Desvergüenza, gotas milagrosas e hisopado anal, por @ArmandoMartini

Desvergüenza, gotas milagrosas e hisopado anal, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Angustiado, ¿y peor asesorado? el régimen exhibe sin vergüenza, una botella repleta de líquido desconocido, aparentemente milagroso. Mientras laboratorios y científicos continúan abocados al estudio y manufactura de una vacuna probada para prevenir que el malandro Covid-19 ataque con furia y sin piedad. Al éxito de la biotecnología, se inicia una lucha para obtener preeminencia en el acceso, todavía insuficiente; incluyendo China que, tras negar, se reconocen abrumados por el crecimiento de contagios. 

Orondo y sin pruebas, autoriza la repartición de gotas “milagrosas”. Presenta un envase “prodigioso”, aseverando respaldo del reverenciado y admirado beato José Gregorio Hernández, que no tiene cómo defenderse del intento grosero, manipulador castro-madurista, y del ensordecedor silencio de la Conferencia Episcopal Venezolana.

El castrismo venezolano, sin ningún compromiso ético, político y económico, celebró la gota filosofal, elixir de vida, que acabaría con la pandemia. Dos recipientes y un libro amarillo podían observarse, cuando vociferaba eufórico: Habiéndose establecido la patente nacional e internacional, y el permiso sanitario, presento la medicina que neutraliza el coronavirus: Carvativir, goticas milagrosas de José Gregorio Hernández, un poderoso antiviral. El anuncio tenía, potencial de convertirlo tanto en héroe consagrado como en hazmerreír bendecido.





Acreditados científicos tardaron meses en desarrollar tratamientos y vacunas; pero Venezuela, guiado por la gracia divina del encarnado pajarito, ya ha entregado varias curas, a pesar de que la comunidad científica asegura no haber controlado ni comprendido a plenitud. No obstante, han afirmado en varias ocasiones que la revolución bolivariana ha derrotado la enfermedad, contrariando la evidencia.

No es chiste ni pendejada, payasada o delirio loco. Es una estrategia propagandística característica de las dictaduras comunistas socialistas para fomentar el chovinismo fanático de un pueblo enfrentado a graves problemas económicos, sociales, que sobrevive sin democracia y privado de libertades. Esa ha sido la táctica durante la pandemia: usar políticamente la ilusión de una cura. 

A la lista de pócimas ancestrales y potajes naturistas, se suman remedios comerciales, como la estafa del Interferón, y dar fe apasionada sobre la efectividad del brebaje guarapito portentoso con malojillo, flores, tallo, hojas de sauco, miel de abejas, limón, pimienta negra, etcétera. Creada por quien atolondrado describió al coronavirus como: “un parásito intracelular, expresión de la más alta capacidad científica y tecnológica alcanzada por los núcleos de poder imperial en su prontuario bioterrorista”. Sin olvidar, la magia del Drácula criollo, la molécula DR-10, capaz de aniquilar al Covid-19, pero cuando se aisló de una planta medicinal era para tratar el virus del papiloma humano, ébola y hepatitis. Revelación infeliz, que llena de orgullo al régimen, pero sin sorprender. El ursólico no proviene de una planta misteriosa, inexplorada y extraordinaria como quisieron hacer creer, se extrae del romero, mejorana, lavanda y tomillo. Sin conocerse estudios clínicos sino como condimentos en recetas de cocina y aplicaciones en las artes culinarias. 

Por cierto, la prueba anal de coronavirus ya es obligatoria en muchas partes. ¿Cómo es el procedimiento? Te quitas los pantalones, te recuestas sobre la cama y sientes cómo te introducen los hisopos de algodón en el ano dos veces y los giran. Exploración precisa, aunque calificada como extraña que algunos preguntan si realmente es necesaria. Procedimiento invasivo y denigrante pero eficaz. Los hisopados de garganta y nariz, ahora son anales. Definitivamente el Virus Chino es un virus de mierda.

El socialismo bolivariano incapaz de confundir a la ciudadanía con mentiras que nunca pueden convertir en verdades, intentan recurrir a la fe y emociones de los ciudadanos desamparados, sin agua, electricidad, hambrientos y abandonados a su (mala) suerte. No sólo es una irresponsabilidad, ¡otra más!, sino una descarnada falta de respeto con el médico que los venezolanos tienen en lo más denso de su confianza y esperanza, el mismo que la jerarquía vaticana, tras mucho investigar, eleva a los altares.

El régimen sigue desnudándose, ya no cuenta con atavíos que disimulen sus vergüenzas, está extenuado, aunque mantenga el poder, lo cual nos lleva a la espeluznante conclusión que somos un país sin alimentos, medicinas, servicios ni dinero, sino también sin Gobierno. Porque gobernar necesita emblemas, símbolos y alegorías, que tienen, pero de nada sirve si no cuenta con el respeto de sus gobernados, legitimidad ciudadana y fe popular.

Ya no somos un país con problemas, nos han llevado a una nación que da lástima, sin soberanía, que permite a cubanos, iraníes, rusos y delincuentes exploten sectores a gusto y placer; un pueblo con hambre, enfermo, desahuciado e indefenso, al que tratan de distraer con baratijas que superan el absurdo. 

¡Un país que ya no es!

@ArmandoMartini