José M. Wever: El gran robo

Hace unos meses tuve la oportunidad de ir a Trasnocho Cultural y ver la obra “Renny Presente”, un tributo a Renny Ottolina. Siendo totalmente sincero (y muy apenado de ello), no conocía muy bien al personaje que fui a ver en esa obra. Mi admiración y grata sorpresa después de la obra fue instantánea, quedando yo impactado por las ideas e ideales que pude escuchar en la hora y media que dure sentado viendo el espectáculo. Se habló acerca de la necesidad de tener un país con gente preparada, de verdadera esperanza de mejora en la sociedad de la que vivimos. Tengo que admitir que hizo click conmigo inmediatamente.

Al llegar a mi casa, y durante todo el trayecto cabe destacar, me acompañaba un sentimiento muy profundo de indignación. Tuve perspectiva de la nación que se nos fue arrebatada. No de lo que teníamos, si no de lo que pudimos tener. Tristemente el panorama es mucho peor de lo que algunos piensan, ya que no solo estoy hablando del robo de capitales de los últimos años, que sin duda pasará a la historia como el hurto más grande ejecutado en los tiempos modernos. También me refiero al otro robo, el que causó toda la situación que estamos viviendo, y el deterioro de nuestro país.

El robo de la democracia y las instituciones.





La RAE define la palabra “Democracia” como: “Doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce el poder directamente o por medio de representantes.”

No hace falta observar mucho para notar cómo este concepto ya no existe en nuestro país. La voz del pueblo es silenciada con represión armada, al igual que la libertad de expresión de la prensa es eliminada a través de acciones penales y censura contra los que cometan el crimen de pensar diferente. El ciudadano nunca ha tenido menor participación en las decisiones que se toman en la nación, ya que los poderes públicos están casi en su totalidad tomados por una sola élite que ha destruido la credibilidad y utilidad de estas instituciones.

El derecho a participar en nuestra política se nos robó, a través de incontables maneras. Elecciones fraudulentas, encarcelación a los políticos, y más flagrantes violaciones a la ley. Cada dia que una persona se ve obligada a pagarle a un gestor para sacarse un pasaporte ya que de otra manera no puede salir del país, o cuando para hacer cualquier trámite en una oficina pública tienen que acelerar el proceso con conocidos o con dinero, solo se comprueba más la ruptura del estado de derecho.

El robo de la identidad y la libertad.

¿Que significa ser venezolano en el 2020? La identidad del ciudadano lastimosamente se ve condicionada a la reputación de su país en el exterior. Si vemos los medios internacionales , la mayoría de las noticias reflejan la realidad de Venezuela: Desnutrición, inseguridad y decadencia socioeconómica. Sin embargo, observamos minorías de la prensa que buscan presentar a los venezolanos que emigran como delincuentes o personas que buscan irrumpir en otros países sin preparación profesional. Si bien esos casos existen, es un porcentaje pequeño en comparación con las personas que emigran de este país en busca de mejores oportunidades. Nosotros nos vemos representados por estas personas, los que están afuera, nos guste o no, sean buenos o malos. Estamos obligados a ver como nuestra identidad como ciudadanos tiene más valor afuera que en nuestra propia tierra. Según la ACNUR, más de cuatro millones de personas son las que han emigrado de Venezuela para el 2020. La mayor crisis migratoria en el mundo actualmente. En su mayoría, esas son cuatro millones de personas que huyeron buscando una vida no podían tener en su tierra natal. Venezuela, uno de los países que más recibió inmigrantes durante periodos de guerra, actualmente no tiene los suficientes recursos para alojar a sus propia población. Ya no tenemos una nación de la que podemos estar orgullosos. Podremos ser venezolanos, pero nuestra moneda es el dolar, nuestros productos son importados y nuestro gobierno es manejado por intereses foráneos. Tiene sentido entonces que el ciudadano común se quiera desconectar de la política y de la situación país para poder intentar llevar algún estilo de cotidianidad en la tierra donde reina el caos. Al final, todo se resume en lo siguiente: ¿Como se le puede pedir a un ciudadano que crea y respete las instituciones de un país que ha probado no creer en ellos?

Los ladrones

Señalar a alguien o a un grupo de personas como los responsables es muy sencillo. Nuestros gobernantes, grupos corruptos que han convertido a nuestro país en un narcoestado, no son muy difíciles de ver. Sin embargo, hay otra parte que tiene un papel importante en esta historia. El propio ciudadano. Ese que ve un semáforo en rojo y acelera por conveniencia, o el que paga para adelantarse en una cola. Muchos piensan que el rico tiene el derecho a romper la ley por tener bienes, o que el pobre tiene el derecho a romperlas por su desconocimiento de ellas. A los que suscriben a esta afirmativa los redirijo a una frase de Renny: ¿De cuándo a acá ser humilde autoriza a faltar a la Ley?. El Venezolano que comete estos errores, es cómplice de este robo a escala masiva, sea del estrato socioeconómico que sea.

La solucion.

Algunos ven esta coyuntura como un daño irreversible a la sociedad Venezolana, una fractura de ética y valores que no tiene reparo. En mi opinión, esto no puede estar más lejos de la verdad. Las personas a cargo de la transición tendrán el deber de poner los cimientos para que nuestra democracia sea lo suficientemente fuerte para que esta situación no se vuelva a repetir. Dandole enfasis a la educación, al respeto de la ley, y a la responsabilidad social que tiene cada ciudadano. Hay que retomar la separación de poderes, recobrar la propiedad privada a nivel nacional, abrir nuestros mercados y abandonar la antipolítica que nos ha acompañado por los últimos más de veinte años. La cuestión no es solo enfocarse en que puede hacer el país por usted, si no en lo que usted puede hacer por el país y por su pueblo.

Cierro este escrito con una frase de Renny que para mi fue la cúspide de su pensamiento: “Un país que no logre que sus habitantes tengan un propósito común a largo plazo jamás llegará a ser una gran nación”. La vía de nuestra salida podrá ser debatida por muchos, pero nuestro propósito como venezolanos no solo debe ser recuperar lo robado, también debe ser crear algo nuevo. No hay que volver al pasado, tenemos que construir nuestro presente y futuro. Hay que entender que rescatar lo perdido es más difícil que preservarlo.