William Anseume: El juego de la prisión de los diputados, un juego sin gusto

William Anseume: El juego de la prisión de los diputados, un juego sin gusto

Desde que se hicieron malamente con la Asamblea Nacional, usando para ello las elecciones del fraude de diciembre pasado y unas cascadas figurillas políticas que terminaron manchadas o despaturradas, han vociferado distintos “líderes” del régimen del terror su intención impotente de apresar a Guaidó y a los demás diputados de la Asamblea electa, esa sí, por los arrolladores votos de la ciudadanía venezolana.

No pasan de vocingleros gritos de aspaviento. La más reciente, Iris Valera, amenazó incluso con ponerlo preso ella misma si se lo consigue. Como si no supiera bien donde ubicarlo. Amenazas y persecuciones propias de quienes buscan seguir instaurando el miedo, la muerte, la prisión y la tortura como política de Estado para continuar asidos al poder. Pero mientras más laten echados, menos demostración de fuerza hacen al respecto. Por el contrario, enseñan las costuras de su debilidad manifiesta. La gente se da cuenta de que evidentemente ni eso pueden ya.

La comunidad internacional sigue acuciosa los eventos en Venezuela. Tocar a los diputados ahora empañaría aun más la difícil situación en la que se encuentra el régimen, especialmente económica, pero fundamentalmente política. Su aislamiento se profundiza y una medida de este tipo podría acarrear respuestas singulares que conlleven a un endurecimiento mayor de las evidentemente fuertes posiciones extranjeras. Sumado al cotejo de que los Estados Unidos no ablandarán su posicion; Daniel Ortega recibió su primer ramalazo.





Por lo tanto, el silencio de Tarek ante las increpaciones desbordadas de Iris es parte del libreto que busca tapar la imposibilidad que tienen de cumplir los deseos, o de buscar representarlos más bien, del ala más radical de los rojos. Pero no pasa de ser un embuste para la galería de color sangre. Para aquellos que piden acción usurpadora definitiva, e imposible de realizar, debido a las circunstancias de la presión internacional por elecciones verdaderas, creíbles, acompañadas, libres.

La bullaranga de arriba es la más fehaciente demostración de que la corriente lleva un espectacular movimiento soterrado, abajo. El juego de la prisión de los diputados sería el fin de cualquier intento por salvar la situación, ya de por sí desesperada. El régimen del terror carece de fuerza para enfrentar los embates de la ira mundial ante un hecho bochornoso más. Acorralado, debilitado y sin fortaleza alguna entre sus secuaces afuera, no le quedará más que ceder más, que ceder todo. La bulla pasará. Como la de una gallina antes de la decapitación o el torcimiento de cuello.