Cuando el camión de basura pulveriza ingresos y sentencia el cierre de comercios

Los niños buscan comida en un camión de basura en Caracas, Venezuela, 27 de febrero de 2019. Fotografía tomada el 27 de febrero de 2019. REUTERS / Carlos Jasso

 

Hasta por producir basura se pulverizan los ingresos en Venezuela. El servicio de aseo urbano se convirtió en una renta que supera con creces lo que un trabajador devenga mensualmente y se lleva una parte significativa de lo que un comerciante puede producir con sus ventas, si se toma en cuenta que la nación lleva tres años en hiperinflación y siete en recesión. La pandemia por el coronavirus paralizó al país, pero no la subida desenfrenada de la factura de aseo urbano, sobre todo en municipios como Chacao, Baruta y El Hatillo del estado Miranda, donde es la empresa Fospuca la que hace el trabajo.

Por Roison Figuera / talcualdigital.com





Para Carla Alvarenga, directora de una empresa de consultoría y comunicación en el centro comercial Paseo Las Mercedes en Baruta, las tarifas del servicio de aseo urbano son «una locura» que se desató en momentos de pandemia, cuando «el servicio no se usaba tanto como para cobrar esas tarifas».

Cuenta que cuando llegaron los primeros recibos en febrero pasado con unos montos que califica de exagerados, estos correspondían a cobros por el servicio utilizado en octubre, noviembre y diciembre del 2019, además de enero y febrero de 2020. Para ese momento, a su pequeño local de unos 125 metros cuadrados, le tocaba pagar 250 dólares por la recolecta de la basura.

Alvarenga revela que a finales de ese mes, tras una reunión entre administradores de varios centros comerciales y de condominios en la zona, se dio una concesión en la que se estableció la reducción del 50% de la tarifa inicial, siempre y cuando se mantuviese en dólares y fuese pagado en una cuenta extranjera. Sin embargo, tras el anuncio surgió la inquietud de cómo se iba a pagar en una cuenta extranjera si no todos tenían una, pero las negociaciones al respecto posteriormente se paralizaron debido a la cuarentena por el coronavirus.

«Se hablaba de que habría un bloqueo de los impuestos municipales, del Semat (Servicio Municipal de Administración Tributaria). Todas las personas que debían honrar compromisos con el ayuntamiento iban a ser bloqueadas por la alcaldía si no estaban solventes con el pago al servicio de aseo urbano», dijo.

Alvarenga, quien maneja una empresa de asesoría comunicacional, recuerda que además de las altas sumas de dinero que debía pagar por su oficina, adicionalmente le correspondía hacer el pago al condominio por las áreas comunes y también el servicio de aseo urbano del centro comercial. Es por ello que terminó el año 2020 a la espera de que le rebajaran la deuda o, en el mejor de los casos, al menos hagan un refinanciamiento.

Las altas tarifas que cobra Fospuca surgen luego de que esta concesionaria estableciera sus cálculos en petros, la criptomoneda creada por la administración de Nicolás Maduro y que fluctúa según la cotización diaria del dólar que publica el Banco Central de Venezuela (BCV). No obstante, las indagaciones para este reportaje revelan que se ha hecho una interpretación errónea de la normativa sobre esta materia.

Pero hay más. Su cálculo se basa en la extensión del espacio que ocupa el negocio y no de los desechos que genera, esto gracias a las normas establecidas por las alcaldías. Por lo que todo parece indicar que empresa y gobiernos municipales se combinaron para hacer del servicio de recolección de desechos que presta Fospuca como el más costoso de Venezuela y perfilándose como uno de los más caros del mundo.

A través de su página web, Fospuca es descrita como una organización conformada por ocho empresas privadas de saneamiento ambiental, especializada en brindar servicios de limpieza urbana, barrido manual, lavado de áreas públicas, recolección y traslado de desechos sólidos, urbanos y domiciliarios en distintas ciudades del país.

Según su portal, el equipo con más de 37 años de experiencia y poco más de 1.200 trabajadores está «ganado a contribuir con el desarrollo y el equilibrio ambiental», de las municipalidades donde presta servicio. En la práctica pareciera que lograr ese propósito significa descapitalizar no solo a trabajadores del sector comercial sino también a residentes.

Quienes denuncian que las tarifas del servicio de aseo urbano que presta Fospuca son exageradas, indiferentemente sean personas del sector comercial o domiciliario, coinciden en que el tema se ha convertido «en una crueldad en la que se les asfixia sin importar la crisis económica que sufre la nación» y los efectos que ha dejado la pandemia por el coronavirus.

Mientras Carla Alvarenga ha pasado el año esperando consideraciones a su deuda, Susana Sosa lo ha hecho endeudándose con familiares y amigos cercanos para pagar el servicio a Fospuca. La mujer de 57 años vive con su esposo de 60 en Altamira, en el municipio Chacao. Comenta que ambos se sostienen con algunos bonos, la pensión y uno que otro trabajo extra que les pueda salir. Sus ingresos no dan como para cubrir sus gastos esenciales de alimentación y hacer frente a los montos que desde comienzos de 2020 llegan en la factura de su domicilio.

Por si fuera poco, entre todos sus vecinos, Sosa es la que más paga. Cuenta que desde inicios del 2020 se le cobra doble la factura y aunque ha denunciado el error a la alcaldía y en la propia empresa, «no le han resuelto nada». A su juicio, las tarifas son abusivas y desproporcionadas a la realidad que vive una familia en un país en el que hasta alimentarse cuesta un ojo de la cara.

En tanto, encargados de oficinas en el centro comercial Centro Plaza, en Altamira, detallaron a TalCual que las tarifas han llegado hasta a $200 al mes. Precisan, evitando identificar su compañía, que las oficinas son de las que tienen menor metraje en el recinto.

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