Domingo Alberto Rangel: Un domingo diferente

Domingo Alberto Rangel: Un domingo diferente

Domingo Alberto Rangel @DomingoAlbertoR

Este domingo prometía ser un día tranquilo, sin sobresaltos porque todas mis labores estaban “al día”, pero merced a la influencia de la luna o la de algún planeta retrogradando, sucedió que una jornada donde solo estaba en la lista de “pendientes” escribir la columna para La Patilla… se convirtió en una carrera contra el tiempo.

Lo primero que trastocó mi día en otro país sería una minucia… pero perder un billete de cien dólares yanquis en nuestra empobrecida Venezuela es casi una catástrofe… y eso fue lo que ocurrió.

Quizás no era necesario contar donde comencé a buscar el fulano billete que en la tarde del día anterior lo había visto por última vez dentro de mi chaqueta, cuando salí de compras en varios lugares. Pero a veces provoca y ya lo hice.





¡Y así hasta en la ropa lavada busqué el billete perdido… pero nada!

Ya estaba en camino a darme ánimo para seguir el día, recordando que uno viene al mundo desnudo y que cien dólares no es nada… en el resto del mundo… o tal vez por esa vía habría llegado al “Dios proveerá” que a manera de jaculatoria es la mayor enemiga de la planificación… cuando escuché la voz de un viejo amigo que desde mi estacionamiento me llamaba a gritos.

Era Alejandro K quien, junto con su esposa, inesperadamente me invitaba a desayunar en un elegante sitio de moda.

De no haber aparecido la pareja de amigos, habría pasado tranquilo, una mañana de modorra, entre mis gatos y reparando tonterías que en una casa siempre es trabajo obligado… terminando de leer un libro interesante sobre la historia crítica de USA… escrito por Vladimir Acosta… cascarrabias pero erudito como pocos en este mi país. Y recordando el billete.

Pero “Dios dispone” y el sibarítico y tardío desayuno –ya eran las 11 am- súbitamente se convirtió en torneo de análisis geopolítico en el que participó un vicealmirante que interesado en lo que hablábamos pidió permiso para unirse a nuestra mesa.

El tema fue la guerra que sin darnos cuenta estamos viviendo y la irresponsabilidad de una clase política incapaz siquiera para proponerle a la Nación un plan de vacunación contra el Covi… ya que unos y otros repentinamente sin leer nada al respecto… se han convertido en opinadores “expertos”… sobre las bondades y defectos de una u otra vacuna.

¡Santo Cielo nunca escuché a nadie preguntando si la vacuna contra X enfermedad… era china… yanqui… rusa, hindú o cubana!

Pero en esas boberías estamos… mientras la guerra avanza.

Dado que duramos horas en el convite… no tanto por lo que hablamos sino por lo lento de la cocina… ya pasada la una de la tarde y a punto de irnos… la mesa se había duplicado en participantes.

Por fortuna los asomados estaban vacunados contra el virus de la polarización y ninguno defendió “los valientes marines que han de salvarnos”… o la tesis de que “la guerra es con Colombia”.

Concluimos entonces en este extraño coloquio con volver a vernos el próximo domingo ya con partes del tema mejor preparados… y con algunas conclusiones:

Una: que la guerra no es con Colombia o los Estados Unidos sino con el grupo que Donald Trump llamó “estado profundo”… conjunto de intereses para quienes los estados nacionales son una barrera que dificulta la acumulación de capital

Dos: que esta guerra en cuanto nos concierne lleva más de diez años desde cuando comenzaron a desestabilizar el Caribe vía acabar con el turismo en esa zona.

Tres: Que la desestabilización afecta incluso a viejos aliados de los Estados Unidos como Chile y los Andes en general… zona que con los resultados “almagrosos” en la primera vuelta del Ecuador se puede considerar en proceso de desestabilización.

Y Cuatro: que esa visión se debe compartir con todos los oficiales de la Fuerza Armada venezolana sin importar su alineación política.

Al salir y como parte del programa para este domingo conversé con un viejo comunicador… quien pidió unirse al próximo coloquio… y luego como para demostrar que este país es extraordinario… ya en la noche recibí una llamada de la dependiente de una tiendita que opera en un edificio de Misión Vivienda donde una familia de andinos tienen prácticamente “de todo” y a precios realmente bajos… allí había dejado mi billete… y para los que no creen en milagros o denostan de los demás… mañana me lo devuelven.