De jugar contra Federer en Wimbledon a trabajar como albañil: La historia de Marcus Willis

De jugar contra Federer en Wimbledon a trabajar como albañil: La historia de Marcus Willis

Marcus Willis se saluda con Roger Federer en el curt central de Wimbledon (Ben Queenborough/BPI/Shutterstock).

 

Aquel 29 de junio de 2016 Marcus Willis soñó despierto ya que enfrentó en Wimbledon a uno de los mejores jugadores de tenis de todos los tiempos -para algunos el más grande- nada menos que Roger Federer. Ese día ocupaba el puesto 772 del Ranking de la ATP y acarició la gloria al medirse contra el suizo en la Catedral del Tenis. Podría haber cambiado su vida profesional, pero sus errores y las complicaciones de los jugadores que están afuera de los 100 primeros lo llevaron a colgar la raqueta. Alejado de las canchas, también fue noticia porque no se le cayó ningún anillo y fue a trabajar como albañil de una obra en la casa de su primo.

Por Infobae





El inglés nacido el 9 de octubre de 1990, trabajaba como profesor de tenis en 2016 cuando venció en siete partidos de la fase previa de Wimbledon. En esa seguidilla superó a dos top 10 como Daniil Medvedev y Andrey Rublev antes de pasar al cuadro final, derrotar a Ricardas Berankis y llegar a tener mano a mano a Federer. Fue en la segunda ronda donde perdió 0-6, 3-6 y 4-6, pero nadie le quita lo bailado.

En ese certamen fue premiado con el “Mejor Golpe de Wimbledon” por un globo sobre Federer y con 25 años muchos pensaron que era su despegue definitivo. Sin embargo, nunca logró meterse entre los 100 mejores del Ranking ATP y eso le trajo complicaciones para poder seguir compitiendo. En esa condición el tenis dejó de ser un medio de vida, al menos como jugador profesional y hoy anunció su retiro.

“Lo llevo pensando un tiempo y creo que me costaría demasiado dinero a lo largo de los próximos años. Incluso si aceptara algún patrocinio”, reveló Willis en una entrevista con el Daily Mail. Y agregó: “Creo que se volvió muy difícil para nosotros por los pocos puntos que nos dan en los niveles más bajos. Es algo que tienen que revisar. No debo ser el único en esta situación y es incluso es peor para las mujeres. Si hubiera estado en buen nivel me habría llevado dos años estar donde me hubiera gustado”.

Para citar casos y tener referencias de los inconvenientes que tienen los tenistas que no suelen clasificarse a los torneos de Grand Slam, los Masters 1000 y los ATP 500 y 250 que se tienen que batir en los Challenger y Futures, Willis mencionó a su colega Lloyd Glasspool, número 129 del mundo: “Es un buen tenista que llegó a ocho finales de Challenger en los últimos cinco meses, pero aún sigue fuera del top 100, que es donde está el dinero”.

Su última participación fue en un par de torneos de dobles en Grecia hace dos meses. Ahí se dio cuenta de que no valía la pena tanto esfuerzo y que era mejor sumarse a la obra de su primo y comenzar a poner ladrillos en lugar de la raqueta. “Tengo una familia de la que cuidar y soy mayor. Lo que me preocupa es que vas a ver a más jugadores de todas las edades dejando el deporte. Tienes que jugar más torneos para conseguir más puntos y para sobrevivir necesitas más ayuda financiera”, reflexionó Willis.

Marcus, a la izquierda, con la ropa de albañil (IG: willbomb90).

 

“Odio pensar en la cantidad de tenistas británicos que vi que acaban en trabajos normales cuando podrían haber llegado mucho más arriba. Es un deporte muy difícil y sé que ha habido veces que no he sido lo suficientemente disciplinado. Fue una pesadilla lidiar con ello”, sentenció.

“Jugar contra Roger fue fantástico y todo lo que le siguió fue increíble, pero quizás el día más feliz fue cuando recogí mi acreditación como participante del cuadro final sabiendo que había llegado hasta ahí a través de toda la previa. Fue muy emotivo darme cuenta de que había hecho eso”, agregó Willis: “No fui Top 100, pero el tenis me dio grandes lecciones de vida”, concluyó.

Aparte de la obra en la casa de su primo, también Marcus ahora tendrá más tiempo para dedicarse a su podcast que se llama “De qué estás hablando, Willis”, en referencia a la frase de Arnold, el personaje del recordado actor Gary Coleman en la serie estadounidense de los años ochenta “Blanco y Negro”.

Por último, en su cuenta de Instagram escribió la siguiente carta:

Tenis, ha sido un viaje increíble. Decidí que me retiraré como tenista profesional después de dedicar 22 años al deporte que amo.

He viajado por el Reino Unido, Europa y el mundo. He conocido a gente brillante, he hecho amigos para toda la vida y he experimentado cosas que no podría haber imaginado cuando tomé una raqueta y una pelota por primera vez hace un cuarto de siglo. He cometido más errores de los que puedo recordar, dentro y fuera de la cancha y he aprendido de ellos.

Estoy radiante de orgullo y estoy orgulloso de haber encontrado mi camino hacia el cuadro principal del All England Club de la manera más loca y difícil posible.

Miro hacia atrás y veo jugar Grand Slams como Junior, representar a mi país, ser el chico del agua en el equipo de la Copa Davis y, por supuesto, Wimbledon 2016 y 2017 con buenos recuerdos, pero llega un punto en el que tengo que escucharme a mí mismo y considerar el futuro mío, de mi esposa y de mis hijos, que me han apoyado muchísimo en mi viaje. No fue una decisión fácil de tomar, pero es 100% la correcta.

Es hora de decir Juego, Set y Match.

He jugado contra el mejor jugador de todos los tiempos en el mejor torneo, en la mejor cancha y sé que trabajé incansablemente para hacer realidad ese sueño.

Un agradecimiento especial para mamá, papá y el resto de mi familia por todo su apoyo y el tiempo que dieron para que todo fuera posible para mí.

Gracias a Gary y Carmen Lewis, quienes me patrocinaron cuando prácticamente no estaba clasificado y perdí con 23 años. Sin ustedes, esto no hubiera sido posible.

El próximo capítulo de mi vida seguirá estando en el tenis cuando empiece mi formación como entrenador y seguiré presentando mi Podcast “¿De qué estás hablando Willis?”.

Motivaré a la próxima generación y les mostraré que cualquiera puede vivir el sueño.

Oh, ¿y lo mencioné?