Luis Alberto Perozo Padua: El Mercado de las Cien Puertas de Barquisimeto en una postal

 

En una hermosísima ilustración plasmada en una Tarjeta Postal de los Estados Unidos de Venezuela, fechada el 30 de agosto de 1905, enviada para Alemania, se aprecia el Antiguo Mercado Central de Barquisimeto, luego conocido como el Mercado de las Cien Puertas, hoy en el sitio se encuentra el Edificio Nacional. 





En la postal, igualmente se detalla, la exuberancia vegetal de la plaza de la Concepción, hoy Plaza Bolívar, así como el templo de San Francisco de Asís, para entonces Catedral de Barquisimeto.

 

 

Esta imponente edificación que en sus tiempos impactó positivamente en la economía de los barquisimetanos, fue construida en la primera mitad del siglo XIX, durante el progresista gobierno del general en jefe Juan Jacinto Lara Meléndez, prócer de la Independencia, nacido en Carora, quien presidió el gran estado Noroccidental desde el 8 de diciembre de 1843 hasta enero de 1848.

El mercado de las 100 puertas, como se le llamó por la cantidad de aberturas, que realmente eran solo 50, (25 puertas tipo arco en cada lado), estaba edificado en ladrillos, fue demolido en 1953 para asiento de los poderes públicos regionales, la dirección de tránsito y otras oficinas, hoy Palacio de Justicia y de correos.

El anuncio de la construcción del mercado fue expuesto con los mejores augurios en el Mensaje a la Legislatura en 1883 por el general Jacinto Fabricio Lara, hijo del epónimo de la entidad y presidente del estado, decidió construir un mercado para la ciudad a inaugurarse en 1883, en estos términos: 

“ … Yo no puedo dejar de recomendar a vuestra benevolencia y patriótico interés esta obra, porque si bien es cierto que ella es un monumento de ornato y utilidad para esta población, la solidez de su construcción y la elegancia de su moderno estilo la hacen la primera obra de arte del estado. Por hoy bastará que el Estado quede bien con el Centenario; que se termine la carretera a San Felipe y que se concluya el Mercado Público de esta ciudad para que el presente año de 1883, autoridades y ciudadanos tengamos la satisfacción de haber cumplido importantes deberes y realizados nobles aspiraciones.” (Mensaje a la Legislatura, 1883).

No obstante, la inauguración del mercado se efectuó en 1886, y le correspondió al nuevo presidente del estado Lara, general Juan Tomás Pérez, abrir por primera vez las puertas del mercado de Los Cien Arcos o Puertas, como se le denominaba, justo al costado este de la actual plaza Bolívar.

Presos y obligados a vender 

El periódico El Teléfono, en 1890, denunciaba que la carne que se comerciaba era “increíblemente mala, flaca, de mal gusto, mal color y subido precio”. Esto conllevó a que el mercado fuera adquiriendo mala reputación por lo que los clientes prefirieron las pulperías cercanas.

Según anotaciones del cronista Omar Garmendia, para evitar que en el Mercado Municipal sucumbiera ante la terrible recesión económica de finales del siglo XIX, el Concejo Municipal adoptó una serie de medidas coercitivas en 1894.

Para tal fin, se obligó a los comerciantes de la ciudad a cerrar sus establecimientos en las horas de mercado y quienes no cumplieran con la resolución oficial, serían detenidos y puestos tras las rejas en un operativo con la policía. Otra de las medidas era conducir a los vendedores con la policía a expender sus productos en el mercado. 

En esos tiempos estaba permitida la venta de carne en las bodegas y pulperías. No existía la refrigeración. El mercado también expendía carne vacuna, de cerdo y verduras. Pero la gente prefería comprar estos comestibles y otros artículos en la pulpería más cercana, antes que caminar muchas cuadras (demasiadas, decían algunos) para dirigirse al mercado.

Habitado por la decadencia 

“La decadencia del mercado nació con el mismo mercado, luego de la destitución del general Lara acordada por Guzmán Blanco. Los comerciantes, quienes eran partidarios de Lara y que ocupaban las áreas del edificio del mercado, se fueron retirando y liquidando sus negocios, iniciándose así el espectáculo de aquellas puertas eternamente cerradas, dormitorio de mendigos y revolotear de murciélagos” (Anzola, David (1955). El antiguo mercado de Barquisimeto. El Impulso, 28-06- 1955, p.3).

A raíz de ese terrible escenario, la edificación comenzó a deteriorarse rápidamente y, carcomidas las maderas por el comején y la humedad, paredes desvencijadas, escombros por doquier, suciedad y abandono, quizá fueron las causas para que las autoridades decidieran su demolición sin compasión, ni siquiera por ser una de las piezas arquitectónicas más reconocida en su tiempo.