Pasó 10 años infiltrado en Corea del Norte para grabar los secretos de Kim Jong Un con un objetivo

Pasó 10 años infiltrado en Corea del Norte para grabar los secretos de Kim Jong Un con un objetivo

El dictador norcoreano Kim Jong-un en un acto en el 67 aniversario del “Día de la Victoria en la Gran Guerra de Liberación de la Patria”, que marca la firma del armisticio de la Guerra de Corea, en esta foto sin fecha publicada el 27 de julio de 2020 (Reuters)

 

 

El documentalista Mads Brügger tiene vetado entrar en Corea del Norte desde que en su primer viaje a la dictadura más feroz y fascinante del mundo filmó una obra satírica que no hizo ninguna gracia al régimen (se titulaba The Red Chapel). Por eso, aceptó cuando un compatriota se ofreció a infiltrarse en la Asociación danesa de Amigos de Corea del Norte, un grupo de mujeres y hombres jubilados tan inofensivos en apariencia como ardientes defensores del régimen más totalitario. “Tenía muy pocas expectativas. Pensé que él perdería el interés”, explica el director de El infiltrado desde Copenhague en una entrevista por videollamada. Pero el topo, Ulrich Larsen, mantuvo el interés mucho más allá de lo esperado, aunque el peligro creció exponencialmente. Los dos episodios, grabados en buena medida con cámara oculta, son el fruto de sus 10 años infiltrado.





Por: Todo Noticias

Larsen, entonces un chef de treinta y tantos años, esposa e hijos, tenía tiempo libre para embarcarse en una misión que requiere paciencia porque, desde que una enfermedad crónica lo apartó de los fogones, recibe una pensión del Estado danés. De su mano, Brügger entra hasta la cocina de lo que parece uno de los secretos mejor guardados de la última dinastía leninista: cómo funciona el sistema para vender armas –pistolas, submarinos o misiles de alcance medio—y metanfetaminas burlando las sanciones de la ONU por las pruebas nucleares.

El español Alejandro Cao de Benós, durante años el gran emisario y propagandista del régimen en Occidente, es la persona a la que el infiltrado recurre para ir ganándose la confianza de los norcoreanos con reuniones entre camaradas europeos admiradores de Pyongyang. Y funciona. “Yo tenía mis sospechas sobre Cao de Benós”, dice el documentalista, que recurrió al catalán para realizar aquel primer viaje a Corea del Norte. “Pensaba que era una especie de bufón. Era difícil creer que gente con poder lo tomara en serio. Pero en la reunión de Oslo se quita la máscara y revela ser otra persona. Un tipo peligroso, una persona crucial en la red de actividades criminales, saltándose las sanciones”, añade. Destaca Brügger que a lo largo de las negociaciones con el topo, el español “cumple lo que promete”.

Junto a lo que las imágenes revelan y como en cualquier obra de espías, surge un juego de espejos que parece difuminar los contornos de la realidad y la ficción. Los filmados sin su consentimiento tuvieron derecho de réplica, afirma el director. Cao de Benós, que nunca ocultó su afición por coleccionar armas y vestir uniformes con insignias, niega todas las acusaciones en una nota enviada a la plataforma Filmin. Sobre las imágenes rodadas con cámara oculta, afirma: “Es una gran obra de teatro (creada por el cineasta) a la que yo le seguí el juego con el objetivo de denunciar a Ulrich y a James”. Descalifica la cinta como “un montaje lleno de mentiras, totalmente tergiversado y manipulado para obtener beneficio aprovechándose” de su imagen pública.

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