejaron de seguirlos. Los sponsors huyeron. Y empezaron a recibir mensajes lacerantes.

Los abogados de la pareja, Thomas Taneff y Taylor Sayers, le dijeron a la revista People que la decisión fue consecuencia de consejos médicos y que reflejó la devoción que tenía la pareja por sus hijos. Era la mejor decisión para Huxley, sostuvieron.

Lo único incontestable era que Huxley había sido “reubicado” con otra familia.

Repudio, algunas defensas y amenazas

El escándalo fue inmenso. Salvo unos pocos que empatizaron con ellos y los consideraron, básicamente, ingenuos, el resto de su legión de admiradores fue muy dura. Opinaban que eran unos narcisistas que explotaban a sus hijos para lucrar con ellos ya que los videos y fotografías les habían servido para obtener campañas de detergentes, café y ropa deportiva y que, cuando la cosa resultó difícil, descartaron al que les daba problemas.

Un usuario de Twitter escribió furibundo: “Los niños no son perros que adoptas de una camada y los puedes devolver en 14 días si no encajan… asqueroso”.

Borrar los comentarios o tratar de explicar la situación no conformó a nadie. Alguien, en su defensa, recordó el caso de la escritora Joyce Maynard, que también había devuelto a dos chiquitas etíopes para que fueran adoptadas por otra familia. Uno de los mensajes de apoyo decía: “Los respeto por tener el valor de tomar una decisión tan dura”.

Myka, de 33, y James, de 35, fueron juzgados sin piedad por los mismos que los habían amado tanto. La críticas más feroces, se las llevó Myka. La cuenta que la llama mentirosa, @mykastauffer.liar, tiene 11 mil seguidores y hay peticiones con más de 154 mil firmas para que YouTube saque los videos de su plataforma para que no puedan monetizarlos.

La rabia se acentuó cuando la gente vio que ella había cambiado su perfil para decir que tiene 4 hijos y borró las menciones referidas a Huxley. La sospecha era que la vida de los Stauffer había sido otra vez “diseñada” para evitar que se viera su capítulo más complejo.

Los Stauffers denunciaron ser objetos de odio y haber recibido amenazas de muerte como que “les cortarían las gargantas a sus hijos”.

De Huxley, lo único que trascendió es que estaría muy bien con su nueva madre. Todavía hoy en la web pueden encontrarse con facilidad videos de la vida de ellos con Huxley. Nadie sabe qué piensan sobre este tema sus otrora hermanos: las mayores Nakova (8) y Jaka (6) y los varones menores Radley (4) y Onyx (1).

En los Estados Unidos, de acuerdo con el Departamento de Salud, entre el 1 y el 5 %, de las más de 100 mil adopciones anuales, fracasan. La decisión de Myka y James Stauffer si bien shockea, no es en absoluto algo raro. Si ellos no hubieran estado tan expuestos en las redes, el caso no habría llegado jamás a los medios.

Nadie puede obligar a un padre a querer a un hijo. La ley ni siquiera pena a quién lo abandona. Quizá sería esencial que todos los que aspiren a serlo entiendan que el acto de ser papá o mamá los va a comprometer ciento por ciento. Que el rol involucra lo maravilloso y, también, todos los problemas que puedan surgir. Biológicos o no, los hijos necesitan, básicamente, contención y amor. Fallarles produce un daño imposible de medir.

Cuando los padres dicen “te quiero”, esas ocho letras no deberían navegar vacías, tendrían que anclar y tocar el tuétano de la humanidad. Cuando los padres dicen “te quiero” debería ser siempre hasta las estrellas, ida y vuelta. De forma incondicional y sin ningún “pero”.