Carlos Ochoa: ¿La ruta larga o corta?

Carlos Ochoa: ¿La ruta larga o corta?

El cambio de inquilino en la Casa Blanca ha movido el tablero estratégico de las acciones de los Estados Unidos en relación al caso Venezuela, también en Europa se han movido piezas que han tenido repercusiones dentro de la oposición interna y externa venezolana, pues a pesar que se reitera el objetivo principal de una salida electoral para la crisis política que sea creíble, transparente y libre, ya no están todas las opciones sobre la mesa. Lo que no se sabe es quienes van a negociar por la oposición y si esa negociación incluye una elección presidencial como la mayoría de los países que apoyan la restitución de la democracia esperan, o la negociación alcanza sólo a las regionales anunciadas por Maduro.

Un sector de la oposición se mantiene firme con Guaidó y el mantra de un gobierno de transición que permita la realización de elecciones libres, este sector ha perdido fuerza con la llegada de Biden y las declaraciones recientes de la Unión Europea que apuntan a una negociación con Maduro por condiciones electorales a cambio de reducción de sanciones, en este escenario es muy poco probable que Maduro acepte una elección presidencial y la negociación tendría un puerto de destino que son las elecciones a gobernadores, esta es la ruta larga que vislumbra la participación posterior en la elección de alcaldes y concejales, el referéndum revocatorio y la presidencial de 2024. El problema que se presenta en esta ruta larga es que según las encuestadoras alrededor del 90%  de la población estaría dispuesta a participar en unas presidenciales a corto plazo, mientras que un poco menos del 60% participarían en una eventual elección regional. La lectura a esta diferencia significativa tiene que ser valorada por las organizaciones políticas opositoras que no están viviendo su mejor momento, lo que la gente de la calle percibe es que Maduro es el principal responsable de la mega crisis y que la unidad opositora tiene más oportunidad de consolidarse en una elección presidencial que en una elección a gobernadores y alcaldes.

Una de las variables de esta percepción se debe a que en la calle se sienten a los partidos políticos desconectados de la realidad cotidiana de la gente, es verdad que esto se debe en parte al trabajo persistente del régimen para rebanar, acosar y criminalizar a los dirigentes políticos y a los partidos que han sido robados por el TSJ para asignárselos a personajes que se han prestado a la jugada y que sin duda habrán obtenido beneficios económicos del régimen por sus traiciones, pero también la ausencia de una estrategia coherente y unitaria ha sido importante para que cada quien se enconche en su verdad sin escuchar con claridad el clamor desesperado de la mayoría de venezolanos que exigen un cambio político y económico liderado por una oposición democrática unida.





Entiendo perfectamente que los partidos democráticos están configurados para la participación electoral, el problema reside en que no estamos enfrentando un adversario democrático, sino un régimen que se ha venido preparando para hacer todas las trampas para no perder ninguna elección y que aprende de las pocas derrotas para no sufrirlas de nuevo, por eso el argumento de que con condiciones o sin ellas si nos organizamos y presentamos buenos candidatos podemos arrancarle 14, 16 gobernaciones a Maduro no me aparece ajustado del todo a la realidad de hoy, puede que esté equivocado, pero creo que si bien el descontento al gobierno de Maduro pasa del 80% , ese porcentaje no es transferible en su totalidad a un candidato o partido opositor en unas elecciones a gobernador.

Sin embargo es imprescindible que se reconstruya la unidad para cualquiera de los escenarios, ya se ha vertido bastante tinta al respecto pero tendremos que seguir insistiendo en ello, sin unidad no hay confianza y sin esta no hay apoyo. La unidad no es solo para participar en elecciones, la unidad debe principalmente acompañar al pueblo en su batalla por la sobrevivencia y recuperar su confianza, indistintamente que nos toque transitar la ruta larga o corta para alcanzar la liberación de Venezuela.

En el terreno del adversario las cosas tampoco están fáciles, Maduro está enfrentando disidencias internas y la incapacidad de ofrecer soluciones concretas a la crisis lo tiene con la credibilidad a la baja. Para intentar vadear el rio pantanoso en que se encuentra, avanza en la implantación del estado comunal que en teoría le permitiría mantenerse en el poder con una minoría, creando una Asamblea Nacional Comunal, gobiernos regionales comunales que sustituyan a los actuales y que apuntan al plan de fragmentación de las entidades federales tal y como la conocemos para crear una especie de micros estados feudales bajo el lema de divide y vencerás, todo esto legislado por la actual Asamblea y una ley de comunas que al margen de la constitución de 1999 pretende cambiar todo, menos el poder en manos de unos pocos que lo han ejercido por 22 años destruyendo lo que encontraron sin construir nada. Pero no vayan a pensar que esto lo va a lograr Maduro de un día para otro con una ley, el asunto es delicado, pranalizar el país fragmentándolo en parcelas que resulten fieles a un señor de señores va a encontrar resistencia dentro y fuera del país, a lo mejor este argumento contribuye a que la oposición visualice una estrategia con grandeza de esas que nos hacen tanta falta.