José Piñera: ¡Aun tenemos Patria, ciudadanos!

Tras el desastre de Cancha Rayada el 19 de marzo de 1818, el pesimismo se apoderó de los patriotas en Santiago al punto que muchos de ellos se prepararon para abandonar el país. El 23 de marzo, el oficial Manuel Rodríguez convocó a un cabildo donde arengó a los ciudadanos a permanecer en el país y defender la libertad de la naciente república. Pese a la catastrófica derrota, Rodríguez no se amilanó y arengó así al cabildo: “¡Aún tenemos Patria, ciudadanos!”. Dos semanas después, el 5 de abril, el ejército chileno derrotó definitivamente al ejército español en la batalla de Maipú, consolidando la independencia de Chile.

Hoy, como ayer, cunde en Chile el pesimismo y la desesperanza. El gráfico de nuestra Portada anterior, que muestra la caída dramática del PIB tendencial de 7,5% en 1993 a 1,2% en 2020, resume las nefastas consecuencias de la mala política de las últimas tres décadas. Este mal gobierno y esta mala oposición han profundizado aún más las tendencias negativas al tolerar la violencia, abrir un innecesario proceso constituyente e iniciar el uso de resquicios constitucionales. La nueva fragilidad del Estado de Derecho y la recesión económica, con su tremendo impacto sobre el empleo y las expectativas, son ahora la catástrofe que angustia y deprime a los chilenos.

Pero es errado creer que Chile “se ha suicidado”. Aunque muy dañado por el estallido delictual, la mala política y la pandemia, Chile posee fortalezas que lo colocan muy lejos de llegar a ser un Estado fallido. Más aún. Con un golpe radical de timón político, estas fortalezas le permitirían acceder de nuevo a la ruta del desarrollo.





La fortaleza más importante es que los pilares del modelo económico están intactos. No se ha estatizado ninguna empresa. No se han expropiado los $200.000 millones de dólares que tienen los chilenos en sus Fondos de Pensiones. No se ha alterado ningún pilar del sistema de capitalización individual. Sigue vigente la crucial negociación colectiva por empresa. Y tampoco se ha iniciado un cierre de la economía abierta. Por esta razón, las empresas privadas, motores de la economía, siguen funcionando y no hay desabastecimientos ni rupturas logísticas de ningún tipo. El estallido de violencia del 2019, la incertidumbre creada por el proceso constituyente y el fuerte deterioro de las cuentas fiscales (déficit y deuda), constituyen eso sí heridas abiertas que, agravadas por la mala calidad de las políticas públicas, son un pesado lastre para la rápida recuperación de la actividad y de los empleos.

Otra fortaleza institucional consiste en que los partidos de derecha y centroderecha tienen los votos en el Congreso (3/5 o 2/3) para rechazar cualquier reforma constitucional que atente contra las bases de una sociedad libre. En el caso del primer retiro de los Fondos de Pensiones, los congresistas de este sector no actuaron unidos porque, más allá de ser una mala política pública, las normas sobre retiros no constituyen un asunto de principios. Sin embargo, en un tema que sí era de principios, como la creación de escaños reservados por encima del número de convencionales aprobados en el plebiscito, esos congresistas probaron que se pueden rechazar las propuestas rupturistas.

Una tercera fortaleza es un Tribunal Constitucional que cumple fielmente con la indispensable misión que le confiere la Carta Fundamental. Lo acaba de demostrar con el fallo del 21.12.20 que cerró el resquicio constitucional que pretendía desconocer la exclusividad del Ejecutivo en proyectos de seguridad social y de gasto público.

A estas fortalezas internas, hay que sumar la potente recuperación de la economía mundial, especialmente de Estados Unidos y China, que ha disparado el precio del cobre, con positivos efectos fiscales y dinamizando a la minería y a sus amplios encadenamientos productivos que involucran a miles de empresas y empleos. Por otra parte, el renovado impulso de la electromovilidad liderado por Tesla está mejorando las perspectivas del litio donde Chile tiene las mayores reservas y los menores costos del mundo (ver Elon Musk, aliado de Chile”).

Es también un hecho esperanzador que en el mundo sigan ganando las ideas de la libertad que caracterizan a Chile. Así, por ejemplo, en dos grandes problemas actuales, la solución es liderada exitosamente por empresas privadas operando en una economía libre. El triunfo del capitalismo de producir, en menos de un año, 7 vacunas marca el comienzo del fin de la pandemia (ver “La Vacuna, otro triunfo del capitalismo”). El avance espectacular que empresas privadas están alcanzando en tecnologías de electromovilidad y de energía limpia, es un aporte clave para enfrentar el cambio climático.

El gran desafío en los próximos meses es el desarrollo de la Convención Constitucional. La regla fundamental del quorum de 2/3 para aprobar los artículos debe utilizarse sin complejos para asegurar solo la adopción de buenos principios de gobierno.

El éxito de la Convención estará en directa relación con la cercanía que tenga al espíritu y a los resultados de la Convención de Filadelfia que produjo la exitosa Carta Fundamental de EE.UU. (ver “Editorial”) y con la lejanía que exhiba de la Convención chavista que produjo la nefasta Constitución Bolivariana de Venezuela.

El actual clima político de extrema demagogia parece anticipar que la Convención será una Torre de Babel. Si ella pariera entonces un mal proyecto de Constitución, habrá que luchar con asertividad y argumentos para rechazar ese proyecto en el decisivo plebiscito de salida de mediados del 2022.

A principios de la década de los 70, Chile sufrió años aciagos que lo llevaron al borde de la destrucción. Entonces, con $4.000 dólares de ingreso por persona, el país era uno de los  más pobres de América Latina. Hoy es un un país con un ingreso por persona de $25.000 dólares (PPP) y líder de América Latina en todos los indicadores económicos y sociales. Fue el liderazgo y el coraje moral de patriotas imbuidos con las ideas de la libertad lo que puso a Chile en el camino al desarrollo.

Como todo indica que los partidarios del modelo y de la sociedad libre tienen una buena probabilidad de ganar las elecciones presidenciales de este año, la clave será que los dirigentes políticos de este sector abandonen la fracasada política de ceder espacios a la izquierda y decidan, de una vez por todas, gobernar con las ideas y convicciones que tanto han beneficiado a todos los chilenos.

A los apaciguadores que temen que ello signifique tener “enemigos” en la izquierda, habrá que recitarles el poema que inspiró a Margaret Thatcher (ver “Testimonios”) y que trasunta el carácter que produjo uno de los mejores gobiernos británicos de la historia (ver “Thatcher y Reagan, líderes de la libertad”):

“Si no tienes enemigos,
bien pobre es tu legado.
No has golpeado a ningún traidor en la cadera.
No has convertido ningún mal en bien.
Has sido un cobarde en la lucha”


José Piñera es economista, fue el ministro del Trabajo y Previsión Social de Chile responsable de la reforma radical del sistema de pensiones en 1980  y es académico distinguido del Instituto Cato.

Este artículo fue publicado originalmente en la edición de enero-marzo de 2021 de la revista Economía y Sociedad (Chile), No. 106.