Luis Alberto Buttó: Prioridades en la educación universitaria

Luis Alberto Buttó: Prioridades en la educación universitaria

Luis Alberto Buttó @luisbutto3

El discurso deviene en incontinente cuando se construye a partir del desconocimiento de la materia sobre la cual versa, o con base en la aplicación de visiones y entendimientos del mundo que nacen con la asunción de dogmas engendrados por el fanatismo y/o la interpretación ideologizada de la realidad. Es decir, palabrerío que no muestra comedimiento alguno en resaltar la ignorancia que lo sustenta. Así las cosas, por decir lo menos, la realidad termina siendo tergiversada, lo cual la hace incomprensible y, por ende, imposible de ser transformada en términos positivos.

Cuando el discurso incontinente es marca distintiva del poder constituido, el riesgo de causar daño social es elevado, en tanto y cuanto se busca imponerlo colectivamente. El problema es que la realidad es autónoma en su propia configuración y asumir, a troche y moche, que debe ser de otra manera, porque es lo que la parcialidad dominante cree a ciegas, o porque le resulta conveniente en alguna de las esferas de los intereses que consolidan su predominio, solo conduce al desperdicio de recursos y esfuerzos. Es la tontería de decretar la cría de unicornios en rebaño.

En la órbita descrita se inscriben, por ejemplo, las pretensiones de decidir unilateralmente el conocimiento que debe generarse y transmitirse en y desde el subsistema de educación superior, al hablar de prioridades al respecto. Esto se traduce en el desaguisado de aportar recursos para potenciar determinadas áreas, las consideradas puntales para el modelo político y económico dominante, y desestimar aquellas que no se compaginan con la acotada visión de la realidad nacional que inspira tal asignación.





En primer lugar, en estos momentos, ninguna prioridad es mayor a la necesidad de revertir el daño inconmensurable que se le ha infringido a las universidades nacionales mediante el mecanismo de asfixia presupuestaria a la que se les ha sometido por años y la perpetuación de tablas salarias que condenan inclementemente a la pobreza a los profesores y demás trabajadores que en estos centros de saber desarrollan sus labores. Las universidades son las productoras de ciencia por excelencia y en la última década la producción científica se ha reducido más de 50% en el país.

No podía ser de otra manera cuando, en igual proporción, los profesores se han visto obligados a renunciar a sus cátedras para irse del país o migrar al sector privado en la búsqueda de condiciones de vida aceptables. No podía ser de otra manera cuando no hay recursos suficientes para, verbigracia, financiar proyectos de investigación, mantener y/o actualizar el repositorio bibliográfico, reparar o reponer equipos informáticos o adquirir reactivos para experimentar en  los laboratorios.

Si se trata de prioridades, por allí debería comenzarse. Al fin y al cabo, en universidades condenadas a la inopia, ni carreras “prioritarias” ni carreras “no prioritarias”, pueden desarrollarse efectivamente. Hablar, entonces, de redimensionar las universidades y atender necesidades de formación nacional, sin subsanar de manera inmediata estas carencias, no es otra cosa que cultivar gramínea. 

Por otro lado, no puede olvidarse que para generar beneficios tangibles a la sociedad la ciencia no requiera guía alguna. Por definición, eso es lo que ella hace al constituir la fuente donde nace el conocimiento trascendente e innovador. Ésa es su tarea. Por esa razón existe. Si algo ha quedado demostrado con los estudios del desarrollo en el mundo es el hecho incuestionable de que en los países donde se ha respetado la dinámica intrínseca de operar de la ciencia, es donde más prosperidad y progreso se ha acumulado. 

En verdad, el debate no es sobre una u otra carrera. El debate es sobre el país que se quiere: ¿país en progreso o país arruinado? Dilucidar esto sí es prioridad. 

@luisbutto3